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Un invernadero que siembra esperanza
La Enca desarrolla un proyecto educativo agrícola que busca revolucionar la forma en que producimos alimentos en Guatemala.
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En medio de tantos desafíos que enfrenta el país, es alentador saber que también hay proyectos que traen esperanza. Uno de ellos se está gestando desde Bárcenas, en la Escuela Nacional Central de Agricultura (Enca), donde pronto se construirá un moderno invernadero de alta tecnología que podría contribuir a mejorar la productividad agrícola, bajo el amparo del proyecto “Capacitación y tecnología en invernaderos sostenibles en Guatemala”. Este esfuerzo, respaldado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid) y la Universidad de Almería, busca capacitar a más de tres mil 500 agricultores y 600 estudiantes guatemaltecos en técnicas modernas como la hidroponía, el riego eficiente y el manejo sostenible de cultivos. En otras palabras, se trata de preparar a quienes trabajan la tierra para que lo hagan de forma más productiva, rentable y amigable con el medioambiente. Pero lo más valioso no es solo el equipo tecnológico que tendrá este invernadero —sensores, control de clima, sistemas inteligentes de riego—, sino el impacto que puede tener en la vida de muchas personas. Porque no se trata solo de producir más, sino de hacerlo mejor, cuidando el suelo, el agua y, sobre todo, ofreciendo nuevas oportunidades a quienes más lo necesitan. La infraestructura incluye: reservorio de almacenamiento de agua: 487 m3 de acero galvanizado, invernadero modelo gótico, control de clima con estación climática, ventilación cenital y lateral, ground cover blanco de 100 gr/m2, sistema de fertirriego mediante inyección, panel de control eléctrico para control de riego con sensores de pH y conductividad eléctrica.
Con tecnología, capacitación e inclusión, la Enca se pone a la vanguardia para transformar la agricultura nacional.
La Enca, institución con más de cien años de historia que ha formado técnicos agropecuarios, asumirá un nuevo rol: ser puente entre el conocimiento técnico de alto nivel y las necesidades de las comunidades rurales. Se enseñará tanto en el aula como en el campo, y habrá programas presenciales y virtuales, para que nadie se quede fuera. El proyecto también tiene una visión clara de inclusión. Se están creando las condiciones para que las mujeres participen en igualdad de condiciones y se empoderen económicamente. Además, se respetan los saberes ancestrales y la diversidad cultural del país, algo clave si queremos una agricultura realmente sostenible y conectada con nuestras raíces. Por si fuera poco, el enfoque ambiental es fuerte: se reducirá el uso de agroquímicos, se cuidará el agua y se usarán energías limpias. Todo esto apunta a una agricultura más sana, no solo para la tierra, sino también para quienes consumimos lo que en ella se cultiva.
Lo mejor de todo es que esto no es un sueño inalcanzable ni un proyecto de papel. Ya hay experiencia en Nicaragua con resultados positivos, y en Guatemala está claro qué se quiere hacer, quién lo va a hacer y cómo se va a lograr. La Enca aportará el terreno la experiencia docente y la conexión con el sector agrícola. La universidad española y la Aecid pondrán la tecnología, el financiamiento y la metodología.
Con este tipo de iniciativas, la cooperación internacional deja de ser solo ayuda para convertirse en una verdadera alianza para el desarrollo. Y eso es lo que necesitamos: proyectos que nos permitan avanzar, aprender y crecer con dignidad. Guatemala tiene tierra fértil. No solo para sembrar cultivos productivos, sino también para sembrar ideas, oportunidades y futuro. Este invernadero en Bárcenas es una semilla que, si la cuidamos bien, puede dar cosechas abundantes para el país entero.
No cabe duda de que la mejor agricultura a nivel mundial en la actualidad se encuentra en las áreas desérticas y semidesérticas, en donde la escasez de recursos los ha llevado a desarrollar tecnologías que resuelvan su problemática de producción, y España en esas áreas es un ejemplo del cultivo en sistemas protegidos. Guatemala podría multiplicar por mucho su capacidad productiva si implementa un buen sistema de producción, utilizando invernaderos de alta tecnología y un manejo adecuado de riegos. La Enca ahora combinará su experiencia en educación agrícola con las tecnologías de España e Israel, pues cuenta también ya con una finca modelo coadministrada con Israel.