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Los aranceles demandan una estrategia profesional
Si salimos librados de esta, será con una estrategia seria, serena y compuesta.
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Los aranceles globales impuestos por la Casa Blanca esta semana tienen a medio mundo intentando descifrar las intenciones de Trump. Desde la campaña electoral, él predicó que con ellas las fábricas regresarán a su territorio, devolviendo así la manufactura a manos estadounidenses. Pero eso puede ser tan solo el discurso. Uno que ilusionó a su electorado. Pero una infinidad de obstáculos sugieren que puede ser para ellos nada más que una utopía. Un caso paradigmático de esta política está en la industria automotriz. Digamos que una marca decidiera regresar a Detroit, evitando así los aranceles. Pero los vehículos modernos son una colección de partes, muchas de las cuales requieren tecnología que EE. UU. no tiene la mano de obra para producir y competir contra el gigante chino que galopa en ventaja. Revertir esto sería ya de por sí una complicación abrumadora. Pero encima, la educación no es una apuesta actual en Washington. El consenso de analistas sentencia que la sola imposición de trabas para la importación de carros, no les dará el añorado regreso de las fábricas.
Si salimos librados de esta, será con una estrategia seria, serena y compuesta.
Pero es importante evitar la candidez. Tonto sería pensar que el poder actual no advierte eso; que simplemente están equivocados. Lo más probable es que esta, más que una política económica es una estrategia política. Una doblada de muñecas. Una de las que tanto gusta Donald Trump, en su nuevo orden de gobernanza que demanda sumisión. El nuevo orden donde súbditos sustituyen a ciudadanos. Súbdito, es decir, “sujeto a la autoridad de un superior, con la obligación de obedecerle” (DRAE). En un mundo lleno de contrapartes asustadas, Guatemala se apresta a definir una estrategia diplomática. Una que evite el dramático impacto de la nueva ordenanza del comercio mundial.
Este es un momento trascendental, donde analistas expertos advierten la inminencia de una potencial recesión o, incluso, de catástrofes económicas. Guatemala, cuyas exportaciones se van en un tercio hacia EE. UU., está hundida en ese problema. Como muchos otros, por décadas construimos dependencia hacia ese actor, considerado socio y aliado. Creímos, tal vez que no darían ese paso. Tan solo hace ocho semanas, el director de Agexport declaraba a este diario una expectativa de crecimiento del 4% en las exportaciones para el 2025. Declaraba que no esperaban una revisión de aranceles, ni presiones contra el TLC. Sin duda, la lectura política profesional, se evidencia como valiosa.
En momentos como este, es imprescindible que el país tenga una respuesta sólida y unificada. Una, donde creo que sectores afectados deben reconocer la rectoría del ministerio exterior. Considero afortunado que esta crisis nos agarró en un momento donde el Gobierno toma la diplomacia en serio. Esto no fue así en tiempos recientes, cuando tuvimos oportunistas a cargo de la cartera, que creían que con base en peripecias y regalos de soberanía, lograrían los objetivos, con solo sobar la leva de Trump. Eso fue lo que hicieron en el 2019 cuando ofrecieron el tercer país seguro. Y es lo que intentó hacer Bukele, poniendo las cárceles a su disposición. Igual le cayó el mismo arancel del 10%. Si salimos librados de esta, será con una estrategia seria, serena y compuesta, elaborada sobre la base del profesionalismo estratégico. En esto, el gobierno central requiere el apoyo consensuado de los sectores involucrados. Difícil situación en este momento, cuando hay bulla con manifestaciones, ataques e imprudencias políticas, como la del sueldo millonario de la vicepresidenta Herrera.