Temblores, poderes mundiales y un perro beagle

Temblores, poderes mundiales y un perro beagle

Torpezas ensimismadas que satisfacen un presente egoísta.

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Resumen Automático

13/07/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

Tengo un perro beagle que se llama Vito. Cuando fueron los temblores que sacudieron el país el martes pasado, él estaba justo a mi par, devorándose un hueso. He escuchado que los perros y muchos animales tienen agudas sensibilidades que les permiten percibir actos externos que los sentidos humanos no logran. Así, se dice que antes de un tsunami, animales salvajes corren hacia los lugares altos para resguardarse; antes de una tormenta, los pájaros se comportan distinto, y su canto se vuelve mejor pronóstico que el de una agencia de meteorología. Y en los temblores, se dice que los perros aúllan unos segundos antes de que llegue el sacudón. Pero Vito no hizo nada de esto. Ni en el primer temblor, ni en aquel fuerte segundo, que casi me tira de la silla donde estaba sentado. Ni en el tercero, ni el cuarto, ni en ninguno de los tantos que les siguieron. Ese perro seguía haciendo lo propio, relajado en su propio mundo. Definitivamente, si mi Beagle acaso sirve para algo, predecir eventos que sucederán en el futuro, no es esa cosa.

Torpezas ensimismadas que satisfacen un presente egoísta.

Intrigado, me di a la tarea de examinar si esta especial característica animal está comprobada. Y, para sorpresa, encontré que puede haber mucha seriedad detrás de las teorías que, al contrario, podrían interpretarse como meras leyendas urbanas o historias de abuelitos sobre terremotos pasados. De hecho, un artículo publicado ayer por este diario muestra en hoja completa la foto de un simpático y alertado can, junto al título “¿Presienten los temblores?”. En él y en publicaciones serias y científicas, se da cuenta que hay consenso de estudios que reconocen esta particularidad. La explicación generalizada radica, no en una intuición paranormal, sino se centran en que los sentidos de dichos animales están más desarrollados para percibir el mundo exterior.

La fauna está dotada, por naturaleza, de habilidades distintas a las que tenemos las personas para ver lo que sucederá. Esto, para animales y bestias es un regalo de la naturaleza. Pero los humanos, si acaso lo permitimos y buscamos desarrollarlas, alcanzamos capacidades poderosas también para anticipar el futuro. Para lograrlo, es necesario mirar y pensar más allá de la propia condición; de la situación particular que le afecta solo a uno; de actuar en consciencia de lo que sucede afuera de burbujas que nos envuelven y nos limitan el entendimiento. Esa capacidad no es un poder de la naturaleza; es una disposición de la persona por comprender el entorno. Ese modo de proceder, que se envuelve en el ethos individual, luego da camino a la apreciada empatía.

Quien conozca un beagle sabe que es una raza ensimismada. Hacen lo que quieren, cuando quieren, cómo quieren, cegados por su interés inmediato. Son graciosos y se les ama; pero esto porque son perros y no lo pueden evitar. Pero en el mundo hay corrientes poderosas que no merecen esa conmiseración. Más que ponerse como prioridad, actúan como si el resto no importara. Amputada la empatía, hacen del narcisismo colectivo una ideología aceptada. Ni hablarles de armonizarse con el entorno. No es virtud de su moral, ni ven beneficio en semejante norma. Luego suceden reacciones predecibles para quienes vieron más allá y no hallan explicación. Aceptan entonces teorías inverosímiles. Hoy leía sobre los impactos que tendrán las medidas draconianas contra la migración. Esto generará más pobreza y en un futuro, posibles éxodos incontenibles. Un “orden” del hoy, causa el conflicto del mañana. Torpezas ensimismadas que satisfacen un presente egoísta. Como el de Vito, que no anticipó el temblor. Solo tenía mente para el hueso que tenía enfrente.