Con el inicio oficial de la temporada de huracanes 2025, los meteorólogos prevén una de las épocas más activas de los últimos años, con pronósticos que anticipan entre 13 y 18 tormentas, de las cuales al menos cinco podrían intensificarse hasta convertirse en huracanes de gran magnitud.

Generalmente, en el Atlántico norte, los meses de junio a noviembre constituyen la época más común para estos fenómenos, con un pico de actividad en agosto y septiembre.

Sin embargo, antes de que se forme la primera tormenta real, ya circulan por redes sociales imágenes de “huracanes fantasmas” que generan alarma innecesaria, pero revelan información valiosa sobre las zonas de mayor riesgo.

¿Qué es un huracán fantasma?

Los huracanes fantasma son sistemas tropicales proyectados por modelos meteorológicos computarizados que anticipan la formación de tormentas que, en la mayoría de los casos, nunca llegan a desarrollarse.

Según el medio CNN, estos fenómenos aparecen regularmente en las simulaciones, especialmente durante los primeros días de cada temporada ciclónica, cuando las condiciones oceánicas y atmosféricas comienzan a volverse propicias, pero aún permanecen inestables.

El responsable principal de estas falsas alarmas es el Sistema de Pronóstico Global (GFS, por sus siglas en inglés), desarrollado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA).

Este modelo, ampliamente utilizado por meteorólogos en todo el mundo, fue diseñado con una alta sensibilidad para detectar cualquier señal de posible desarrollo tropical, lo que inevitablemente genera más falsos positivos que otros sistemas predictivos.

La ciencia detrás de las falsas alarmas

La tendencia del GFS a producir huracanes fantasma no es un defecto, sino una característica intencional de su programación. Según reporta CNN, Alicia Bentley, líder del proyecto de verificación global del Centro de Modelado Ambiental de la NOAA, el sistema fue construido con un “esquema de convección cúmulo parametrizado débil”.

En términos sencillos, esto significa que, cuando el modelo detecta tormentas eléctricas en áreas oceánicas donde podrían desarrollarse sistemas tropicales, es más propenso a concluir que se formará algo significativo.

Esta sensibilidad tiene una ventaja crucial: al destacar casi cualquier condición que podría volverse tropical, el GFS rara vez pasa por alto tormentas reales.

Durante la temporada de huracanes de 2024, demostró tener el menor error al pronosticar la intensidad de los ciclones tropicales entre todos los modelos globales de su clase.

Cuáles son las zonas de mayor actividad fantasma

El mar Caribe occidental se ha convertido en el lugar favorito del GFS para predecir tormentas fantasma. Esta región alberga la corriente ciclónica centroamericana, una vasta zona desorganizada de lluvias y tormentas que rota constantemente sobre la región y sus aguas circundantes.

Lacombinación de abundante humedad atmosférica y patrones de viento ascendentecrea condiciones ideales para que el modelo anticipe, muchas veces prematuramente, la formación de sistemas tropicales.

Estas mismas características geográficas y climatológicas que generan falsas alarmas también convierten al Caribe occidental en una zona de genuino riesgo durante el pico de la temporada de huracanes, que tradicionalmente ocurre entre agosto y septiembre.

Por qué los huracanes fantasma son útiles para los pronósticos reales

Aunque los huracanes fantasma pueden generar confusión, desempeñan un papel valioso en el sistema de alerta temprana. Los meteorólogos profesionales entienden las limitaciones y sesgos de cada modelo, utilizando esta información para identificar áreas donde las condiciones podrían eventualmente alinearse para crear amenazas reales.

“El rol crucial del pronosticador es entender los sesgos conocidos de un modelo y usar ese conocimiento a su favor para producir un pronóstico más preciso”, explica Bentley. Los sistemas fantasma sirven como una especie de radar de largo alcance, señalando regiones donde vale la pena mantener vigilancia intensificada.