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Reseña de ‘¿Y dónde está el policía?’: Liam Neeson tiene talento para el ridículo
Es agradable ver a Liam Neeson en la película Y dónde está el policía (Naked Gun) especialmente si necesita de unas buenas carcajadas.
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Frank Drebin Jr., el despreocupadamente bobo héroe que interpreta Liam Neeson en ¿Y dónde está el policía?, tiene talento para el desastre. Frank es un detective de Los Ángeles, donde lucha contra el crimen e ignora la ley; a veces a propósito y a veces sin querer.
Con sus corbatas flojas y su aire cansado, parece un policía sacado de un drama televisivo, uno de esos veteranos de la comisaría que sueltan comentarios cínicos entre casos.
Y si Frank parece especialmente apto para el puesto, es porque es un digno heredero del policía original que sigue —con elaboradas metidas de pata y una interminable serie de malentendidos absurdos— el atarantado ejemplo de su padre.
El policía original, por supuesto, era Frank Drebin padre, interpretado con torpeza magistral por Leslie Nielsen en una trilogía que empezó con ¿Y dónde está el policía? (1988).
Las películas, derivadas Police Squad! (1982), una serie de televisión que no duró mucho tiempo al aire, sacaban carcajadas del abismo que existía entre la inexpresiva seriedad de su héroe y su absurdo, y el del mundo.
En un momento de la primera película, Frank se disfraza de árbitro de béisbol y canta los strikes con teatralidad mientras Reggie Jackson amenaza con matar a la reina Isabel y un malévolo Ricardo Montalbán le hinca el diente a un dedo humano metido en un pan de hot dog.
La nueva película en gran medida se adhiere a la fórmula creada por los listillos que hicieron la primera ¿Y dónde está el piloto?: Jerry Zucker, Jim Abrahams, David Zucker, Pat Proft. Como antes, la nueva película está protagonizada por un actor más conocido por su tensa sobriedad que por resbalar con cáscaras de plátano.
Nielsen, entre otros papeles, interpretó al capitán sin salvación en La aventura del Poseidón. Neeson tiene un currículum más extenso y diverso, así como el reconocimiento de sus colegas, ya que recibió una nominación al Oscar por su papel en La lista de Schindler.
Sin embargo, a partir de Búsqueda implacable (2009), también se ha vuelto un habitual de esos thrillers violentos y de trama elaborada que son tan exagerados que se acercan, y a veces caen, en la autoparodia involuntaria.
La historia aquí es sin duda lo de menos, y consiste en que Frank se mete en líos y sale de ellos, además de meterse y salir de su coche, en medio de juegos de palabras y escenas disparatadas, como un atraco a un banco cerca del principio que se convierte en una batalla campal de bofetadas. Pronto empieza a hacerle ojitos a la seductora en turno (una encantadora Pamela Anderson), a cruzarse en el camino de un villano tecnológico hambriento de poder (Danny Huston, impecable) y hacer toda clase de tonterías en la comisaría y en otros lugares.
CCH Pounder aparece como la agobiada jefa de Frank, mientras que Paul Walter Hauser interpreta a su mejor amigo en el trabajo. Hay guiños a las películas anteriores, incluyendo un chiste fallido sobre OJ Simpson, quien fue parte central de la trilogía, y algunas indirectas a la brutalidad policial que resultan casi ofensivamente flojas.
Al igual que los cineastas originales, los ocurrentes creadores de esta versión —el director es Akiva Schaffer, quien comparte el crédito del guion con Dan Gregor y Doug Mand— han adoptado con gusto tanto la obviedad como el maximalismo.
El ritmo es en general rápido, los chistes orgullosamente ridículos y abundantes; el cine estilo Abbott y Costello y los Tres Chiflados sigue siendo un referente constante. Schaffer lanza mucho a la pantalla (alterna hábilmente entre el humor verbal y la comedia física), y lo lanza todo a un ritmo lo suficientemente rápido como para que uno no tenga tiempo de quejarse del material más débil. Por separado, muchos de los chistes podrían no funcionar, pero cuando estás en una ventisca no te fijas en cada copo de nieve individual.
Hay una gran poesía en el rostro de Neeson, que está marcado por líneas y una melancolía palpable, y al principio puede parecer casi demasiado buen actor para interpretar a un personaje tan obtuso como Frank. Y también está la realidad de que a veces puede llevar un poco de tiempo aceptar a un nuevo actor en un papel que era tan sinónimo de otro; reírse demasiado del sustituto puede sentirse casi como una traición.
La primera escena espectacularmente violenta de Neeson en ¿Y dónde está el policía? es apropiadamente ridícula. Sin embargo, a medida que avanza la película, el actor añade profundidad emocional al personaje y surge otro Frank Drebin, algo similar pero también lo suficientemente diferente. Es agradable verlo, especialmente si, como yo, necesitas desesperadamente unas buenas carcajadas.
¿Y dónde está el piloto?
Clasificada PG-13 por violencia bobalicona y tonterías sensuales. Duración: 1 hora y 25 minutos. En cines.