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El Señor Sepultado de Santa Catalina: Un Legado de Fe y Leyenda que se Revive en el Centro Histórico
TGW DIGITAL | En el corazón de la zona 1, la venerada imagen del Señor Sepultado de la Rectoría de Santa Catalina se erige como uno de los tesoros más antiguos y enigmáticos de Guatemala. Con una historia que expertos sitúan en el siglo XVII y un origen envuelto enRead More →
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TGW DIGITAL | En el corazón de la zona 1, la venerada imagen del Señor Sepultado de la Rectoría de Santa Catalina se erige como uno de los tesoros más antiguos y enigmáticos de Guatemala. Con una historia que expertos sitúan en el siglo XVII y un origen envuelto en leyendas, esta representación de Cristo, esculpida en una singular pasta a base de caña de maíz, ha cautivado a generaciones de fieles, dejando una huella imborrable en el imaginario colectivo y en la fe de la ciudad.
El relato del origen de la imagen es tan singular como su devoción, una historia que entrelaza la piedad del Santo Hermano Pedro con un evento que, según la tradición, marcó su destino. Hoy, este legado revive en las procesiones que, tras años de ausencia, regresaron para conmover a los capitalinos.
Un Misterio de Siglos: La Leyenda del Hermano Pedro y el «Espanto Entierro»
El origen exacto de la imagen se pierde en el tiempo, pero la tradición oral la asocia al siglo XVII. La historia más arraigada narra que el Santo Hermano Pedro, sumido en oración una noche de profunda meditación, escuchó la voz de un crucifijo que le pidió ser sepultado en el Convento de las Catarinas. Sin vacilar, el santo tomó la imagen sobre sus hombros. Su peso era tan abrumador que el Hermano Pedro se vio obligado a arrastrar los pies de la figura por el empedrado de las solitarias calles, dejando marcas imborrables en su camino. En el convento, las monjas esperaban con cirios encendidos para recibirla en una urna preparada.
Estas raspaduras en los pies de la imagen, conservadas durante una restauración, son consideradas el testimonio de aquel acto milagroso, un detalle que el Presbítero Manuel de Jesús Chilín, ex Rector de Santa Catalina, destaca como prueba de su aura especial.
La imagen no solo ha sido protagonista de milagros, sino también de misterios. Tras la última procesión de 1917, surgió la leyenda del «Espanto Entierro», un cortejo fúnebre fantasma que, según los relatos, recorría las calles del Centro Histórico en las noches de Sábado Santo, sin que nadie pudiera verlo, solo escuchar el solemne paso de las andas.
Consagración y El Regreso a las Calles del Centro Histórico
La veneración por el Señor Sepultado de Santa Catalina se mantuvo con gran fervor a lo largo de los años. Sin embargo, su cortejo procesional, que solía salir en Viernes Santos hasta 1899 y luego en Sábado Santo, se detuvo en 1917.
El 6 de agosto del año 2000, la imagen alcanzó un nuevo hito al ser solemnemente Consagrada por Monseñor Próspero Penados del Barrio y Monseñor Mario Enrique Ríos Montt. Nueve años después, en 2009, y gracias a la gestión del Rector Manuel Chilín, el Señor Sepultado regresó a las calles en una procesión especial, en conmemoración del 200 aniversario de su traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción.
Ante la gran aceptación y el fervor de los fieles, el Señor Sepultado retomó su cortejo de Viernes Santo en 2012, convirtiéndose rápidamente en uno de los eventos más solemnes y conmovedores del Centro Histórico de la capital, un testimonio de que la fe, como las leyendas, perdura a través del tiempo.
Un Legado de Fe: La Vínculación con el Hermano Pedro
La veneración al Señor Sepultado en Guatemala es una tradición que se remonta a la época colonial y tiene profundas conexiones con figuras históricas de gran relevancia espiritual, como el Hermano Pedro de San José Betancur. El santo, canonizado por Juan Pablo II, dedicó su vida a la caridad y al servicio de los más necesitados en la Antigua Guatemala, siempre con una inquebrantable devoción a la Pasión de Cristo.
El Hermano Pedro, conocido por su profunda piedad y penitencia, encontraba en la figura del Cristo Yacente un recordatorio constante del sacrificio y la compasión. La devoción que hoy se manifiesta en las procesiones del Señor Sepultado es un reflejo vivo de esa misma espiritualidad que él cultivó y transmitió a través de su obra. Las muestras de fe en Santa Catalina son, en esencia, un eco de ese legado de amor y entrega que sembró el primer santo de Centroamérica.
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