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Los pescadores que salvan ríos en Guatemala sacando la basura que proviene de zonas urbanas
Debido a la gran cantidad de desechos que terminan en el mar, pobladores ahora se dedican a limpiar el río, como parte de una iniciativa que intenta descartar los desechos.
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“A veces, tirar una botella por la ventana parece inofensivo, pero de botellita en botellita tenemos una playa llena de desechos sólidos, todo lo que nosotros mismos generamos”, expone Marcos Dubón, un hombre que tiempo atrás se dedicaba a la pesca, pero ahora invierte su tiempo en limpiar el río Motagua y las playas del Atlántico. El Caribe guatemalteco alguna vez fue sinónimo de paraíso: arenas blancas, aguas turquesas, pesca abundante; pero hoy, en Puerto Barrios, Izabal, la realidad es otra.
Toneladas de plástico reemplazan la arena en las playas. Pero, ¿de dónde proviene toda esa basura? Para entenderlo, hay que remontarse a su origen, lejos del mar, donde los desechos inician su viaje río abajo hasta desembocar en el océano, entre nuestro país y Honduras. El canal principal de esta crisis es el río Las Vacas, altamente contaminado. Con 50 kilómetros de longitud, nace en la zona 16, atraviesa Chinautla, San Pedro Ayampuc, Palencia y San José del Golfo; en esos lugares se han formado basureros clandestinos con desechos que provienen de la Ciudad de Guatemala. El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales calcula que hay más de dos mil basureros ilegales en el país, muchos concentrados en la referida cuenca.
Uno de los mayores focos de contaminación de forma indirecta es el vertedero de la zona 3, que colinda con el cauce del río. En invierno, la salida de aguas del colector más grande de la capital, conocido como RMR —Roosevelt, Mariscal-Reforma—, contribuye de forma significativa a su degradación, arrastrando desechos debido a la lluvia, los cuales terminan directamente en el afluente, señala Juan José Samayoa, director de Alcantarillado de Empagua. A eso se suman las descargas de aguas servidas sin tratamiento que provienen de varias zonas capitalinas, residuos industriales y otros desechos provenientes de viviendas y comercios que no cuentan con infraestructura adecuada para su tratamiento.
Los desechos terminan en el río Motagua, el más largo de Guatemala, con 486 kilómetros de longitud. Atraviesa al menos 14 departamentos y más de 90 municipios, hasta desembocar en el Caribe. A lo largo de su cauce, decenas de ríos y quebradas descargan residuos, agravando el problema que ahora también debe asumir Honduras. “Deja mucho de qué hablar como país. En su momento, Honduras incluso consideró demandar a Guatemala por la basura que llega a sus costas. Si pasara, ese costo saldría de los impuestos de todos nosotros”, comenta Miguel Ángel López, habitante del caserío Los Quineles, la antepenúltima comunidad antes de llegar al mar y fronteriza con Honduras.
La emergencia ambiental captó la atención de la organización internacional The Ocean Cleanup, que en el 2023 empezó un proyecto de interceptores. Estos son dispositivos colocados estratégicamente para atrapar basura flotante antes de que llegue al océano. Bárbara Derks, gerente de desarrollo de negocios de esa organización en Guatemala, explica que desde mayo de ese año han logrado detener más de 18 mil 500 toneladas de desechos, en su mayoría procedentes del río Las Vacas. “Decidimos actuar tanto al inicio como al final del sistema fluvial, para evitar que el último trozo de plástico llegue al océano”. Para dimensionar dicha tarea, basta con decir que 18 mil toneladas de basura equivalen a llenar un edificio de 34 pisos o un tercio de un estadio de futbol.

La primera barrera, el Interceptor 006, fue instalada en el río Las Vacas. Su sistema de doble barricada —una de 51 metros y otra de 107 metros aguas abajo— logra captar hasta el 80% de los residuos flotantes, aunque en temporada de lluvia y crecidas, hasta el 30% de la basura puede pasar sin control. Edwin Castellanos, viceministro de Recursos Naturales y Cambio Climático del Ministerio de Ambiente (Marn), dice que “estos interceptores cumplen con remover mucha de la basura que llega a los ríos, pero no es lo ideal. Realmente, esa basura no tendría que haber llegado al río… Funciona un poco como tratar de limpiar la casa mientras alguien la está ensuciando constantemente”.
