Cómo reacciona el cerebro ante el rechazo: efectos emocionales y su impacto en las relaciones, según la psicología

Cómo reacciona el cerebro ante el rechazo: efectos emocionales y su impacto en las relaciones, según la psicología

El rechazo puede moldear la personalidad y condicionar el comportamiento. Psicólogos advierten que su raíz suele estar en la infancia o en experiencias traumáticas.

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20/06/2025 14:11
Fuente: Prensa Libre 

Conocida como una de las heridas emocionales de la infancia, el rechazo es una de las sensaciones más dolorosas para una persona y puede influir en sus relaciones y calidad de vida. Sentirse excluido a nivel social o amoroso puede provocar una pérdida de identidad con el tiempo y generar ansiedad, estrés, depresión e incluso aislamiento.

Aunque muchas veces este sentimiento de rechazo se vivió en la infancia, eventos traumáticos pueden reactivarlo, principalmente si no se han gestionado emocionalmente esos recuerdos.

Ximena Fuentes, psicóloga clínica, destaca que cuando se rechaza a alguien, se envía un mensaje interpretado como: “Lo que me ofreces no es lo suficientemente bueno”, lo que genera un alto impacto neurológico, emocional y psicológico en el individuo rechazado, y puede perdurar por mucho tiempo, incluso hasta la muerte.

Neurológicamente, experimentar este sentimiento activa áreas cerebrales como la corteza cingulada anterior y la ínsula, donde se procesan las emociones y se regula el comportamiento. Esto provoca que esa sensación de dolor genere cambios drásticos en la personalidad.

Ethan Kross, neurocientífico de la Universidad de Míchigan, descubrió que el rechazo comparte representaciones somatosensoriales con el dolor físico; es decir, activa las mismas áreas que responden al dolor físico, pero con efectos más prolongados.

Fuentes explica que diversos estudios sobre el rechazo, mediante resonancias magnéticas, demuestran el dolor que provoca esta sensación. Se ha descubierto que el cerebro lo interpreta como una amenaza para la supervivencia, ya que el ser humano es social por naturaleza y, al ser excluido, se enfrenta a la soledad y, simbólicamente, a la muerte.

Gabriela Escobar, psicoterapeuta de familia, señala que análisis psicológicos determinan que esta emoción podría originarse desde la gestación. La experta comenta que libros como Transformando las heridas de la infancia, de Anamar Orihuela, explican que esta “herida” proviene del vientre materno, debido al ambiente caótico que pudo haber vivido la madre durante el embarazo, sobre todo si este no fue planificado, hubo una pérdida o si ella no ha gestionado ese sentimiento.

“Esto provoca un impacto en la autoestima, ya que genera baja autoestima, vivir a través del miedo o ser personas que rechazan y son rechazadas, pues les cuesta mucho vincularse a nivel emocional, y en la vida de pareja es muy notorio”, destaca Escobar.

En su análisis psicológico, la experta enfatiza que en la mayoría de casos el sentir rechazo no se origina por un hecho concreto, sino que proviene desde lo interno. “Cuando sufrimos la primera decepción amorosa, desilusión o rechazo a nivel amoroso, se reactivan esas heridas”, agrega.

A nivel terapéutico, Escobar destaca que es fácil identificar dentro de una relación a quien ha sufrido el rechazo, pues le teme a conocer sus emociones hacia otros, a expresarlas e, incluso, cuando se genera el sentimiento, corta la relación para evitar ser dañado.

El rechazo no resuelto tiende a manifestarse en los vínculos afectivos a lo largo de la vida, ya sea con parejas, amigos o en el entorno laboral. Esta herida, muchas veces originada desde el vientre materno, desestructura la personalidad infantil y, si no se aborda mediante terapia o procesos de sanación, persiste en la adultez, recalca Escobar.

¿Qué emociones se viven ante el rechazo?

Ximena Fuentes señala que al enfrentarse al rechazo, las personas experimentan tristeza, ansiedad, inseguridad, ira o humillación, pues el cerebro interpreta que no se es “suficientemente bueno” para otros.

