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Enderezar el rumbo
Tienen que aprender a trabajar juntos, aunque no sean amigos, como dice la vicepresidenta.
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Hace dos días, en Emisoras Unidas tuve el gusto de compartir micrófonos con la licenciada Arabella Castro (exministra de Educación y expresidenta del Congreso de la República), sobre el rumbo del actual gobierno. Ambos invitados fuimos compañeros de gabinete de gobierno y por ello, marcando la diferencia de aquella época con la actual, convinimos en muchos temas, incluyendo que el quehacer gubernamental ahora es más complicado y complejo.
Ayer leí una valiosa contribución investigativa de Diestra, con los resultados de la quinta edición de su diagnóstico de percepciones de líderes de opinión de diferentes corrientes de pensamiento político e ideologías, consultando a tanques de pensamiento, periodistas, analistas y líderes de opinión, sector privado, sociedad civil y comunidad internacional, acerca de la gestión presidencial.
Desde el primer estudio de opinión, en abril del año pasado, al quinto, de abril de este año, al preguntar si consideran que el país marcha en el rumbo correcto, “el definitivamente no; y no, pero podría estar peor”, subió del 28% al 78%, mientras “el definitivamente sí; si, pero podría mejorar; y aún es temprano para deducirlo”, bajó del 62% al 22%. Un deterioro constante.
Los entrevistados en la radio coincidimos con los consultados por Diestra, en que el gobierno, además de ostentar la legitimidad y legalidad electoral, tiene fortalezas como cuadros más técnicos, mayor transparencia, más dialogantes y con mayor habilidad diplomática, pero que muestra debilidades por la escasez de funcionarios con experiencia política y en administración pública, ausencia de liderazgo en virtualmente todos los niveles, desconfianza en el aparato público, ingenuidad política, incapacidad de ejecución, falta de cohesión y ausencia de trabajo en equipo. Empezando por la discrepancia de la vicepresidenta con el presidente, ventilada públicamente, por su resistencia a reducirse el salario.
La población quiere resultados, no más excusas ni justificaciones.
Al actual gobierno aún le quedan 33 de los 48 meses de su mandato (70%), por lo que todavía puede enderezar el rumbo. Todo depende del binomio presidencial; los únicos electos en el Organismo Ejecutivo, mientras los demás funcionarios, desde ministros, directores y jefes subalternos son susceptibles de reemplazo, como los fusibles, si se funden o no dan la talla.
Pareciera ser momento para que la cúpula del gobierno arevalista haga una encerrona reflexiva de autocrítica, debidamente facilitada por un experto independiente, para integrarse y trabajar como un solo y auténtico equipo, ayudándose unos a otros, porque todos dependen de todos.
Tienen que aprender a trabajar juntos, aunque no sean amigos, como dice la vicepresidenta. Habría que crear instancias interministeriales más ágiles, prácticas, horizontales, virtuales o presenciales, por ejemplo, a nivel de viceministros, para afrontar los problemas con rapidez, en forma coordinada y coherente. Sin mesas burocráticas rimbombantes, sino para resolver inmediatamente, con presteza, colaboración y mínimo papeleo.
La población quiere resultados, no más excusas ni justificaciones. Sin miedo. Si aceptaron los cargos y se metieron al gobierno, deben asumir los riesgos y consecuencias, o mejor que renuncien, para que la presidencia nombre a otros. Pero que el binomio presidencial sea el ejemplo. No hay tiempo que perder.
Como expresé en este mismo espacio el 15 de enero pasado, si bien es cierto que “la decencia es el más alto título para ocupar un cargo público”, debe ir acompañada de resultados oportunos y de calidad, con capacidad, conocimientos, experiencia, habilidad política y valentía.