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Arévalo debe explicar
La comunidad internacional se preocupa por la situación de países del tercer mundo, unificados en la presencia de corruptos de toda calaña.
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Bernardo Arévalo envió al Congreso la iniciativa de ley 6593, sujeta a dudas, críticas y sospechas de relación con lavado de dinero y hasta financiamiento del terrorismo, porque de nuevo no tiene explicaciones claras de, por ejemplo, el papel de Guatemala desde 2012 con la entidad internacional Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat), fundado en el 2000 y con sede en Argentina. A causa del desconocimiento de su existencia y objetivos, al salir de pronto al público es natural e incluso necesario saber si tiene alguna motivación desconocida, aunque no esté escondido.
La nueva ley obliga a hacer reportes a quien vende o alquila, incluyendo joyerías, castiga por el uso del dinero propio, congela cuentas sin orden de juez y convierte a los contadores y abogados en agentes gratuitos del Estado, pero excluye a burócratas oficiales. Se debe conocer quiénes más están exentos, pues puede esconder dedicatorias. Incluye a ONG financiadas fuera, a aliados del gobierno y a los lavadores y narcotraficantes reales. Por esas sospechosas falencias gubernativas es indispensable la explicación de los alcances y respetar el derecho ciudadano a ser inocente hasta no ser juzgado con corrección.
La aclaración debe ser hecha en persona por Arévalo, su promotor, pues es fácil y justificado sospechar o predecir fugas de capitales, ausencia de nuevas inversiones, críticas justificadas de abogados, economistas, inversionistas, analistas, por tener estudios o por su experiencia periodística, pero también por la lógica de los ciudadanos. La comunidad internacional se preocupa por la situación de países del tercer mundo, unificados en la presencia de corruptos de toda calaña. Los países del primer mundo mantienen los ojos fijos hacia afuera, pero no hacia adentro, por la sencilla razón de tener y haber tenido la sartén por el mango.
Quienes confiaron en Bukele y apoyaron sus acciones iniciales no pueden estar de acuerdo ni negar esta monarquía disfrazada.
Bukele, monarca absoluto
Nayib Bukele se volvió rey absoluto gracias al Congreso y al Poder Judicial, controlados y carentes de pudor político ni miramiento alguno. Podrá decidir cambios constitucionales instantáneos, sin discusión, a partir de la semana pasada, al lograrse ese objetivo cuando fueron aprobados comicios de una sola vuelta, sincronizados con los de alcaldes y diputados, reelegirse en forma indefinida y sin reservas —en la práctica, vitalicia—, en períodos de seis años, no de cinco. Con esto afectó sus éxitos al convertir a El Salvador en un país libre de la despiadada acción de los sangrientos e inhumanos mareros.
Apoyar redadas ilegales generalizadas es popular porque libera a los ciudadanos y elimina el pavor y la criminalidad impune, pero no se fija en los inevitables abusos. El gobierno hizo circular memes con fotos de Bukele disfrazado de prócer del siglo XIX e incluye a una mujer joven de apariencia refinada y elegante, pero insultando vulgarmente a El Salvador para luego defender al soberano con insultos a quienes están en desacuerdo. Lo califica de “millonario sin necesidad de robar” —como si fuera necesario— y de ser “el mejor hijodeputapresidente que ha parido América Latina”. Lo peor. Increíble.
Quienes confiaron en Bukele y apoyaron sus acciones iniciales no pueden estar de acuerdo ni negar esta monarquía disfrazada. Puede ser el primer paso firme para lamentar el entusiasmo mantenido incluso por medio de darle el beneficio de la duda, al ser afirmaciones oficiales basadas en la existencia de fanáticos, pero ese inevitable incremento de los abusos puede provocar hastío popular y con ello movimientos cívicos como el causante en Guatemala de la caída de Ubico. Tristemente, Centroamérica ya tiene dos dictaduras, esta y la de Ortega en Nicaragua, cuya diferencia es la de ser una maléfica yunta.