El ya hecho público anuncio de la división interna del oficialismo, en realidad se sospechaba como una posibilidad, como resultado de la inexperiencia del grupo del partido Semilla. Incluso antes de la elección definitiva, Bernardo Arévalo fue advertido del peligro de confiar mucho en el diputado Samuel Pérez, quien ahora confirma encontrarse en las gestiones para crear un nuevo partido político integrado por los “bernardistas”, mientras de hecho se crea un grupo político “no-bernardista” deseoso de hacer lo mismo. En realidad, el primer afectado es el propio mandatario, quien ve materializarse la predicción y comprueba el destino de los pseudopartidos, aunque ganen elecciones.

Este acontecimiento afianza la posición de realizar cambios en la Ley Electoral para evitar la ya mencionada explosión de grupos autocalificados como buenos para dirigir el país, tanto dentro del poder Ejecutivo como del Legislativo. Dentro de la misma lógica el alcalde capitalino, Ricardo Quiñónez, ya está de hecho en campaña presidencial del Partido Unionista, propiedad de Álvaro Arzú hijo y por tanto con parentesco político aparentemente lejano entre ambos. En otro momento haré un análisis de sus características como político dispuesto a llegar a la presidencia gracias a la alcaldía capitalina, como lo hizo Óscar Berger, actualmente retirado en una finca familiar de la costa sur. En resumen, la campaña electoral ya comenzó y durará más de dos años.

El Tren Maya en Guatemala

En una de sus conferencias de prensa matutinas, las “mañaneras”, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum se refirió brevemente a conversaciones con la cancillería guatemalteca al respecto de agregar el paso a territorio nacional del Tren Maya, una obra enorme, de 1,800 kilómetros de largo, sueño del expresidente yucateco Andrés Manuel López Obrador, quien lo planificó para pasar por Yucatán, y por cuatro estados más fronterizos con Guatemala: Chiapas, Tabasco Campeche y Quintana Roo, por lo cual teóricamente tiene sentido para facilitar la comunicación entre los dos países. Sin embargo, conocer en qué consiste el plan debe estar a disposición de todos los guatemaltecos, no solamente entre los presidentes y cancilleres.

Toda megaobra debe ser conocida antes de construirla por tener efectos para la flora, fauna, sitios históricos y la presencia masiva de visitantes y de las obras de infraestructura para atenderlos, es decir caminos, puentes, etc. Hace unas siete décadas se pensó construir una hidroeléctrica en el fronterizo río Usumacinta, eliminada porque inundaría buena parte del territorio petenero, causaría daños a la selva y los sitios arqueológicos de Piedras Negras, Yaxchilán y otros. Ese río no corre en terreno plano, sino marca una frontera natural, cuyo lado mexicano está más alto y las inundaciones alcanzarían parte de los terrenos adecuados para la agricultura y de hecho reducirían el territorio nacional. La idea fue abandonada.

El Tren Maya ya está parcialmente en servicio y las críticas en México se refieren a la falta de suficientes pasajeros y carga para sostenerlo, Por eso, independientemente de los beneficios, es necesario fijarse en los resultados posiblemente negativos. La información otorgada por las autoridades guatemaltecas debe aclarar este aspecto y también otro: el tiempo necesario para hacer la conexión hacia Guatemala, cuánto costará y sobre todo cuánto tiempo tomará. Esto es fundamental porque con toda seguridad las elecciones llevarán a partidos políticos distintos, y entonces el tema se vuelve importante en la etapa de la próxima campaña electoral. La idea, ahora, no es conocida y la puerta debe estar abierta para análisis e informes sobre la realidad y la posibilidad de hacerlo.