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Sobreponerse a un artero ataque
Israel con determinación afirma su poderío.
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Óscar Vara, estudioso de geopolítica, ha llamado la atención sobre el reordenamiento del Oriente Medio. Israel ha conseguido terminar con el eje de la resistencia creado por Irán para neutralizar la busca de paz. El régimen de los ayatolás tenía una proyección militar hacia el Mediterráneo con presencia en el norte iraquí, Siria y en el sur de la península Arábiga. Lo crítico fue animar a Hamás a una agresión.
Nuevamente el reordenamiento geopolítico se debe a las guerras para aniquilar al enemigo.
El 7 de octubre de 2023, sucedió un ataque donde se asesinó docenas de civiles y se secuestró a cientos de visitantes y pobladores del sur de Israel. Fue una manifestación de violencia delirante, cuyo objetivo era dar marcha atrás a los Acuerdos de Abraham, donde se normalizaba las relaciones de Israel con los regímenes monárquicos árabes. Fue un mal cálculo, pues nunca se evaluó la preparación y capacidad guerrera de Israel. Con golpes de mano, ha descabezado liderazgos, su fuerza aérea y misilera se manifiesta sin oposición, así como su defensa antiaérea tiene un alto grado de efectividad a pesar de su gran costo económico.
Se formó un gobierno de unidad nacional, donde se dejó de lado el cuestionamiento al primer ministro Netanyahu, enfrentado a una oposición con gran base social. Luego, se invadió Gaza para terminar con Hamás. Durante años, esta había conseguido construir una red de túneles donde movía misiles artesanales y colocaba fuerzas militares sin detección fácil.
La operación ha sido tergiversada. Todo el tiempo, hasta ahora, se reporta como si el Ejército israelí sale a matar niños y destruir hospitales. Nunca se menciona ser un resultado indeseable de los combates contra milicias de Hamás que se esconden en áreas civiles, utilizando a la población como escudo. Obvio, en los ataques mueren inocentes, ubicados en la zona de guerra, el dolor humano es muy alto en esa invasión para terminar con el terrorismo. No obstante, la condena a Israel no alcanza a paralizar la operación militar justificada como legítima defensa, pues organismos internacionales y los bufones mediáticos son vistos como aliados de los agresores de Israel.
La avanzada iraní en Siria y sus aliados en Líbano también iniciaron escaramuzas contra los asentamientos al norte de Israel. El Ejército destruyó toda la red de comunicaciones, depósitos y las unidades con mayor equipo o concentración de tropa de Hezbolá. Todavía se tiene presente cómo, el 17 de septiembre de 2024, hubo estallidos de buscapersonas o bíperes en poder de los encargados de enlace. Así, quedó fuera de combate la estructura de comunicaciones de ese ejército patrocinado por Irán. En noviembre de 2024, estaban neutralizados todos los grupos militares en Siria.
El 13 de junio pasado, la operación León Rampante significó el inicio de bombardeos por parte de Israel contra Irán. Se destruyó, entre otros objetivos, la base subterránea de Natanz de enriquecimiento de uranio. Y también se mató a científicos involucrados en la centrifugación y aprovechamiento de la energía nuclear. Luego, ha comenzado un intercambio de misiles con afectación de muchas ciudades de Israel y de Irán.
La resolución de conflictos aparece como sujeta a guerras. Existe una quiebra absoluta del pacifismo, pues se acusa a los manifestantes como instrumento propagandístico parcial. El cálculo costo-beneficio se opera con vidas humanas. Por último, las Naciones Unidas se volvieron intrascendentes.
Después de la guerra, nada volverá a ser como antes. Lo negativo es la cercanía creciente a una guerra con bombas atómicas. Para ello, solo se necesita de un loco dispuesto a aceptar la autodestrucción.