Lo que la psicología dice sobre quienes “dan todo por amor” y terminan vacíos

Lo que la psicología dice sobre quienes “dan todo por amor” y terminan vacíos

La entrega total en el amor no es una virtud, sino un síntoma: surge de heridas infantiles y conduce al desgaste emocional y a la pérdida de identidad.

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28/07/2025 14:15
Fuente: Prensa Libre 

En el imaginario romántico, darlo todo por amor se presenta como la máxima expresión del sentimiento. Las películas, las series y esa idea del “amor romántico” han reforzado esa creencia. Sin embargo, esta entrega desmedida, lejos de ser una virtud, oculta un patrón psicológico complejo que tiene sus raíces en la infancia y que, invariablemente, conduce al vacío emocional y a la pérdida de identidad.

La persona que se entrega por completo en una relación de pareja suele hacerlo desde una creencia profunda de no ser valiosa por sí misma. Esta convicción, forjada en los primeros años de vida, la lleva a pensar que solo mediante la entrega desmesurada podrá obtener y conservar el amor del otro. Se trata de un mecanismo de supervivencia emocional que, paradójicamente, termina destruyendo aquello que intenta proteger.

Esta dinámica no surge de una generosidad genuina, sino del miedo: el miedo al abandono, a la soledad, a descubrir que, efectivamente, no es digna de ser amada tal como es. Por eso se transforma, se adapta, se sacrifica hasta desaparecer, creyendo que en esa desaparición de sí misma encontrará la garantía del amor eterno.

Lo que estas personas no comprenden es que están construyendo relaciones sobre cimientos falsos. El amor que reciben no es hacia su verdadero ser, sino hacia la máscara que han creado para ser aceptadas. Y cuando esa máscara se vuelve insostenible, cuando el esfuerzo por sostenerla las agota, descubren que están profundamente vacías, habiendo perdido el contacto con su esencia auténtica.

Las raíces del problema

Los patrones de entrega total en el amor tienen su origen en experiencias tempranas que moldearon la percepción del niño sobre su propio valor. “Todo es un hilo conductor en el cual este deseo de tener que darlo todo por amor viene de haberse sentido abandonado”, explica el psicólogo y terapeuta de parejas Aníbal Acajabón.

El apego ansioso e inseguro se convierte en el molde que definirá las futuras relaciones amorosas. Cuando los padres satisfacen las necesidades del niño de manera inconsistente, cuando su amor parece estar condicionado al comportamiento o al rendimiento del menor, se instala una creencia tóxica: “Solo soy amado cuando doy todo de mí”.

“También influye el chantaje emocional, donde hay papás o mamás que dicen: ‘Si no haces esto, no te amo. Si no haces lo otro, no eres un buen hijo’”, añade Acajabón. “Entonces, el niño crece tratando de cumplir las expectativas del otro para sentirse amado y valorado”.

Esta dinámica se perpetúa en la edad adulta, cuando la persona busca, de manera inconsciente, recrear esos patrones familiares, atrayendo parejas que confirmen su creencia de que debe ganarse el amor a través del sacrificio personal.

Quienes dan todo por amor temen no ser dignos de afecto y creen que deben sacrificarse para ser aceptados. (Foto Prensa Libre: Freepik)

El precio de la entrega desmedida

La consecuencia inevitable de darlo todo sin recibir es el vacío emocional. Como explica la psicóloga clínica y terapeuta de parejas Gabriela Escobar: “Sacrificar la propia identidad a cambio de amor es algo muy complejo, porque significa que yo dejo de ser yo misma, dejo de lado incluso valores, necesidades, todo con tal de complacer a la otra persona”.

Este patrón genera un círculo vicioso devastador. La persona se entrega por completo esperando llenar su “tanque emocional”, pero, al no recibir lo mismo que da, experimenta un vacío creciente que intenta compensar entregando aún más. Es una espiral descendente que conduce al agotamiento psicológico.

Las señales de alarma son evidentes, pero a menudo se ignoran: el aislamiento progresivo de amigos y familia, el abandono de aficiones y actividades personales, la pérdida de la alegría y la espontaneidad que caracterizaban a la persona antes de la relación, advierte Acajabón.

El camino hacia el equilibrio

La recuperación de estos patrones requiere un trabajo profundo de autoconocimiento y reestructuración de creencias. “Trabajar en uno mismo es, básicamente, dejar de esperar que la otra persona cambie para cambiar yo, y comenzar a cambiar”, aconseja Escobar. “Trabajar en la autoestima, mantener espacios y actividades propias, no depender 100% de la otra persona”.

El establecimiento de límites saludables emerge como una habilidad fundamental que debe desarrollarse. “Poner límites es una forma de autocuidado y de autorrespeto hacia nosotros mismos y nuestras necesidades afectivas”, enfatiza Escobar. “Los límites, básicamente, me dicen quién soy yo y quién no”.

La terapia psicológica se convierte en un recurso invaluable en este proceso, especialmente porque quienes están inmersos en estas dinámicas suelen ser los últimos en reconocer el problema. La ayuda profesional permite identificar los patrones destructivos, trabajar las heridas de origen y desarrollar herramientas para construir relaciones más equilibradas y auténticas.

El amor sano no requiere la desaparición del yo, sino su expresión plena en compañía del otro. Amar sin perderse no solo es posible, sino la única forma de construir vínculos duraderos y genuinos que nutran a ambas personas, en lugar de vaciar a una para llenar a la otra, coinciden los expertos.