¿Un tango entre tres?

¿Un tango entre tres?

Musk busca poner al servicio de su nueva formación política los recursos tecnológicos de los que dispone.

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Resumen Automático

16/07/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Un altisonante anuncio hecho en las redes vino a crear una especie de conmoción en el mundo político de los Estados Unidos. El magnate Elon Musk anunció que, luego de una encuesta realizada en sus propias redes, había tomado la decisión de formar un nuevo partido político, con el objeto de disputarle la supremacía a Trump y al Partido Republicano, que hoy dominan ambas cámaras. Esta decisión ocurre luego de la aprobación del one big beautiful bill, o ley de presupuesto, en la que se afectaban directamente los intereses patrimoniales de este personaje.


La creación del “America Party” es la conclusión de un proceso de separación pública que comenzó hace ya un par de meses. El tándem Trump y Musk había cobrado gran relevancia durante la campaña electoral de 2024, en la que ambos cerraron filas para desplazar al Partido Demócrata del poder. Sin embargo, desde los primeros días de la nueva administración quedó claro que ambos, exhibiendo un perfil público extremadamente alto, terminarían por colisionar. La gravitas de ambos personajes, su amplia exposición pública, sus tonantes declaraciones a los medios de comunicación, hacían prefigurar que en un mismo espacio político no cabían dos personas así. Y pronto llegó la ruptura.

La intención de Musk es quebrar el tradicional bipartidismo en Estados Unidos, pero no la tendrá fácil.


La intención de Musk es quebrar el tradicional bipartidismo en Estados Unidos. Lo primero que vale la pena mencionar es que, aun cuando dos partidos políticos son los protagónicos —el caso del Partido Republicano y el Demócrata—, realmente no son los únicos. Una pléyade de micropartidos ha poblado el panorama electoral de Estados Unidos desde hace dos siglos. Pero lo cierto es que todos ellos han probado fortuna sin éxito o se han quedado flotando en la marginalidad. El caso de los partidos Libertario, Verde, Americano, Progresista e incluso el Socialista lo atestiguan. Lo segundo que conviene recordar es que los intentos más recientes de construir una tercera alternativa, al menos las que más han recibido publicidad, han sido producto de un capricho político de un millonario, como fue el caso del texano Ross Perot en 1992, o de un sorpresivo candidato independiente con buen desempeño electoral, como fue John Anderson en 1980. Ambos esfuerzos murieron en el arranque.


Los espacios de participación en Estados Unidos están abiertos, pero no es fácil ir contra la tradición política, las reglas de registro estatal y la estructura nacional de los dos partidos dominantes. Basta recordar que las distintas corrientes dentro de los partidos Demócrata y Republicano ventilan sus diferencias durante la discusión de sus respectivas plataformas electorales, donde la negociación, las concesiones y los acuerdos terminan por asegurar que al final todos cierran filas de cara a una elección. Muy distinto es el caso de Guatemala, donde la disidencia termina por hacer maletas y migrar para fundar otro partido.


El caso de Musk es especial. Poner al servicio de su nueva formación política todos sus recursos tecnológicos es al menos una novedad. Nadie duda del impacto que esto tuvo en la elección más reciente. Sin embargo, el partido nace de arriba hacia abajo, producto de una disputa personal de origen patrimonial y no parece tener un sustrato de base ideológica que lo soporte. Sin duda que el magnetismo del fundador puede tener un efecto de corto plazo en la cobertura noticiosa o incluso en la misma correlación de fuerzas actual, pero queda por ver si esta iniciativa no terminará siendo devorada por esa histórica práctica darwiniana de la política estadounidense, donde el grande se termina imponiendo al chico.