Tiempo de reunir fuerzas

Tiempo de reunir fuerzas

Un sentimiento de rechazo al Gobierno, cuando menos conviene al país.

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Resumen Automático

20/07/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

El otro día me encontré con alguien, y pronto nos enganchamos en una plática sobre cosas que afectan al país. Yo, que más o menos presentía cuál sería su respuesta, le lancé una pregunta capciosa; más, para confirmar lo que imaginaba que sería su posición. Y, francamente, acerté. Le pregunté: “¿Y el presidente, usted? A lo que solo puso los ojos en blanco y respondió con un sonido: “¡Ughhh!”. Tengo la impresión de que la percepción del presidente entre la ciudadanía no goza de vuelos altos. Un presidente que recibe inmerecidamente un rechazo similar al de truhanes pasados, en un momento inconveniente.


Ya prácticamente tenemos encima el 2026, un año en que —como me dijo un respetado amigo— se juega el futuro democrático de Guatemala. Las estrellas se alinearon esta vez y crearon un corto y extraordinario portal de tiempo en el que se reconfigurarán —o no— las fuerzas que dirigen cinco instituciones clave en la estructura nacional. Ya en papel, el rol de cada una de ellas es crucial: la última palabra constitucional que lo abarca todo; el ente rector y organizador electoral; el ente investigador y persecutor de delitos; la vasta Universidad de San Carlos; y la unidad de contraloría pública. Pero más allá de sus enormes roles objetivos, cada una de estas son piezas clave, dado que se convirtieron en cuarteles en donde se entroncó la corrupción, y desde los cuales sus operadores lanzan llamas a su antojo, con fines aviesos.

Las cinco columnas son clave en el andamiaje público; pero, además, hoy son cuarteles donde reside la operatividad de la corrupción pública.


Así, el máximo foro constitucional se convirtió en un arma que avala fallos convenencieros. El tribunal electoral, un filtro, donde descaradamente se descartan candidatos al antojo. La jefatura del Ministerio Público, no digamos, que arremete y persigue, para intimidar y anular personas, atacando reputaciones y privando su libertad. La universidad, la única pública, otrora garante de una mística y una misión, como gigantesco elefante metido en múltiples esferas cruciales. Y la oficina del contralor, que tiene como gaje particular la capacidad de truncar la vida pública de funcionarios, al negarles el finiquito. Las cinco columnas son clave en el andamiaje público; pero, además, hoy son cuarteles donde reside la operatividad de la corrupción pública.


2026 es una ventana política única para modificar este orden. Pero será de luchas magnánimes y épicas, a las que un columnista de este diario muy bien denominó “La madre de todas las batallas”. Personalmente, observo solo dos fuerzas contendientes: Por un lado, la sociedad de saqueo que por décadas se nutrió, y que cada cuatro años solo cambiaba de administrador —el último de ellos, el partido Vamos— y demás similares. Y por el otro, las fuerzas motivadas por la institucionalidad y el orden democrático, que, a menos que los lectores visualicen otro, dependen del liderazgo que logre ejercer el presidente Arévalo. Los unos van armados con oscuros capitales, jueces comprados y hasta fusiles de asalto. El segundo depende del respaldo. El del exterior, que lo tiene. Y el interno. El respaldo que logre obtener de su propio pueblo.


Hay un sentimiento de rechazo al Gobierno, cuando menos conviene al país. Y es inverosímil. ¿Cómo no crecen en respaldo, en los días mismos cuando se dan a tacos con el más longevo y repudiable poder sindical? ¿Cómo no nace simpatía, ni con lo de la libre competencia, o la estrategia que fortalece nuestro posicionamiento internacional? Planteo esta hipótesis: Parten asumiendo que debemos concordar con sus peleas; no comunican objetivos. Por qué lo hacen. Qué ganará la gente. Esto va más allá de la imagen de un presidente. Se juega lo que salga del 2026, que se nos viene encima.