TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN

MetaHumanos: de víctima a creador
Si no decidí cómo empezó mi historia, sí puedo decidir cómo continúa.
Enlace generado
Resumen Automático
Como humanos, todo el tiempo nos contamos historias. Historias que nuestra mente crea, repite y acaba por creer. Con el tiempo, muchas de esas historias se convierten en verdades que no cuestionamos. Bajo la superficie de lo que pensamos y hacemos, hay creencias que damos por hecho, aunque muchas veces nos limiten, nos alejen de la vida que queremos o incluso nos impidan imaginar una vida extraordinaria. Y ahí es donde olvidamos una de las capacidades más poderosas del ser humano: el poder de elegir.
Si no decidí cómo empezó mi historia, sí puedo decidir cómo continúa.
Hay un punto en la vida en el que nacemos bajo ciertas condiciones: en un país, una familia, una comunidad. Simplemente “nos tocó”. Y no hay de otra. Pero llega otro punto en el que empezamos a decidir por nosotros mismos. Y en ese momento, lo más importante ya no es lo que nos tocó, sino lo que elegimos hacer con eso. Esto lo digo ahora con claridad. Pero de niño, creciendo en Sotzil, una aldea remota en el norte de Chajul, Quiché, a más de 300 km de la capital, no lo habría entendido así. No elegí nacer allí. No elegí las condiciones duras en las que crecí, ni que el español no fuera mi lengua materna. No elegí sentirme avergonzado por mi acento, ni tener que irme solo a la ciudad a los 14 años para poder seguir estudiando. Crecí en una casa de adobe, con techo de lámina y piso de tierra. No teníamos carreteras ni electricidad. Mi papá, mis hermanos y yo trabajábamos la tierra para poder comer… y también para poder estudiar. No elegí esas circunstancias. Pero sí puedo elegir qué hacer con ellas. Incluso si no decidí cómo empezó mi historia, sí puedo decidir cómo continúa.
Durante mucho tiempo viví con una mentalidad de víctima. Pensaba: “no tengo oportunidades porque nací pobre; no tengo voz porque no me escuchan”. Esa mentalidad pone la culpa afuera, y eso puede ser cómodo. Pero también es una cárcel: te deja esperando que alguien más venga a rescatarte. Y la vida no funciona así.
Lo más poderoso que descubrí fue que siempre tengo la posibilidad de cuestionar lo que he dado por verdad. De preguntarme, por ejemplo, qué significa realmente tener una “buena familia”. Yo crecí creyendo que eso solo lo tenía quien tenía dinero o apellido. Pensaba que yo no había nacido en una buena familia. Pero al preguntarme de verdad qué es una buena familia, descubrí que mi familia —rica en amor, guiada por la ética, portadora de una sabiduría ancestral profunda— sí lo es. Ese solo cambio de perspectiva transformó mi vida. De sentirme atrapado, frustrado, pasé a sentirme agradecido, con energía para seguir. Fue entonces cuando volví a conectar con mi esencia. A dejar de esconder mis raíces. Hoy sé que mi historia, mi lengua materna, mi identidad, no son una carga. Son un tesoro. Y eso ha marcado cómo estoy escribiendo mi historia ahora.
MetaHumanos, un programa educativo que aborda la inteligencia emocional y empodera al individuo, fue clave para mí. Me ayudó a entender que cuestionar es el primer paso para cambiar. Que el salto más grande no siempre es económico, sino mental. Que no importa cuántos recursos te den si tú no eliges ver tu vida de otra manera. Trabaja desde la raíz: desde el ser. Y eso lo hace diferente. No te dice qué pensar. Te da el espacio para preguntarte quién eres y quién quieres ser.
Eso es lo que deseo para cada joven que entra a MetaHumanos: que se atreva a cuestionar. Que rompa con las creencias que lo han limitado. Que vea el valor inmenso que ya habita dentro de él. Porque cuando eliges pensar diferente, descubres que tú eres el recurso más valioso que siempre has tenido, y desde ahí, desde ese lugar, comenzás a escribir tu historia, reconociendo el poder de elegir.