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Opinión: 11 super tecnologías que marcan el rumbo de la agroindustria en Guatemala
Tecnología de última generación aplicada en biotecnología, plataformas digitales, agroinsumos, maquinaria, equipo e infraestructura están transformando a la agroindustria en Guatemala.
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La agricultura ha evolucionado a niveles nunca vistos. Hoy es una de las actividades más importantes para el desarrollo económico y social, y enfrenta retos enormes: con menos área cultivable disponible, debemos producir alimentos para una población mundial que alcanzará los 8.500 millones de habitantes en 2030.
Los agricultores se enfrentan al desafío de ser más productivos, pese a la escasez de agua y las restricciones en su uso, los cambios climáticos abruptos, las exigencias ambientales, las certificaciones rigurosas para ingresar a nuevos mercados, la escasez de mano de obra interesada en actividades agrícolas, los retos regulatorios y sociales, las ineficiencias logísticas y la creciente competencia global. A pesar de todo esto, la agricultura sigue siendo un motor económico. Son miles las personas que se levantan cada día con esperanza para producir los alimentos que todos necesitamos. Su resiliencia merece admiración.
A su vez, los gustos de los consumidores han cambiado: ahora exigen productos orgánicos, prácticas de agricultura regenerativa, sostenibilidad en los procesos, trazabilidad en la cadena de valor y transparencia en el origen de los productos, lo cual impulsa movimientos como “del campo a la mesa”. Estas demandas representan también grandes oportunidades para innovar y diferenciarse en nuevos nichos de mercado.
Ante estos desafíos y oportunidades, la industria agroalimentaria ha iniciado una transformación acelerada. En la última década, han surgido avances tecnológicos que están revolucionando la forma en que producimos, procesamos y comercializamos los productos agrícolas. Estos cambios no solo mejoran la eficiencia, sino que también promueven una agricultura más sostenible y competitiva. A este conjunto de innovaciones se le conoce como Agricultura de Precisión, que integra tecnologías como:
- Imágenes satelitales y sistemas espaciales: permiten monitorear en tiempo real el estado de los cultivos, la salud del suelo y detectar problemas con anticipación.
- Drones: se utilizan para obtener datos, aplicar productos con precisión e incluso para la cosecha de frutos.
- Inteligencia artificial (IA) e internet de las cosas (IoT): sensores instalados en el campo recopilan información sobre humedad, temperatura, luz y nutrientes, entre otros, lo que permite tomar decisiones agronómicas más precisas.
- Biotecnología: el uso de productos biológicos ha aumentado, con innovaciones más eficaces que muchos agroquímicos tradicionales. También se emplean semillas mejoradas y modificadas genéticamente, resistentes a enfermedades y al estrés hídrico.
- Robótica: existen robots que eliminan malezas, cosechan frutos o aplican tratamientos fitosanitarios de forma automatizada.
- Conservación del suelo: se promueven prácticas como la agricultura sin labranza (no-till), y se concibe el suelo como un organismo vivo que debe protegerse y nutrirse.
- Diagnóstico en campo: herramientas portátiles permiten evaluar la composición de nutrientes en el suelo y la savia de las plantas, facilitando respuestas rápidas.
- Sistemas de información geográfica (SIG): se emplean para mapear fincas, identificar cuencas, zonas críticas y planificar el manejo del agua. Tecnologías como LIDAR (detección y medición de luz) generan mapas topográficos detallados.
- Tractores autónomos: equipados con GPS e inteligencia artificial, pueden operar sin conductor.
- Granjas verticales y producción en ambientes controlados: se desarrollan especialmente en zonas urbanas, para maximizar el uso del espacio y reducir el consumo de agua y agroquímicos.
- Bombas solares y energía renovable: integradas en sistemas de riego, ayudan a reducir costos y la dependencia de combustibles fósiles.
Estas innovaciones ya están llegando a Guatemala. Aunque algunas parecen lejanas o costosas, como sucede con toda tecnología emergente, se espera que en poco tiempo se masifiquen y se adapten a pequeños y medianos productores.
Modernizar legislación
No obstante, el país enfrenta retos estructurales: urge modernizar la legislación para permitir el ingreso de nuevas genéticas y semillas mejoradas; fortalecer los sistemas de extensión agrícola; fomentar la inversión en infraestructura, y conectar mejor el agro con la investigación científica. También es clave impulsar políticas que faciliten la adopción tecnológica mediante incentivos, capacitación y alianzas público-privadas.
Guatemala tiene todo el potencial para convertirse en un referente regional de agroindustria innovadora. Con el talento de sus productores, el empuje de sus emprendedores y el respaldo de nuevas tecnologías es posible transformar el agro en un sector más rentable, sostenible e inclusivo.
Estamos en un punto de inflexión. El futuro del agro no se construirá con las herramientas del pasado, sino con una mentalidad abierta al cambio, al aprendizaje constante y a la innovación. Guatemala tiene todo para liderar una nueva revolución agrícola, una que valore tanto la tecnología como el conocimiento ancestral, y que ponga al productor en el centro del desarrollo sostenible.
Es tiempo de dejar atrás la resistencia al cambio y apostar por una agricultura más inteligente, colaborativa y regenerativa. Los próximos años serán clave para quienes decidan dar el salto hacia el futuro, para quienes entiendan que transformar el agro no es solo una opción, sino una necesidad urgente.
El campo guatemalteco no está esperando: está despertando. Y quienes se sumen a esta transformación serán protagonistas de una nueva era para la agroindustria nacional: más fuerte, más justa y preparada para alimentar al mundo con orgullo y tecnología de punta.
Eduardo Solares, es presidente de la Comisión de Proveedores Agrícolas de Agexport
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