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En las ceremonias vaticanas hubo anécdotas inesperadas
Las exequias del papa Francisco, solemnes y protocolarias, no estuvieron exentas de causas para comentarios.
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Para nadie es un secreto la importancia religioso-política de las exequias de un papa, lo cual explica la asistencia de tantos jefes de Estado, preparadas por la cancillería vaticana, una de las más profesionales del mundo, la cual informó a los invitados dónde habían sido programados para sentarse. Esto es una acción eminentemente diplomática, y quienes llegan deben saber lo suficiente de diplomacia como para aceptar. Romper las normas, cambiarse de lugar o no guardar la serenidad del caso, deja a quien lo hace muy mal parado. En realidad, es simple de entender, y de comprender el hecho de representar a sus países, no a sus pensamientos y criterios personales, los cuales deben ser puestos a un lado. La misma diplomacia obliga a guardar silencio, pero con mala impresión.
Las exequias del papa Francisco, solemnes y protocolarias, no estuvieron exentas de causas para comentarios.
Bernardo Arévalo se equivocó de nuevo al no asistir al funeral del papa Francisco por varias razones: a) era una actividad oficial, no sólo religiosa, al ser un jefe de Estado el del Vaticano; b) ser presidente de una república laica, con libertad de cultos, no lo convierte en anti-religioso; c) la cancillería ya había preparado el viaje, y él tomó la decisión personal, causando molestias en algunos funcionarios; d) siendo Guatemala un país de mayoría católica, ese viaje le hubiera mejorado su imagen, ahora disminuida y por ello necesitada de recuperación, e) haber informado oficialmente la causa como “por motivos de agenda” a causa de una supuesta reunión con Consuelo Porras le otorgó gratuitamente importancia a la señora, y provocó burla dentro de Guatemala.
En la basílica de San Pedro, hubo algunas acciones penosas y extrañas, de las cuales no se saben los motivos. a) Trump y su esposa habían sido colocados en la tercera fila por el protocolo vaticano, pero él tomó asiento en la primera; b) en vez de llegar con traje y corbata negra, como indicaba el protocolo, llevó uno azul casi pavo, para notarse; b) Melania Trump debió llamarle la atención, cuidadosamente, cuando él sacó unas notas de su bolsillo y las consultó mientras se desarrollaba la misa; c) Joe Biden llegó con traje negro, pero con corbata azul, y Zelenski se apareció con su traje de batalla, usado desde el inicio de la guerra, saliéndose también del protocolo; d) la TV italiana dedicó a Trump más tiempo y poco a las ceremonias propiamente.
e) El rey Felipe VI y la reina Letizia, de España, junto con la mayoría de los jefes de estado presentes y otras personalidades importantes, aparecieron pocas veces, por ejemplo los cristianos ortodoxos, los importantes dirigentes musulmanes presentes, así como de algunas de las religiones de la India, y así se pueden mencionar otros casos: los sacerdotes ortodoxos, por ejemplo. f) No se debe olvidar algo: la muerte de un papa es importante porque lo es, sobre todo en estos tiempos, su influencia en el mundo, ahora gracias a la tecnología. La responsabilidad de la transmisión y sus errores cae directamente en la radio y televisión vaticanas, transmitida a todo el mundo y con millones de espectadores católicos, de otros credos y laicos. Quienes nacieron después del 2013, fue la primera vez, y ellos también se dividen entre defensores y atacantes.
g) Las versiones de un cisma dentro de la Iglesia han aumentado y se mantienen. Una de ellas desapareció ayer, cuando renunció a participar en el conclave un cardenal italiano encontrado culpable de corrupción y por ello eliminado de participar en el cónclave por el mismo Francisco, como castigo. h) Hay otro posible caso de problema porque el cardenal estadounidense Raymond Burke, de Wisconsin, desde el principio se opuso en forma abierta a las políticas papales, y para ajuste de penas para él, sospechoso de ser el favorito de Trump, sin vela en ese entierro y cuya actitud dentro de la basílica de San Pedro demostró su costumbre de tratar de ser el centro de la atención, como le gusta hacerlo. Literalmente, en el sepelio del papa, quería ser el muerto.