El “Ministerio del Atolito”: una tradición solidaria que alimenta corazones en Guatemala

El “Ministerio del Atolito”: una tradición solidaria que alimenta corazones en Guatemala

Cada lunes y viernes, don Pedro tiende su mesa para dar atol, pan y compañía a quien llegue convirtiendo una tradición familiar en un acto de solidaridad.

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26/10/2025 08:00
Fuente: Prensa Libre 

El reloj marcaba las 15.30 horas del viernes. Pedro Divassi, apresurado, terminaba de preparar su atol: una mezcla de Incaparina, azúcar morena, vainilla, sal y canela, para darle un sabor diferente, “que sea más rico”, dice. Es una receta que le ha llevado 12 años perfeccionar, aunque todos los que la toman se la halagan.

La olla con café ya está lista en el fuego y los panitos están dispuestos en una bandeja. En algunas ocasiones también prepara pan con jamón. “La clave de este asunto es hacerlo de veras como que es para uno”, comenta.

Entre carreras, “don Pedro”, como le dicen de cariño, estaba pendiente del fuego para que su atol no se quemara y estuviera listo a las 4 de la tarde en punto, ya que afuera muchas personas lo esperaban con ansias para recibir su atol y pan gratis.

La escena se repite los lunes por la madrugada, ya que ese día el horario es más temprano, “para que los que reciban su atol con panito empiecen bien la semana, con algo en el estómago”, dice.

Es una actividad que Divassi realiza desde hace más de una década. “Siempre he dicho que la misión que me fue encomendada es dar un atolito caliente a quienes lo desean, sin juzgar ni condenar”, explica.

El atolito

Un letrero de casi 13 años de antigüedad anuncia la iniciativa de Divassi: “¡¡HOY!! Atol y café con pan gratis (lunes 6.00 horas y viernes 16.00 horas)”, se lee como una invitación para que todas aquellas personas que transiten por la avenida San José, entre la 4a. y 5a. avenidas de la zona 1 puedan formar fila y recibir de Divassi un vaso de atol y pan.

Quienes así lo deseen, pueden sentarse a compartir con el resto de personas en las sillas que él coloca alrededor de la mesa en la que sirve.

Muchos ya lo conocen, lo esperan y se emocionan cuando lo ven sacar su mesa para colocar sus preparaciones. Algunos transitan por la avenida de camino o de regreso de su trabajo; otros, por suerte o casualidad, caminaban por allí y recibieron la invitación de él para compartir una pequeña refacción.

No ve rostros, tampoco apariencias: “No juzgo ni condeno el por qué no tienen dinero o trabajo”, explica. “Yo comparto con todos los que lo deseen, porque así me enseñaron mis padres”.
Si bien esta iniciativa la comenzó hace 13 años, el ejemplo de compartir y ayudar a los demás lo aprendió de sus padres, quienes siempre le enseñaron a compartir con el prójimo.

Divassi prepara atol y pan gratis cada lunes y viernes desde hace 13 años. (Cortesía Pedro Divassi)

Iniciativa propia

Si bien Divassi es creyente y practica una religión, su acción no está ligada a ninguna organización. Cuando las personas le preguntan: “¿Por qué hace esto? ¿De parte de quién es?”, él les explica que lo que reciben es “de parte de su familia, como un agradecimiento a Dios por tantas bendiciones”.

En todos los años que lleva con lo que bautizó como Ministerio del Atolito, ha recibido donativos esporádicos de personas que han visto su iniciativa; sin embargo, todo lo que comparte proviene de él y su familia.

Aunque durante algunos años tuvo el apoyo de su esposa, comenta que con el tiempo ella se dedicó a cuidar a sus nietos, y él continuó solo con esa actividad.

“Algo que lleva el sello del Ministerio del Atolito es la forma de tratar a las personas. Yo las trato como me gustaría que me trataran a mí, porque ellos —personas en situación de calle, principalmente— necesitan cariño y respeto, mucho respeto”, comparte.

El Ministerio del Atolito nació como un acto familiar de gratitud a Dios. (Foto Prensa Libre: Belinda S. Martínez)

Sin interrupción

Desde que comenzó con el Ministerio del Atolito, han sido pocas las veces que Divassi ha dejado de compartir su pequeña refacción con quienes lo desean. Incluso durante la pandemia, con todas las precauciones que la situación ameritaba, decidió ayudar. “Uno sobrevivía como podía, pero a ellos ¿quién los ayudaba?”, relata.

“Sé lo que es amanecer un lunes sin alimentos y sin dinero, y que alguien amablemente te ofrezca un atolito con pan. Es algo que viene del cielo”, añade.

Cada semana, sin interrupciones, todo está listo los lunes a las 6 horas y los viernes a las 16 horas. Con agradecimiento y dedicación, Divassi seguirá compartiendo. “Siempre que Dios me lo permita”, expresa.

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