En Guatemala, desde febrero del 2025, es obligatoria la separación de residuos, según el acuerdo gubernativo 164-2021; sin embargo, la medida aún no tiene impacto real. En el vertedero de la zona 3, trabajadores y autoridades han confirmado que la clasificación no se realiza efectivamente. El sistema, por ahora, está lejos de resolver la crisis de residuos. La Municipalidad de Guatemala asegura que busca corregir el problema para resolver la descarga de aguas del colector; sin embargo, el proyecto lleva más de dos años y medio sin avanzar. El retraso se debe a que la tubería necesaria para redirigir el flujo debe pasar bajo el Cementerio General, declarado patrimonio cultural, y por esa razón el Ministerio de Cultura y Deportes aún analiza el impacto del proyecto, lo que ha impedido avanzar con la obra.
La comunidad de El Quetzalito, con 80 familias y ubicada en la desembocadura del río Motagua, ha sido uno de los puntos más afectados. Durante varios años sus habitantes vivieron rodeados de desechos que llegaban desde otras partes del país. Hoy, se han convertido en la última línea de defensa. “Era un basurero en el que no se podía ni caminar; pero, gracias a Dios y al trabajo, ya se ha visto mejoría”, narra Consuelo Ortega, de 58 años, ahora recolectora de basura. Vestida con gorra, guantes, pantalón bajo el vestido y botas todoterreno. Consuelo dejó de ser ama de casa para convertirse en recolectora de basura en las orillas del río Motagua y su desembocadura.
Gracias al esfuerzo comunitario y al acompañamiento de The Ocean Cleanup, una franja de ocho kilómetros de playa ha sido limpiada en 99%, pero queda mucho por hacer. Limpiar los 55 kilómetros de playa hasta Punta de Manabique, en Puerto Barrios, y Omoa, en Honduras, podría tomar hasta 15 años, según cálculos de la organización. En agosto del 2024 se instaló el proyecto más ambicioso, el Interceptor 021, también conocido como Barricade XL, con una extensión de 158 metros de largo por tres metros de alto. Esa barrera de acero flotante fue diseñada para resistir troncos, crecidas y toneladas de basura, operando como un escudo final antes del mar. “El Motagua es un río muy diferente a Las Vacas. Aquí hay más caudal, árboles grandes, lodo. En Las Vacas llegan avalanchas con mucho plástico y arena. Cada río necesita su propia solución”, explica Derks.
La contaminación ha transformado la vida de los pescadores. Hoy, pescar es casi imposible. Redes llenas de ropa, bolsas y plásticos llegan al río. Algunos peces mueren atrapados en argollas de botellas o con basura en el estómago. Esbin García y Antonio López dejaron la pesca para recolectar residuos. “Encontramos en los trasmallos un trapo. No sé si las maquilas allá arriba tiran todo el desperdicio, no le puedo decir. Tal vez a un basurero que al llover cae al Motagua. Los trasmallos los sacamos llenos de basura. Pescar nos cuesta más, y solo nos queda el gasto de combustible y el trabajo que nos da limpiar los trasmallos”, explicó García.
“Al tiburón tigre se le han encontrado latas y plásticos grandes. Como ese tiburón es más agresivo, entonces caza lo que mira”, añadió. Antonio López, de 59 años, también dejó la pesca, y sostiene que a los peces los han encontrado aprisionados por las argollas de las botellas de plástico. Ello hace que conforme a su crecimiento se partan a la mitad, una realidad que los pescadores buscan transformar y devolver al río Motagua el esplendor y limpieza que tuvo años atrás.
Aprovechar lo negativo
Los pescadores ahora recogen basura. Junto al Marn y a The Ocean Cleanup, también clasifican los residuos que pueden incluso ser reutilizados por la industria automotriz, construcción y más alianzas que se analizan. Roberto Martínez, gerente de mercadeo de KIA Guatemala, dijo: “No solo está el reto de sacar el plástico de los ríos, sino también qué hacemos con él. KIA ha logrado utilizar plásticos que han sido retirados del océano por The Ocean Cleanup en partes de vehículos que tenemos en producción”. Los interceptores instalados en la desembocadura del Motagua y Las Vacas han logrado frenar parte del daño, pero no son una solución definitiva. “Si no trabajamos en educación, recolección y eliminación de basureros ilegales, él —el monstruo— seguirá creciendo”, advierte Derks.