Comentarios sobre las elecciones hondureñas

Comentarios sobre las elecciones hondureñas

Aun no es posible conocer quién ganó en Honduras, a causa de la mínima distancia entre los Asfura y Masralla. a la palabra corrupción y decidió una nueva forma de medir el dinero del erario.

Enlace generado

Resumen Automático

05/12/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Las elecciones hondureñas del domingo pasado han despertado interés entre los ciudadanos guatemaltecos, quienes en general no lo hacen en los procesos electorales del resto de países del istmo. Esta diferencia se debe, en parte, a las declaraciones de Donald Trump para no solamente señalar a quien es su “candidato oficial”, sino la amenaza de haber consecuencias si los electores no le obedecen. Los hondureños se pusieron díscolos y no votaron en contra de la aspirante oficial, sino a favor de Nasry Asfura, del Partido Nacional, dejando a Salvador Nasralla en un cercanísimo segundo lugar y a la aspirante oficial, Rivi Moncada, en un lejano tercer puesto. Es necesario hacer algunas consideraciones sobre las matemáticas políticas, porque sus resultados a veces son engañosos.

Los votantes catrachos inscritos en el Consejo Nacional Electoral son 6.5 millones. Por tanto, la mayoría absoluta son 3.25, pero al ser el porcentaje de participantes de 3.5, esa mayoría es de 2.7 millones. Según el diario El Heraldo, a las 4 pm de ayer Asfura llevaba 1.125 millones y Nasralla, 1.89 millones, con la mínima diferencia de 22,748 sufragios. Los porcentajes del número de participantes eran así: el primero, 40.25%; el segundo, 39.4%, pero estos números se refieren a los participantes, no a los empadronados. Por tanto, descienden a 25% y a 23.4, en todos los casos con una diferencia de menos del 1%. Los ausentes suman el 40%, y por eso ocupan el mayor porcentaje de los ciudadanos aptos para votar, pero sin voluntad. Esto es un mensaje.

En el 14% de votos por escrutar, con la totalidad de sufragios o solamente los votantes, quien gane no puede presumir de ser el más popular. Se trata de un empate técnico, realmente. Y para entender el significado de este punto, el nuevo presidente en realidad solo tendrá a su favor los votos logrados, al restar los del ganador de los de quien ocupe el segundo y demás lugares. Esta es la manera más realista de conocer el nivel de apoyo de quien sea electo. En los países donde el voto es obligatorio y se castiga o se multa a quien no participe, tampoco tiene mucho sentido real hablar de popularidad. Los candidatos en todos los casos no tienen interés por hablar de porcentajes del total, porque posteriormente les sirve para presumir en las reuniones con grupos ciudadanos.

Apellidos poco comunes

Un aspecto de los presidentes actuales de Centroamérica se refiere a sus apellidos poco comunes, originados en idiomas ajenos al español. Sin importar quién gane en Honduras, llegará uno con esta peculiaridad, pues tanto Asfura como Nasralla no son conocidos. En el caso de Guatemala, solo cuatro de los presidentes han tenido esa característica, y ha sido en el siglo pasado y el principio del actual. Se trata de Kjell Laugerud, de ascendencia noruega; Jacobo Árbenz, de origen suizo, Berger, de Bélgica, y Giammattei, de Italia. Esto los ha convertido en un referente directo a su persona, y el título de presidente de hecho es innecesario y solamente se usa en ocasiones ceremoniales de gobierno o de instituciones públicas o privadas. Es el caso de Nayid Bukele, en El Salvador, es similar.

Honduras y Costa Rica han logrado tener partidos con varias décadas de existencia, algo imposible en nuestro país,

Las elecciones hondureñas hacen pensar en las ventajas y desventajas del cargo vicepresidencial y de la existencia de una segunda vuelta electoral entre los dos primeros. Esto incita a la creación de los pseudominipartidos, lo cual, si bien es cierto ha funcionado en un par de ocasiones, en la mayoría es un cargo de poca utilidad y por ello un gasto innecesario. La historia política guatemalteca se ha caracterizado en todos los casos, incluyendo la Revolución de Octubre, ahora olvidada. Honduras y Costa Rica han logrado tener partidos con varias décadas de existencia, algo imposible en nuestro país, sobre todo a causa de un efecto no esperado de la Constitución Política actual.