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Opinión: fundamental en la prensa hoy en día
La divulgación instantánea obliga a divulgar más opiniones con criterios distintos, hasta contradictorios.
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Tradicionalmente, el periodismo se dividía en noticias y opiniones, con una importancia más alta en las primeras. Se ilustraba con dibujos y después con fotos, fundadoras del fotoperiodismo, primero blanco y negro y ya a mediados del siglo pasado, en colores. El estilo periodístico, con sus informaciones del qué, cómo, cuándo y a veces el por qué, nació porque eran transmitidas por telégrafo, un avance tecnológico de mediados del siglo XIX. Por su parte, las opiniones ocupaban un lugar importante pero de un cercano segundo orden, producto del pensamiento de autores, escritores y filósofos, bautizadas como columnas. Esto se mantuvo así por décadas hasta la reciente llegada de la tecnología electrónica, con lo cual cambiaron el orden de su categoría.
La divulgación instantánea obliga a divulgar más opiniones con criterios distintos, hasta contradictorios.
En este primer cuarto del siglo XXI se ha convertido a la difusión de los hechos causantes de noticias en una acción tecnológica instantánea y de alcance mundial, cuando a todo esto se agregaron los medios electrónicos personales, capaces de divulgar mentiras o exageraciones con un alcance mundial. Esto provocó un hecho imposible de calificar como retroceso, pero sí con el negativo efecto de no separar al periodismo profesional de la simple opinión de cualquier persona, con el terrible y adicional resultado de engañar, si son falsedades, a un público convertido sin darse cuenta en un divulgador de supuestas informaciones, sin notar la ausencia de una firma responsable.
Obviamente, no todos los medios electrónicos creados por personas bienintencionadas son perversos, pero sí todos los medios perversos han sido creados por malintencionados, también caracterizados por su cobardía al no identificarse. Por su parte, la prensa escrita y profesional es víctima del ataque a veces abierto y en otras sin agallas ni valor o con irracionalidad sobre todo en temas políticos o ideológicos. Sin embargo, la necesidad de conocer criterios sólidos, ya sea de personas comunes y corrientes, o conocedoras de temas políticos analizados con serenidad tiene espacio en el periodismo serio, alejado de considerar al insulto y los gritos como una comprobación de fuerza y no un temor de ser derrumbado por criterios sólidos y presentados con demoledora serenidad.
La prensa escrita —aunque también la transmitida por TV— ante la realidad de la difusión de las noticias en forma instantánea, necesita convertirse en una fuente centrada en opiniones abiertas y serias con la condición de presentar criterios contradictorios, puntos de vista distintos. Esto se logra con el aumento del número de columnistas conocedores tanto de temas específicos y muy variados, analizados desde milenarias bases: lógica, ética según el criterio de analizar sus consecuencias o el hecho en sí. Hacer esto implica aumentar las secciones editoriales para lograr el interés del lector, quien al informarse por los medios electrónicos ya tiene una opinión propia de las noticias, posible de cambiar por el trabajo de quienes opinan, no necesariamente periodistas.
En ese sentido, la calificación de prensa de derecha o de izquierda como definición de un diario y de sus columnistas, lleva sin falta al fracaso aunque llegue después de muchos años. No es eclecticismo en el sentido de dos mitades excluyentes de pensamiento, sino de un uno integrado con un porcentaje intermedio, no a la mitad de ambos sino situado entre dos extremos (entre 1 y 100, 60/40, 70/30, 20/80). Así se puede saber con qué porcentaje se está de acuerdo, ayuda a pensar sin falacias (mentiras disfrazadas de verdades). Este criterio entendible permite el avance del pensamiento, uno de los objetivos del periodismo, posible de ser divulgado entre personas de ideas correctas o equivocaciones distintas, para borrar a los fanáticos en todos los temas.