Un Santo Padre

Un Santo Padre

El mundo, pero especialmente los católicos que lo habitan, recibieron hoy con dolor la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, un verdadero Santo Padre que con enorme humildad, pero también con firmeza, realizó grandes avances para concretar muchas de las aspiraciones incumplidas e incompletas del Concilio Vaticano II, que pretendía actualizar la religión tras siglos […]

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21/04/2025 09:43
Fuente: La Hora 

El mundo, pero especialmente los católicos que lo habitan, recibieron hoy con dolor la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, un verdadero Santo Padre que con enorme humildad, pero también con firmeza, realizó grandes avances para concretar muchas de las aspiraciones incumplidas e incompletas del Concilio Vaticano II, que pretendía actualizar la religión tras siglos de cambios históricos en la humanidad. Jorge Mario Bergoglio, el cardenal argentino que fue electo Pontífice tras la abdicación del Papa Benedicto XVI, sacudió en muchos sentidos a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica con su prédica a favor de la absoluta igualdad y la justicia plena y pareja para todos.

Su último mensaje público, dirigido especialmente a los obispos norteamericanos, se centró en un tema que para él fue siempre importante: la migración. Pidió al episcopado de Estados Unidos rechazar las prédicas de odio y discriminación que se han convertido en parte de la política de Estados Unidos desde enero de este año, cuando el migrante empezó a ser señalado, globalmente, como criminal y delincuente.

Los sectores ultraconservadores de la Iglesia Católica resintieron los avances que impulsó el Papa Francisco, especialmente en temas como la promoción de la justicia social, la igualdad entre hombres y mujeres y su rechazo al repudio que provoca en muchos el tema de la diversidad sexual. Pero además de ello tomó de decisiones como la que se verá en estos días, eliminando la pompa de los sepelios de los Pontífices, al punto de que él no será enterrado en El Vaticano sino en la Iglesia de Santa María la Mayor en Roma, en un entierro en el que el Papa será mostrado “en un ataúd y no en un catafalco, es decir que los papas tienen que ser velados y sepultados como cualquier hijo de la Iglesia. Con dignidad pero no sobre almohadones”, palabras textuales de su determinación tras la velación y entierro de Benedicto XVI.

En 1959 Juan XXIII, otro Papa tan especial, como Francisco, convocó al Concilio Vaticano II que tenía por objeto principal la relación entre la Iglesia, anquilosada, con el mundo moderno. Muchos fueron los avances, pero los sectores conservadores se encargaron de torpedear la esencia misma del Concilio. Por ello el papel del Papa Francisco, que permitió mayores avances, quizá aún insuficientes pero inmensos para la mentalidad más conservadora, quedará en un lugar muy especial dentro de la historia eclesiástica.

El mundo, pero especialmente los católicos que creen en esa igualdad de todos los seres humanos y el respeto absoluto a su dignidad, llora hoy la muerte de un verdadero Santo Padre, título que se ha dado a todos los pontífices, pero que en el caso de Francisco es mucho más que una frase común, para convertirse en un real y justo calificativo.