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Cierre parcial resalta la urgencia de visión mayor
Una infraestructura intermunicipal ejecutada sin distingo de gobiernos marcaría época.
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Entre 75 mil a 85 mil vehículos, de todo tonelaje, transitan a diario por la calle Martí, tramo vial que conecta las rutas al Pacífico y al Atlántico. Durante unos cien días, esta arteria funcionará a medias, debido a los cierres parciales por trabajos municipales de cambio de pavimento, el cual presentaba marcado deterioro e incluso “gradas” en ciertas áreas. El bacheo ya no alcanzaba para recuperar la calidad de rodaje y la expectativa de miles de conductores es que la nueva pista sea de calidad y alta resistencia, acorde al fuerte uso cotidiano. Una fuerte proporción del acarreo de carga de mercancías, materias primas y bienes de exportación se produce sobre esta vía.
Se han trazado rutas alrededor del tramo parcialmente cerrado. Según comentarios expresados en redes sociales, las dificultades adicionales en el tránsito son aceptadas por muchos usuarios, con la esperanza de contar con una arteria en buen estado. Pero, por otra parte, las limitaciones actuales de capacidad de esta vía proseguirán con todo y la renovación de su superficie. Quienes ya peinan canas recuerdan aún cuando la calle Martí tenía un arriate central que fue eliminado para crear un carril adicional, cuya dirección se alterna según las horas pico.
Sin embargo, en términos de logística, competitividad nacional y futuro de la productividad es necesario reforzar la idea —largamente rezagada— de emprender a la brevedad posible las obras de un anillo regional interdepartamental que reduzca el impacto del transporte de carga que solo cruza la capital. Este proyecto tiene más de 20 años de haber surgido, pero primero se poblaron varias áreas —desordenadamente— antes de que se emprendiera un solo kilómetro. Aunque hay un plan de ordenamiento, ponerlo en marcha es un desafío.
Apenas el mes pasado resurgió el tema de la llamada Vía Exprés Nororiente, un proyecto de libramiento de cuatro carriles que atravesaría los municipios de Fraijanes, Palencia, San José Pinula y Guatemala, el cual aliviaría, en parte, las necesidades de conexión vial expedita para ahorrar tiempos y costos que hoy se van en el agujero sin fondo de los atascos, que tienen su núcleo en la calle Martí. Esta arteria de 27 kilómetros conectaría el kilómetro 10 de la ruta al Atlántico con el 23 de la ruta hacia El Salvador.
El proyecto surgió en principio bajo la responsabilidad de la Agencia Nacional de Alianzas Público Privadas (Anadie), que ya efectuó estudios de factibilidad. Sin embargo, a partir de la vigencia de la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria, aprobada el año pasado, ahora su seguimiento y ejecución estaría a cargo del Directorio de Infraestructura Vial Prioritaria (Dipp). Las necesidades de mejorar la eficiencia vial del país son tan grandes y tan postergadas que no hay tiempo que perder. Es necesario afinar las bases, asegurar el derecho de paso y emprender los trámites necesarios para una licitación abierta y transparente, a fin de que no surja otro fiasco como el del ministro mediocre que nos vendió y traicionó a todos con Odebrecht.
Este tramo no debería quedar aislado, y de hecho se deben analizar otras conexiones del anhelado anillo interdepartamental, como la de Escuintla con la ruta a El Salvador, vía El Jocotillo, Villa Canales, la cual, a su vez, entroncaría con la ruta de Barberena a Jalapa. Se debe pensar en grande para realizar de manera visionaria. La integración multisectorial del Dipp evita la concentración de potestades. El remozamiento de la calle Martí será sin duda de mucha utilidad. Una infraestructura intermunicipal ejecutada sin distingo de gobiernos marcaría época.