A todos nos afecta: el mundial y el estadio Doroteo Guamuch

A todos nos afecta: el mundial y el estadio Doroteo Guamuch

En los tiempos de ayer los fanáticos de nuestro fútbol seguíamos los juegos por medio de la radio. Destacaban voces como “el Veloz González”, Ernesto Ponce Saravia, y en comentarios Humberto Arias Tejada “la Biblia del deporte”. En beisbol eran insustituibles las muy emotivas expresiones de Abdón. Los del “fut” perifoneaban desde el que llamaban […]

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Resumen Automático

09/12/2025 07:58
Fuente: La Hora 
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En los tiempos de ayer los fanáticos de nuestro fútbol seguíamos los juegos por medio de la radio. Destacaban voces como “el Veloz González”, Ernesto Ponce Saravia, y en comentarios Humberto Arias Tejada “la Biblia del deporte”. En beisbol eran insustituibles las muy emotivas expresiones de Abdón. Los del “fut” perifoneaban desde el que llamaban “el Coloso de la zona 5”. Otra variante era “el Coloso de concreto”. En todo caso es una obra que en su momento fue monumental. Pasada la Revolución de Octubre de 1944 en el ambiente se respiraba entusiasmo en medio de brisas frescas (lamentablemente, se contaminaron pronto con emanaciones tóxicas). En medio de ese positivismo se organizaron los Juegos Olímpicos. Se construyó “La ciudad olímpica” en terrenos que fueron parte de la finca “La Palma” de don Manuel Estrada Cabrera (especialmente el gimnasio Teodoro Palacios). Los diseñadores tuvieron buen tino para construir el estadio en un barranco –de la Barranquilla–. La ceremonia de apertura coincidió con la inauguración de los VI Juegos Centroamericanos y del Caribe el 25 de febrero de 1950.

En ese entonces se le llamó Estadio Nacional Olímpico de la Revolución que, ciertamente, fue un logro extraordinario para un país tan pequeño cuando fue construido en 1948. Mutó su nombre a Estadio Mateo Flores y actualmente es Estadio Guamuch Flores, en ambos casos en homenaje a Doroteo Guamuch Flores, campeón de la Maratón de Boston de 1952.

Hace tres años una delegación de FIFA, encabezada por Gianni Infantino, personaje más importante que la mayoría de jefes de Estado. Cuatazo, hoy día, de Donald Trump. Los altos directivos del deporte internacional son tratados con mucha deferencia; manejan mucho poder, influencia y dinero (aló, Qatar); por eso no quieren soltar los puestos que mantienen por muchos años: Havelange, Blatter, Platini, etc. Pues bien, en su visita Infantino expresó: “creemos que un país importante como Guatemala merece un estadio nacional moderno, profesional e importante, que sea un símbolo de un país que tiene una visión de modernidad por el futuro”, agregó que “era hora de pensar en un nuevo estadio nacional que sea orgullo para este país.”

En otras palabras, nos dijo Gianni que nuestro “Coloso de la zona 5” es una mole de cemento vetusta, anticuada, con drenajes deficientes y gramilla mal instalada; por lo mismo un pobre símbolo de la pujanza del país, de esta Guatemala “imparable”. Bien por la idea de un nuevo estadio, pero ¿dónde construirlo? Debe erguirse en el área metropolitana o un sector cercano. ¿Por dónde? El sur está completamente saturado por las urbanizaciones de Villa Nueva, Villa Canales y Amatitlán. Lo mismo hacia el poniente con Mixco, San Pedro, San Lucas y San Juan Sacatepéquez. Al oriente la topografía no ayuda como tampoco hacia el norte y ambos sectores también están comprimidos de núcleos urbanos. Pero el problema no es tanto localizar el terreno plano de unas doce hectáreas (por lo menos); el problema radica en las vías de acceso. No existe ninguna vía “disponible”; hoy día rebalsan la Roosevelt, la Aguilar Batres, la Martí, la San Juan. Más tráfico sólo incrementarían el dolor de cabeza cotidiano de quienes transitan esas avenidas.

Viene a cuento lo anterior porque una de las razones por las que nuevamente nos perdimos la oportunidad de ir a un Mundial es precisamente por no haber jugado los juegos clave en un estadio grande, donde los jugadores se sintieran respaldados por la sinergia de 35,000 voces que gritan y apoyan al unísono; una potencia que amedrenta al equipo visitante. En vez de eso jugamos en lo que los rivales panameños calificaron de “un gallinero”. El jugador “número 12” no pudo pisar la cancha. De igual forma, los “Super-chivos” no pudieron jugar la final en un estadio grande que, estando lleno, intimida realmente. Pero nada. Igual, la inauguración de los recientes Juegos Centroamericanos 2025 no se pudo desarrollar en el Estadio Nacional, se tuvo que realizar en espacios privados.

Todo lo anterior es muy lamentable. Nada hay rescatable, salvo un punto: que los guatemaltecos nos estamos dando cuenta que las malas actuaciones y decisiones de los que detentan autoridad (aunque sea del deporte), nos afecta a todos. Que no podemos desentendernos de sus gestiones. Que tenemos que reaccionar y exigir a otros entes, controladores, que realicen sus cometidos.

Y no se diga mucho del daño tremendo que nos está causando el espantoso tráfico, culpa también de los funcionarios, pero de eso hablaremos en próxima ocasión.