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“Las grandes empresas están conectadas a la tecnología, pero con las pequeñas hay un trabajo grande que hacer”
En esta conversación, José Toledo, exsuperintendente de Telecomunicaciones, expresa su temor porque Guatemala mantenga un ritmo lento en el acceso a las nuevas tecnologías que se usan en el mundo.
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Durante la gestión de José Toledo Ordóñez al frente de la Superintendencia de Telecomunicaciones (SIT) se vivió la llegada de compañías internacionales para atender la demanda de la telefonía móvil. El exfuncionario considera que el Gobierno debe liderar la estrategia para la transformación digital, y asegurar el acceso a la tecnología para toda la población.
¿Cuáles son los grandes avances o transformaciones tecnológicas que han marcado los primeros 25 años del siglo XXI?
Estamos en la Cuarta Revolución Industrial, que se conoce como la revolución digital, con adelantos significativos como la manufactura con robots, vehículos autónomos, nuevos materiales de fabricación, desarrollo de sensores y la inteligencia artificial (IA). Podríamos dividirlo en manifestaciones digitales, biológicas y la manufactura adictiva. El Internet de las Cosas (IoT, en inglés) es la manifestación digital de los objetos integrados con sensores y programas que permiten intercambiar datos a través de internet; por ejemplo, rastrear paquetes, refrigeradoras inteligentes, el Blockchain, que es un avance tremendo y es como un libro programado de contabilidad —se usa para las criptomonedas, certificados o títulos— que encripta la información de tal manera que es imposible abrirla.
Entre las manifestaciones biológicas está la biología sintética (SynBio), que hace posible intervenir en la medicina, la agricultura, en la edición genética para generar tratamientos particulares, modificación de células de organismos y la fabricación 3D para producir tejidos vivos o bioimpresión. Y la manufactura adictiva es muy significativa en esta revolución industrial, porque se fabrican los objetos tridimensionales a partir de un modelo digital y se puede producir bajo demanda con una amplia gama de materiales.
¿Guatemala ha logrado adoptar la nueva tecnología?
El rezago es tremendo. Empecemos con el internet —con las cifras del Censo de 2018—, el 22% tenía acceso a una computadora, el 17% a internet, 62% a teléfono móvil, pero solo el 29% usó internet en los tres meses anteriores a la encuesta; son cifras extremadamente bajas y con brechas más grandes en áreas rurales. Estamos atrasadísimos en los instrumentos de acceso y lo curioso es que la televisión por cable sí llega a la mayoría, debido a que los alcaldes y los consejos de Desarrollo han tenido la mentalidad de mantener cobros altos a los proveedores de internet, para llevarlos a las arcas municipales.
Con esto privan a los lugares del acceso a tecnología. Lo que sucede es que la tecnología inalámbrica ha permitido superar los cobros locales que hacen para pasar las líneas físicas por postes o ductos, y se ha desarrollado un mercado a partir de los “wisperos”, que se denominan así porque utilizan el Wireless Internet Service Provider (WISP), que en su mayoría son operadores informales y se dedican a proveer servicios de internet y cable. La tecnología avanza tanto que las regulaciones deben adaptarse a esos avances. Los operadores de internet, la mayoría de los que están inscritos —373— en la SIT, son proveedores de equipo o están inactivos.
Esos son los problemas de acceso. ¿Y en cuánto a facilitar herramientas tecnológicas a nivel de pequeñas empresas?
Las grandes empresas están conectadas, pero con las pequeñas empresas hay un trabajo grande que hacer, al igual que dentro del Gobierno, porque la transformación digital está atrasadísima en el país. El internet son las carreteras, pero solo en ciertas instituciones gubernamentales se ve la transformación digital. Esto debería ser un proyecto integral del Estado, ya que no basta digitalizar los procesos, hay que aprovechar para realizar una reingeniería con plataformas que puedan integrar de forma ética la IA en algunas áreas.
Guatemala tiene sectores que no han llegado a la Cuarta Revolución Industrial.
Estamos atrasados, en general. Hay que digitalizar, pero se necesitan las carreteras informáticas, que son la banda ancha, los servidores, la última milla, que necesita aumentar la capacidad.
¿Tener un smartphone es suficiente para que una persona acceda a tecnología?
Tiene que ver con la educación y capacidad económica. Cuando estuve en la SIT se abrió el mercado, pasamos a una guerra de precios, a una explosión de cobertura, llegamos a tener cuatro empresas en competencia en un país pequeño. Cuando se inició la apertura telefónica había medio millón de líneas fijas y cien mil celulares, y pasamos a tener más de 20 millones de celulares, porque el problema no es tener un teléfono, sino que tenga internet y que el usuario pueda pagarlo y usarlo.
¿Se puede imaginar vivir sin tecnología?
Para nada, creo que hasta nos moriríamos de hambre. Como las películas apocalípticas, no se podría imaginar un mundo sin tecnología.
¿Qué viene en los próximos años?
La IA ya estaba desde hace tiempo, con los buscadores de internet y traductores de textos, pero no nos dábamos cuenta. Este es un campo que se enfoca en los sistemas, programas capaces de realizar tareas que requerían de la inteligencia humana. Hay puestos de trabajo que pueden peligrar con la IA, pero son los que implican tareas repetitivas y predecibles. También se abren las puertas a nuevas oportunidades en muchas áreas. Lo que se necesita es educación para aprovechar la IA y no quedarse atrás.
El tema de la regulación de la IA no se puede, como tampoco se pudo regular la internet. La posibilidad de que se usen para mal sucede con cualquier instrumento tecnológico. ¿Los robots van a reemplazar completamente al ser humano? Es una pregunta que siempre está, y la respuesta que veo es que los robots no son consumidores, y los fabricantes necesitan empleados y consumidores. Desde la Primera Revolución Industrial, en Londres, se decía que las máquinas dejarían sin trabajo a la gente, y no la dejaron. Lo que sucedió fue que se redujo la jornada laboral.
¿La pandemia fue una oportunidad de acelerar estos cambios?
Aunque tuvo más desventajas que ventajas, durante la pandemia se empezó con el teletrabajo, que se volvió una opción para evitar el tráfico, pero la principal desventaja fue el trato que se le dio a la pandemia cerrando las economías mundialmente lo que perjudicó de forma definitiva los precios de los productos y fue un golpe terrible para la clase media, sumado con la guerra de Rusia y Ucrania.