Enfermedad renal crónica: “La mortalidad que el mundo espera ver para 2050, en Guatemala ya se observa”

Enfermedad renal crónica: “La mortalidad que el mundo espera ver para 2050, en Guatemala ya se observa”

El nefrólogo pediatra Randall Lou indica que, con la resolución sobre salud renal aprobada por la OMS e impulsada por Guatemala, los Estados se comprometen a incluir la atención integral de los enfermos renales dentro de sus sistemas de salud.

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11/06/2025 00:06
Fuente: Prensa Libre 

El nefrólogo pediatra guatemalteco Randall Lou fue uno de los promotores de la resolución sobre la enfermedad renal crónica (ERC), aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la 78.ª Asamblea Mundial de la Salud. La iniciativa busca posicionar la afección como prioridad en la Agenda de Salud Global y compromete a los Estados miembros a brindar atención integral a los pacientes renales.

Lou menciona que este logro es importante porque, por primera vez en la historia, Guatemala propone y lidera una resolución en la OMS. Se trata, además, del primer acuerdo sobre enfermedad renal, y fue aceptado por unanimidad.

“Son los países pequeños los que estamos sufriendo este problema y tenía que salir de nosotros la solución”, dice Lou, ya que Guatemala ocupa el cuarto lugar del continente en mortalidad por esta enfermedad.

En entrevista con Prensa Libre, el médico habla de la situación de la ERC en el país y del trabajo que se realiza para atender a los pacientes, cuya cantidad va en aumento.

¿Qué importancia adquiere para Guatemala esta resolución?

En 2009, la enfermedad renal crónica (ERC) estaba en el octavo lugar entre las causas de enfermedad, y en 2019 subió al quinto, con un incremento cercano al 65% en la mortalidad.

En 2024, hay una tendencia al alza, no hacia el quinto, sino al cuarto lugar. La mortalidad que el mundo espera ver para 2050, en Guatemala ya se está observando.

Por eso, es importante que el problema se priorice, porque permitirá el acceso a programas que faciliten el intercambio de buenas prácticas entre los países, acceso a tratamiento integral, mecanismos de compra conjuntos que favorezcan el acceso temprano al tratamiento, y el establecimiento de nuevas líneas de investigación para desarrollar terapias innovadoras.

¿Cómo se ha estado abordando el tema en el país?

El programa de salud renal se creó en 2023 y se puso en marcha en febrero de 2024. Este busca articular los esfuerzos de todas las entidades que trabajan en la atención de los pacientes y ofrecer una solución conjunta. En ese sentido, se ha trabajado la estrategia “Plan de Acción Salud Renal 2030”. El ministro de Salud, Joaquín Barnoya ha acompañado este plan y su desarrollo, y uno de los primeros retos fue la obtención de datos, porque sin datos no se puede avanzar. Esto permitió conocer la edad de los pacientes.

En los países desarrollados, lo usual es que el pico de pacientes nuevos ocurra entre los 60 y 70 años. En Guatemala, se registran dos picos: uno entre los 20 y 30 años, y otro entre los 60 y 70 años, algo inusual.

Hay jóvenes enfermos, lo que no solo reduce la posibilidad de tener un país productivo, sino que también incrementa la probabilidad de que aumente la pobreza. Si no tienen una sobrevida adecuada, son jóvenes que estarán dejando niños y viudas a esa edad.

¿Quiénes se están enfermando?

La enfermedad se distribuye de manera heterogénea, y afecta principalmente a los departamentos de la costa sur. Al recabar los datos, se observa que los pacientes están enfermando a causa de la diabetes, principalmente mujeres y hombres adultos.

Además, hay una relación estadística con ciertos trabajos que exigen esfuerzo físico bajo condiciones de estrés térmico —al aire libre, bajo el sol y en jornadas extenuantes—, como los cortadores de caña y los trabajadores de la industria de la construcción.

¿Los datos que se han logrado recabar nos muestran la realidad del país?

Son datos que se recaban por demanda de servicios, es decir, los pacientes que tenemos registrados en nuestros sistemas de diálisis son aquellos que acuden a solicitar el servicio. Sin embargo, quienes no lo demandan no están siendo captados. Aun así, los datos ofrecen información valiosa para poder actuar.

Uno quisiera cerrar los ojos y al abrirlos encontrar una realidad diferente. No se trata solo de querer hacer las cosas, sino también de voluntad, esfuerzo y estrategia. Este proceso demandará tiempo, porque hemos cavado durante 20 años para llegar a esta situación, y no podemos esperar que, en un abrir y cerrar de ojos, la realidad se transforme.

¿Qué se está haciendo para identificar aquellos casos que no llegan a los servicios de salud?

La enfermedad renal es silenciosa y, en la mayoría de los casos, se detecta cuando el paciente ya está en estado grave y necesita diálisis. Es necesario buscarlos de manera más intencionada, y en ese sentido se han realizado esfuerzos: se está implementando una estrategia de búsqueda activa de pacientes con presión alta, diabetes y que, eventualmente, puedan tener enfermedad renal.

Esto implica reestructurar el modelo de atención en el primer nivel de salud. Con la iniciativa Hearts, que ya se implementa en departamentos como Escuintla, Jutiapa, Sololá y Quiché, se capacita al personal de salud para la identificación de estos casos. Además, conlleva proveerles los insumos y el tratamiento que los pacientes necesitarán.

¿Cuánta gente consulta los servicios de salud por enfermedad renal?

El IGSS reporta cerca de 5 mil pacientes al año, y el Ministerio de Salud, aproximadamente la misma cantidad. En conjunto, se estima que alrededor de 30 pacientes consultan diariamente por esta causa.

En los hospitales San Juan de Dios, Roosevelt, General de Accidentes y Regional de Occidente, la enfermedad renal es el diagnóstico número uno entre los ingresos.

Ante esta realidad, ¿qué hacer?

Ningún país está plenamente preparado, y Guatemala, con un sistema de salud que ha estado abandonado durante mucho tiempo, tampoco lo está. Por ello, es fundamental apostarle a la prevención.

Debemos entender que existe una responsabilidad individual, ya que durante los últimos 20 años se han tomado malas decisiones en cuanto a la alimentación. Si queremos ver una realidad diferente, tomará entre 15 y 20 años, pero es necesario comenzar.

Cualquier nefrólogo entrenado dirá que el mejor tratamiento es la prevención. Pero, si la persona ya presenta enfermedad renal avanzada, la siguiente opción es el trasplante; si este no es posible, se recurre a la diálisis peritoneal, y si tampoco se puede aplicar, a la hemodiálisis.

Otro dato relevante es que actualmente se está tratando al 75% de los pacientes con hemodiálisis, al 25% con diálisis peritoneal, y apenas al 0.5% con trasplante.

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