Una necesaria restauración cívica

Una necesaria restauración cívica

En los procesos institucionales ya comienzan a desplegarse las velas para poner en marcha los intentos de influir.

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Resumen Automático

11/06/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

En las eliminatorias para la copa mundial de futbol le sucede a menudo a Guatemala que debe estar también pendiente del resultado de otro partido que se juega dentro de su mismo grupo clasificatorio, esperando que la combinación de resultados permita al seleccionado local conseguir su tan ansiada clasificación. No solo se trata de jugar bien, sino de depender de alguien o de algo más. Es una situación similar a la que sucede en los procesos de designación institucionales para el año 2026. Mientras ocurren algunos de ellos, hay otros, menos competidos, de los que dependen todos los demás en el largo plazo. A estos, como en los clasificatorios mundialistas, hay que ponerles especial atención.

Es fundamental que sean los votos y no los vetos los que decidan democráticamente a nuestras autoridades.

En 2026 se produce una rara especie de “alineación planetaria”. Más de cinco procesos claves de nuestra democracia tendrán lugar en menos de ocho meses. Algo que solo ocurre cada 30 años. Dado que distintos actores de poder han identificado estas batallas como más importantes que las elecciones mismas, ya comienzan a desplegarse las velas para poner en marcha sus intentos de influir. Sin embargo, hay uno de estos procesos que reviste singular importancia. Me refiero a la elección de la nueva magistratura del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Dados los acontecimientos del último evento electoral, los nuevos magistrados tendrán la responsabilidad de reiterar a los guatemaltecos que los procesos serán siempre transparentes, participativos y pacíficos, como ha sido la tradición electoral en Guatemala. Tienen, por así decirlo, un mandato más complicado que sus predecesores, pues nunca se habían puesto en cuestión, por ciertos señalamientos legales y políticos de distinta especie, nuestros procedimientos electorales. Por lo tanto, el blindaje de esta institución es fundamental para restaurar el ánimo en la participación ciudadana, el mantenimiento de las buenas prácticas que han sido ejemplares a nivel latinoamericano, y dotar de peso legal y legítimo a sus decisiones. Eso requiere que sea elegida una cohorte de profesionales ejemplares, valientes y talentosos.

Invito a los distintos cuerpos sociales —gremios, academia, sectores profesionales, centros de pensamiento— a involucrarse activamente en el proceso. A promover que sus buenos profesionales se presenten, a acompañar a la comisión de postulación en la guía de los criterios para seleccionar, a ejercer un peso importante en la opinión pública sobre los retos y desafíos que la institución tendrá. A los profesionales los exhorto a identificar colegas con los cuales puedan participar de manera conjunta en este proceso, de suerte que el esfuerzo tenga un carácter generacional y no sea el resultado de la suma de personas elegidas aquí y allá para satisfacer ciertos intereses de grupo.

Necesitamos de una corte que preserve el carácter ciudadano sobre el que descansa el sistema electoral; que asegure la carrera administrativa para cuidar el talento de las personas que saben cómo organizar una logística de elecciones; que explique y aclare el sentido y valor que tienen los sistemas efectivos de transmisión preliminar de resultados como garantía de transparencia y que con sus resoluciones asegure que sean los votos y no los vetos los que decidan democráticamente a nuestras autoridades.

El proceso del TSE se puede antojar como el menos intenso de los que vendrán. Pero nuestra democracia y todos los demás procesos dependen de este en el mediano y largo plazos. Por ello, la importancia de su buen resultado y la necesaria restauración cívica que los debe acompañar.