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Premio muy merecido pero un futuro incierto
Ya su huella está marcada en la historia de la participación en política de la mujer del subcontinente latinoamericano.
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Ayer fue un día muy importante para saber detalles de la entrega del Premio Nobel de la Paz a Ana Corina Sosa Machado, en representación de su madre, María Corina Machado, la persona política más importante de América Latina. Escuché el discurso de agradecimiento, improvisado, emotivo y sólido, con el cual se estrenó en el difícil mundo de la política internacional. Lo transmitió el comentarista peruano Jaime Bayly, quien hizo una relación de la casi increíble historia del viaje secreto de Venezuela, Trinidad Tobago, Miami, Maine y Oslo, en el cual hubo lanchas, mar con olas de tres metros, un avión brasileño Embraer, disfraces, pelucas, más de 20 horas de viaje marítimo y aéreo, agotamiento físico y emocional y una llegada tres horas antes de la ceremonia.
A la valiente María Corina Machado los chavezmaduristas no pudieron vencerla. Ganó una batalla importante.
Cuando salió al balcón del hotel, el aplauso, los vítores y la entonación del himno venezolano provocaron la emoción de los presentes, tan grande como la intervención de su hija, quien en su emotivo discurso afirmó el pronto regreso de María Corina a Venezuela. Ojalá no lo haga pronto, como seguramente le recomendará su círculo más cercano, pues sería temerario. La dictadura venezolana, a través del nefasto y oscuro Diosdado Cabello, reaccionó de inmediato con la absurda afirmación de haber sido el gobierno quien la ayudó a salir de Venezuela, sin darse cuenta de ser una implicación de estar ya a punto del derrumbe y necesitar capturarla como una forma de limpiar su imagen y la de la dictadura maduro-chavista. El ansia de venganza ya se despertó.
Regresar mientras la dictadura permanece, la pondría en un riesgo evidente. mucho mayor al sufrido por varios años. Ese escape y el ridículo provocado despertó la ira y la sed de venganza dentro de Venezuela, con una indudable cacería de brujas contra quienes colaboraron. Sin duda será objeto también de análisis contradictorios y opuestos, cuyas bases politiqueras, no políticas, impedirán considerarlas serias. La primera reacción, como dije, fue de Cabello. Sin inmutarse aseguró haber sido el gobierno de Maduro quien ayudó a la líder a salir del país. Absurdo. De ser cierta tal afirmación, pondría en ridículo al Ejército, pues ella logró burlar a diez retenes militares, pero regresar ahora sería una temeridad, pues en esta ocasión tuvo suerte, tan necesaria siempre, pero, por supuesto, nunca permanente ni garantizada.
El Nobel de la Paz es un galardón eminentemente político desde su principio, algunas veces dedicado a personas cuyas acciones beneficiosas para los seres humanos aportan a esa paz entendida no solo como la ausencia de guerra. Merecen ser tomados en cuenta quienes se enfrentan a las dictaduras y apoyan a los principios básicos de la democracia en su válido significado occidental liberal, no de socialismo parcial o completo, cuyos pésimos resultados surgen sin excepción en todos los países donde son aplicados, incluyendo por supuesto a Venezuela, otrora la democracia más sólida de América Latina y con una potencialidad económica envidiable. Eso debe ser comprendido antes de realizar cualquier análisis al respecto, crítico o de apoyo.
Ella sufre de fibromialgia, una enfermedad de larga duración centrada en los huesos y los músculos, causante de fatiga y sueño. Esto debe mencionarse porque ha complicado su vida personal, su tarea política y la azarosa travesía de su llegada. Debe recordar también el factor de beneficio político de Washington de este momento para participar en el proceso, pero eso no es permanente. Al salir Maduro, podrá regresar y utilizar su fuerza moral para el presidente legal venezolano, Edmundo González. Como sea, ya su huella está marcada en la historia de la participación en política de la mujer del subcontinente latinoamericano, en especial la poseedora de una hoja de vida limpia. Ahora tiene muy merecida una temporada de descanso con su familia.