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De raíces y semillas
“La refundación del Movimiento Semilla”. Así anunció Samuel Pérez la creación de su nuevo partido político: “Raíces”. Al escuchar que parte de la bancada crearía un nuevo partido, no pude evitar sentir una profunda decepción y frustración. No contra ellos, sino contra quienes hicieron y permitieron que esto pasara. Raíces surge de la imposibilidad de […]
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“La refundación del Movimiento Semilla”. Así anunció Samuel Pérez la creación de su nuevo partido político: “Raíces”.
Al escuchar que parte de la bancada crearía un nuevo partido, no pude evitar sentir una profunda decepción y frustración. No contra ellos, sino contra quienes hicieron y permitieron que esto pasara.
Raíces surge de la imposibilidad de continuar con el partido del Movimiento Semilla, que fue “cancelado” mediante una serie de atrocidades legales inéditas en el país (y quizá en el mundo – hasta en Rusia hacen cosas más creíbles), dedicadas a alejarlos del poder.
Pecando de iluso, no pensé que la suspensión / cancelación de Semilla se materializaría. No creía posible que una medida tan abiertamente ilegal y maliciosa iba a mantenerse. Pero lo hizo, convalidada por un sistema de justicia y una Corte de Constitucionalidad criminales. El sector privado “tradicional”, que se pinta como baluarte de la democracia y el Estado de derecho, no tuvo ninguna incomodidad de financiar diputados y Magistrados para que hicieran esto realidad.
En el Congreso, las narco-bancadas disfrazadas de partidos han sido parte activa de este sabotaje, mientras que otras han guardado silencio cómplice para aprovecharse de que le ataron las manos a un “oponente”. El presidente decidió no usar las vastas herramientas a su disposición para pelear por su partido, sino que optó por una suerte de condescendencia con quienes buscan defenestrarlo, en aras de mantener la “gobernabilidad”.
El hecho que la parte más proactiva de Semilla haya decidido formar otro partido sólo confirmó lo que temía: no van a lograr recuperar el partido, al menos no antes de 2027.
Esto me causó un profundo pesar desde dos perspectivas. Como abogado, porque se siente que ni la ley ni el conocimiento importan en Guatemala. Un grupo de fiscales, jueces, abogados, empresarios y políticos con severas limitaciones intelectuales, usando argumentos que no harían sentido a un niño, lograron borrar del mapa al partido de gobierno, que representa la tercera fuerza política más grande del Congreso. Se siente absurdo hablar de “estándares internacionales” y derecho constitucional viendo cómo aplica “la ley” en la práctica.
Pero, más que ello, me causó pesar como ciudadano, como guatemalteco. Al pasar encima de Semilla, quienes ordenaron, financiaron y ejecutaron estos actos (uno o dos, centenares de corruptos) también pasaron encima del voto de millones de guatemaltecos. Pasaron encima de las exigencias de las manifestaciones más grandes en la historia del país: que se respetara el resultado de las elecciones. Pasaron encima de los propios ideales por los que mucha gente luchó y murió: una democracia donde gobierna el que tiene más votos.
La voluntad de unos cuantos de privar al partido en el poder de las herramientas para ejecutar su agenda política (hacer citaciones, presidir comisiones, estar en la JD del Congreso) se logró imponer sobre la voluntad de los millones que votaron por que se hiciera realidad esa agenda. No sólo eso, sino que quitaron la opción de siquiera votar por ellos para las siguientes elecciones.
¿Era el partido un éxito garantizado? No. ¿Serían distintas las cosas si fueran una bancada “oficial”? No sé, quizá no. Tal vez todo habría sido un fracaso; o tal vez no. Nos quitaron la opción de averiguarlo, de elegir. Esto no es democracia.
Al enterrar a Semilla, nos dan a todos un mensaje claro: no traten de cambiar el sistema – no traten de hacer las cosas diferentes. No los vamos a dejar.
Más a mi pesar, pareciera que a mucha gente ya no le importa. Las discusiones sobre los intentos de recuperar a Semilla tratan el tema como uno de “intereses egoístas”, una “lucha personal entre Consuelo Porras y el oficialismo”, o un “reciclaje de partidos”. Varios analistas y representantes de sociedad civil que se pintan como “democráticos”, deciden activamente ignorar la aberración que es todo esto, porque le está pasando a un partido cuya ideología no comparten. Hasta dentro del gobierno (muy, muy arriba en el gobierno) decidieron que esto no era una prioridad.
Son pocas las personas que parecen tratar la cancelación de Semilla como la amenaza existencial a la democracia que es.
No tomo la creación de Raíces como una abdicación o un “reciclaje”. Es la única salida lógica e inteligente para mantener a flote un proyecto político. Es de admirar la valentía y resiliencia de quienes quieren seguir luchando. Enterraron a la semilla, y ahora está sacando raíces.
Sólo lamento que se hayan visto forzados a llegar hasta ahí.