Una de las claves del rechazo es que las personas tienden a tener autodiálogo negativo, donde se repiten frases como: “No soy suficiente” o “Algo está mal conmigo”.

El cúmulo de emociones, destaca Fuentes, puede generar efectos en la vida de las personas.

Corto plazo: genera baja autoestima, aislamiento social y una actitud negativa hacia nuevas experiencias o personas.

Largo plazo: cuando el rechazo es repetitivo, especialmente durante el desarrollo de una persona, puede provocar:

  • Desarrollo de inseguridad crónica o trastornos de ansiedad social
  • Estilos de apego ansioso o evitativo en las relaciones
  • Desconfianza hacia los demás o hacia sí mismo y sus capacidades
  • Tendencia a una personalidad perfeccionista, complaciente o evasiva

¿A qué edades afecta más el ser rechazado?

Los efectos del rechazo tienen diferentes interpretaciones según la edad, destaca Ximena Fuentes:

  • Infancia (6-12 años): afecta el desarrollo del autoconcepto. Los niños comienzan a compararse y a valorar la aceptación de sus pares.
  • Adolescencia (12-18 años): etapa especialmente vulnerable, en la que el cerebro es altamente sensible a las recompensas sociales. El rechazo puede dejar marcas emocionales profundas.
  • Adultez temprana (18-25 años): aunque se cuenta con más recursos internos, el rechazo en relaciones amorosas, laborales o de identidad puede impactar de forma significativa la autoimagen.

Expertos detallan que escribir o hablar sobre lo que se sintió permite liberar tensión y ganar perspectiva, ya que la expresión emocional facilita el procesamiento de las experiencias. (Foto: Prensa Libre / Shutterstock

Tipos de rechazo y cómo se manifiestan

Existen distintos tipos de rechazo, y cada uno puede afectar áreas específicas del bienestar personal y social, explica Escobar:

  • Rechazo social: ocurre cuando la persona se siente excluida o inadecuada, al no ser tomada en cuenta por un grupo, no ser invitada a ciertas reuniones o sentirse fuera de lugar en determinados entornos.
  • Rechazo emocional: se presenta cuando las necesidades afectivas no son validadas o correspondidas. Puede ocurrir cuando una pareja se muestra fría o distante, o cuando amigos desestiman los sentimientos expresados.
  • Rechazo amoroso: cuando el amor no es recíproco o no se corresponde con la misma intensidad. Esta forma de rechazo puede causar un fuerte impacto emocional.
  • Rechazo académico o profesional: ocurre cuando una persona no se siente aceptada o capaz en el ámbito educativo o laboral. Puede surgir el autosabotaje al ser seleccionada para una beca, empleo o proyecto, y experimentar dudas sobre su merecimiento o capacidad.
  • Rechazo de opiniones: se da al no sentirse escuchado ni validado en reuniones o conversaciones grupales, lo cual puede generar inseguridad o retraimiento.
  • Autorrechazo: una de las formas más comunes. Se manifiesta cuando la persona no se acepta a sí misma, rechaza su aspecto físico o no se siente conforme con su imagen ni con su forma de ser.

Cómo recuperar la seguridad después del rechazo

Para trabajar el rechazo, la psicóloga Fuentes explica que se debe:

  • Fortalecer la autoestima: no basarla únicamente en la aceptación externa, sino en el reconocimiento de los propios valores, logros y cualidades.
  • Terapia emocional: permite resignificar el rechazo como una experiencia de aprendizaje y crecimiento personal.
  • Reformular el rechazo: cambiar el enfoque de “fui rechazado porque valgo menos” a “esto no era para mí, pero no define mi valor”.
  • Ejercicios de exposición progresiva: retomar gradualmente las interacciones sociales para recuperar la confianza.
  • Práctica de autocompasión: tratarse con la misma amabilidad y comprensión que se ofrecería a un amigo en una situación similar.