Las fallas por ejercer democracia sin normas

Las fallas por ejercer democracia sin normas

Para salvar la democracia se necesitan cambios en las constituciones, no necesariamente por sustitución.

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Resumen Automático

17/10/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Cuando nació en tiempos de la Grecia clásica, la forma de gobernar llamada democracia significaba gobierno del pueblo. Pero nunca lo fue: era solo para ciudadanos, una minoría, y por eso excluía a mujeres, campesinos y esclavos. En los tiempos modernos desapareció la esclavitud y fueron agregados los campesinos, de escasa educación, y las mujeres, estas últimas, literalmente, durante miles de años. Fueron, eso sí, reinas, emperatrices, pero la libertad esencial de la democracia, es decir ejercer el voto, fue decidido por la ONU al final de la Segunda Guerra Mundial, y en Guatemala con la Constitución de 1965. Son indudables los beneficios de esas decisiones, pero los inconvenientes y la falta de normas provocó nuestro maremágnum electoral actual.

Cada vez es más evidente la necesidad de no apoyar a la democracia si no tiene suficientes normas para los ciudadanos.

En algunos estudios guatemaltecos se ha analizado ya ese tipo de democracia de resultados casi demenciales, lamentablemente, ya debe parecerse a cualquier otra actividad humana. Todos —por ejemplo sencillo— tienen derecho a jugar futbol, pero para integrar la selección nacional hay condiciones: capacidad, preparación, disciplina. Si un entrenador escoge a alguien por ser su familiar y apenas un aficionado, las derrotas son inevitables y merecidas. Para ser presidente de Guatemala, las únicas condiciones son ser guatemalteco y alfabeto mayor de 40 años, aunque no tenga experiencia política ni preparación personal alguna, o tenerla innecesaria. Esto es notorio entre quienes se autocalifican salvadores del país, sobre todo en las últimas lamentables elecciones.

El analista español Arturo Pérez Reverte, excorresponsal de guerra y hoy novelista y académico de la Lengua Española, con verba filuda y clara y hasta cómica, en una reciente entrevista cuyo video me llegó ayer habla de la República, y por ello de la democracia. Dice: “quien manda debe tener prestigio, ser sereno, culto y estable”, y agrega: “no hay nadie que pueda ejercer ese papel” (habla de España, pero se aplica a todo el mundo, ya sea potencia o país subdesarrollado). Agrega: “una república en manos de la infame clase política crea el caos, pues todos son oportunistas sin escrúpulos, analfabetos. Para ser ciudadano honorable y educado, faltan años de educación y de cultura. A los que solo creen en las redes sociales ¿voy a confiarles una república? No.

A causa de esas redes sociales se han regado hechos y buenas ideas tanto buenas como perversas. La falta de normas en base al daño a veces irreparable de regar tonterías basadas en opiniones obliga a analizar la diferencia entre poder divulgarlas y, en base a eso, atacar a quien piensa como enemigo. Una opinión de un conocedor, experto en algún tema, debe tener nivel superior al de alguien no desconocedor. Se debe defender el derecho de difundirla, pero no incluye una obligatoria aceptación ni el derecho a recurrir a la falacia de atacar a la persona, calificarla de enemiga y por tanto de eliminarle la capacidad de pensar como desee o como le llegue en nivel de su conocimiento y también de su ignorancia, terquedad o incapacidad de discernir sólidamente.

El coincidir en un pensamiento con alguien de criterios opuestos no significa aceptar la totalidad. Cada cabeza es un mundo. Pero debe haber límites a ejercicios democráticos: ser candidato, haber sido derrotado y al mismo tiempo carecer de diputados. Mientras menos partidos participen, mejor será la democracia lograda.

Para salvar la democracia se necesitan cambios en las constituciones, no necesariamente por sustitución. Esa libertad hoy se volvió libertinaje. El primer paso es aceptar la realidad de la democracia en su versión liberal, con sus errores y sus beneficios. En sociedades donde caben las definiciones de mi colega académico Pérez Reverte, mientras más tarden los cambios el país llegará más pronto a la exigencia popular de una dictadura.