TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN

Entre la duda y la certeza
Si queremos un país más justo y consciente, debemos fomentar las preguntas.
Enlace generado
Resumen Automático
La historia de Guatemala ha estado marcada por certezas impuestas y dudas ignoradas. A lo largo de los años, la política, la educación y la salud han sido dominadas por discursos que buscan consolidar una única verdad, dejando poco espacio para el cuestionamiento. Sin embargo, la duda no es un obstáculo, sino una herramienta para el progreso. Cuando las sociedades dejan de cuestionar lo establecido, se condenan a repetir errores.
En política, la certeza absoluta ha justificado decisiones autoritarias y limita el espacio para el debate. Los regímenes han impuesto narrativas incuestionables, generando obediencia en lugar de deliberación. La historia nos ha mostrado que la duda no solo cuestiona, también transforma. Las protestas de 2015 son prueba de que cuando los ciudadanos se atreven a dudar, pueden cambiar el rumbo de un país. En ese momento, la duda se convirtió en acción y en una fuerza capaz de transformar la realidad.
Durante generaciones, la enseñanza en Guatemala ha privilegiado la memorización sobre el pensamiento crítico. Se espera que los estudiantes acepten información sin desafiarla, formando ciudadanos que repiten datos en lugar de analizar ideas. Los verdaderos avances en pedagogía nacen de la duda. Un maestro que se pregunta si su método forma ciudadanos críticos, no solo innova, sino inspira. Los países con los modelos educativos más avanzados han entendido que el aprendizaje no consiste en acumular certezas, sino en aprender a preguntar. Si Guatemala quiere avanzar, debe reformar su enseñanza para que la duda deje de ser vista como una amenaza y se convierta en un camino hacia el conocimiento y la innovación.
La duda es la que nos permite mejorar y progresar.
Por siglos, las prácticas médicas se han mantenido sin cuestionamientos, retrasando avances que podrían haber salvado vidas. Un ejemplo histórico es Ignaz Semmelweis, quien se atrevió a dudar de los procedimientos hospitalarios de su época y descubrió que el simple acto de lavarse las manos podía reducir la mortalidad. Si los médicos hubiesen persistido en la certeza de sus métodos, sin aceptar el cuestionamiento, su descubrimiento habría sido desechado. En Guatemala, aún enfrentamos obstáculos en el acceso a la salud y en la prevención de enfermedades. Si aceptamos sin cuestionar la falta de servicios médicos en muchas comunidades, estamos validando la certeza de que “así deben ser las cosas”. Si dudamos y preguntamos por qué seguimos en esta situación, entonces comenzamos el proceso para exigir mejoras estructurales.
Dudar no significa caer en la parálisis ni perder rumbo. Al contrario, implica abrir caminos, ensayar nuevas posibilidades y desafiar ideas que parecen inamovibles. En un mundo donde la información es abundante y las certezas son frágiles, la duda nos permite navegar con inteligencia, evitando la trampa de las verdades absolutas y de la desinformación. Nos recuerda que escuchar es más valioso que imponer, que desconfiar de las respuestas es señal de pensamiento crítico y que la verdadera transformación nace de la capacidad de hacerse preguntas.
Si queremos un país más justo y consciente, debemos fomentar las preguntas. La certeza nos ofrece estabilidad, pero la duda nos da libertad. Dudar es la distinción de quienes buscan un futuro mejor sin perpetuar los problemas. Dudemos siempre de las acciones de nuestros políticos; solo así revelamos sus verdaderas intenciones y su posible corrupción. Al actuar, cambiamos el país. La duda no solo nos libera, sino también nos recuerda que el cambio es posible si tenemos el valor de cuestionar y construir juntos. La duda es la que nos permite mejorar y progresar.