El cuarto mundo que habitamos

El cuarto mundo que habitamos

En toda Guatemala, Cuarto Mundo está presente desde 1979.

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Resumen Automático

23/10/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Eran los finales de los años 90 cuando dos queridos amigos me hablaron e invitaron a participar, como aliada, en el Movimiento Cuarto Mundo. Uno de ellos, mi admirado y aún entrañable amigo Max Araujo, el abogado, gestor cultural, contador de historias y escritor que más sabe de cultura en Guatemala; el otro, mi querido Tasso Hadjidodou, nacido en Bélgica, de padres griegos, pero más guatemalteco que el tortrix, hombre grande de la cultura y fundador del Festival del Centro Histórico.

“La miseria es obra de los hombres, y solo los hombres pueden acabar con ella”. Joseph Wresinksi

Con ambos me quedo corta en la descripción y a ambos les debo mi presencia en Cuarto Mundo, entre mucho más. A Tasso, por ejemplo, le debo el apodo de l’enfant terrible. Al principio, eso de hablar sobre la pobreza y actuar para su erradicación se me hacía algo demasiado obvio y, por obvio, invisible, en un país que, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi/2023) hoy continúa teniendo un 56% de pobreza y un 16.2% de extrema pobreza. Max, con su paciencia infinita, me fue enseñando que Cuarto Mundo era más que un nombre, y que era un movimiento que había nacido en Francia después de la Segunda Guerra Mundial, gracias a la iniciativa del padre Joseph Wresinksi.

Wresinski hizo un cambio que pocos nos atrevemos a hacer: vivió entre las personas más pobres, cambió la manera de escucharlas, reconocerlas, tratarlas y dignificarlas. En 1987, frente a cien mil personas, fue él quien develó la placa conmemorativa de Cuarto Mundo en Trocadero, la Plaza de los Derechos Humanos en París. Y gracias a él, cinco años más tarde, se instauró el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se conmemora cada 17 de octubre. Hoy, el movimiento ATD/Cuarto Mundo reúne a personas de todas las condiciones, creencias, nacionalidades y culturas, en más de 30 países. Como organización internacional, está dotada de estatuto consultivo con Ecosoc, Unesco, Unicef, OIT, el Consejo de Europa y la Unión Europea. Fui muy afortunada al ser llamada primero, como aliada, y luego como parte del Comité Internacional 17 de Octubre.

No hay un orden divino que separe a las personas pobres de las ricas y tampoco se puede reducir a un cliché la pobreza, ya sea romantizándola mientras sentimos lástima de los pobres que nos quedan lejos, o sintiéndonos salvadores que creen que los pobres deben ser objetos de caridad y ejemplos de superación, gracias a nosotros. Las personas pobres han de ser consultadas sobre sus deseos, sus ideas y sus acciones, porque son fuentes de conocimiento. El fundador de Cuarto Mundo, Joseph Wresinski, soñó con erradicar la pobreza hace décadas, estableciendo un orden distinto al del Tercer Mundo (hoy llamado “países en desarrollo”). “La miseria es obra de los hombres, y solo los hombres pueden acabar con ella”, dijo Wresinksi entonces.

De eso se trata; no de que todos nos volvamos pobres o que todos nos volvamos ricos o que todos tengamos exactamente las mismas cosas, sino de que cada ser humano viva y muera con la misma dignidad. Esto me hace recordar a Joseph Stiglitz, el premio nobel de Economía 2001, cuando dijo que “el 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo que hagan, el 90% de los que nacen ricos mueren ricos independientemente de que hagan o no mérito para ello”. El sistema está mal diseñado y me aterra pensar que se hace realidad lo que dijo el Banco Mundial alguna vez: “para 2030, alrededor de la mitad de las personas extremadamente pobres del mundo vivirá en situaciones de fragilidad, conflicto y violencia”. En toda Guatemala, Cuarto Mundo está presente desde 1979 con las bibliotecas de campo y calle, las acciones educativas, los comedores nutricionales, las farmacias comunitarias y muchas acciones más, que priorizan estratégicamente el trabajo con familias que viven en situación de pobreza. Nos importa partir de verles y escucharles, porque el mundo, cuando se nombra, comienza a existir.