Una traición al noble pueblo de Guatemala

Una traición al noble pueblo de Guatemala

El erario no es —citando la expresión popular—  una laguna para mantener lagartos.

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Resumen Automático

17/04/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

La mañana del próximo Sábado Santo, mientras rige la confiada y devota espera de la conmemoración de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, tendrá lugar, una vez más, en varias localidades de Guatemala, una tradición: el acarreo de monigotes de trapo que representan a Judas Iscariote, el discípulo que traicionó al Salvador, según él para su propio provecho, pero que al final fue para su perdición. Acarreado en carretas, exhibido en esquinas y plazas, pendiendo de postes y árboles. Con sorna y tono de desahogo, tal muñeco efímero porta un rótulo, que es su “testamento”, en el cual confiesa su apostasía y señala a compinches, pero nadie le cree porque fingió ser algo y sus acciones lo desmintieron.

Cualquier parecido con la realidad histórica de Guatemala es pura y exacta coincidencia de los alcances que pueden llegar a tener personajes ególatras y miopes, interesados en el lucro y no en el desarrollo de las comunidades y del país. En palabras declaran altos ideales, pero solo se afanan en concentrar influencias suficientes para su beneficio personal y el de allegados. Peor aún, invocan a Dios en vano, usan el discurso moralista y alusiones religiosas, a veces Biblia en mano, pero sus actos los han delatado una y otra vez, invariablemente. Muchos son los ejemplos de tales traiciones por 30 siclos de plata o quizá más: la cifra no hace ninguna diferencia porque el bochorno histórico es el mismo.

La ciudadanía guatemalteca trabaja a diario, desde la oscuridad de la madrugada hasta entrada la noche, para poder proveer el sustento a sus familias, para producir bienes y servicios, crear riqueza y generar oportunidades de progreso a pesar de los rezagos de infraestructura, del asedio delictivo y de las parsimonias estatales. Todo este esfuerzo conlleva, por supuesto, a cumplir con sus obligaciones fiscales.

El erario no es —citando la expresión popular— una laguna para mantener lagartos. Las arcas públicas tienen dueño y es todo un pueblo esperanzado en contar con autoridades y representantes íntegros, responsables y capaces de conducir los destinos de la Nación a un horizonte de desarrollo integral, competitividad productiva y prevalencia del bien común. Los fondos de que disponen los tres poderes del Estado no son para el despilfarro, la malversación o la extralimitación de gastos alegando falsas potestades.

La madrugada del 27 de noviembre de 2024, 87 diputados al Congreso avalaron un autoaumento ilícito y traicionero. Si esa era su intención, desde el principio lo hubieran dicho en campaña, a ver si la ciudadanía los elegía. El repudio a esa onerosa e ilegal treta es generalizado. La Directiva intentó “legalizarlo” en febrero, pero es imposible. La Corte de Constitucionalidad, aún bajo la presidencia de Néster Vásquez, se lavó las manos, como Pilato, a pesar de que anteriormente intervino decisivamente en otros asuntos legislativos. El aumento se está cobrando, pero debe ser revertido por el pleno. Los jefes de bloques huyeron de las sesiones para no abordar el tema. Los diputados que lo aprobaron y propusieron se hacen los sordos, pero cobran sus monedas. ¿Con quién se les puede comparar?

Estamos en Semana Santa, tiempo de reflexión, y es lo que se puede recomendar a los representantes electos de la ciudadanía. El Evangelio de Juan relata que Judas Iscariote era el responsable de administrar los recursos del grupo, pero “era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella” (Juan 12,6). Los diputados deben volver al hemiciclo y el primer punto de agenda debe ser abordar el autoaumento de la vergüenza y derogarlo, si es que no quieren pasar a la historia como traidores a su misión.