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Presión alta: qué es, causas, síntomas y cómo controlarla de forma efectiva
La hipertensión puede avanzar sin síntomas evidentes y causar daños graves al corazón, al cerebro y a los riñones. Conozca sus causas, signos de alerta y cómo controlarla de forma efectiva.
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Conocida como “la asesina silenciosa”, la hipertensión no presenta síntomas evidentes en sus etapas iniciales. Es un padecimiento que, si no se trata adecuadamente, puede comprometer la vida. La falta de control puede derivar en complicaciones graves en el corazón, el cerebro, los riñones, los ojos y otros órganos vitales.
Según el portal MedlinePlus, la presión arterial es “una medición de la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre a su cuerpo”.
El médico internista Eduardo Rojas explica que una presión de 140/90 milímetros de mercurio (mmHg) ya se considera fase 2 y requiere atención médica urgente. A partir de ese nivel aumentan los riesgos de sufrir un derrame cerebral, un infarto, insuficiencia renal o cardíaca.
Rojas subraya que uno de los principales problemas es la ausencia de síntomas evidentes, lo que lleva a muchas personas a confiarse y no consultar a tiempo. “Se le conoce como ‘la asesina silenciosa’ porque, en la mayoría de los casos, no presenta síntomas. Esto genera confianza en las personas, ya que pueden tener la presión elevada sin ningún malestar”, explica.
¿Cuáles son los síntomas de la presión alta?
Aunque suele ser asintomática, existen signos que pueden alertar al presentarse con frecuencia:
- Dolor de cabeza, especialmente en la parte posterior
- Mareos o pérdida de equilibrio
- Zumbidos en los oídos
- Sensación de opresión en el pecho
- Dificultad para respirar
“Cuando estos síntomas se presentan de forma simultánea y se intensifican, existe un riesgo inminente de derrame cerebral o infarto del miocardio”, advierte Rojas.
Cómo controlar la hipertensión y sus tratamientos
El tratamiento se divide en dos enfoques: farmacológico y no farmacológico. Este último es fundamental en etapas tempranas y se basa en modificaciones al estilo de vida:
- Ejercicio regular: realizar de 30 a 40 minutos diarios puede reducir la presión entre 5 y 7 mmHg.
- Reducción de sal: se recomienda limitar el consumo de sodio a menos de 1.500 mg diarios.
- Alimentación saludable: incluir frutas como uvas y manzanas, y vegetales de hoja verde que ayudan a liberar óxido nítrico, lo cual relaja las arterias.
- Manejo del estrés: disminuir el cortisol y otras hormonas que elevan la presión arterial.
- Dormir adecuadamente: mantener un horario constante de sueño de 7 a 8 horas diarias.
- Evitar el tabaco y reducir el consumo de alcohol: ambos elevan la presión sin aportar beneficios.
- Control del peso: reducir al menos un 10% del peso corporal en tres o cuatro meses mejora significativamente los niveles de presión.
“Aplicando estos cambios, es posible reducir entre 20 y 25 mmHg sin necesidad de medicamentos. Si, pese a todo, los valores continúan elevados, se considera iniciar tratamiento farmacológico”, afirma el experto.
Niveles comunes de presión arterial y signos de alerta
Rojas indica que los niveles ideales deben mantenerse en 120/80 mmHg. Cuando los valores superan los 140/90 mmHg, se requiere atención médica. “Estos niveles aumentan el riesgo de eventos cerebrovasculares, infartos e insuficiencias renales y cardíacas”.
Si, tras un mes de dieta, ejercicio y cuidados adecuados, los valores no disminuyen, se debe evaluar la necesidad de medicación, ajustada al perfil del paciente.
¿Qué hacer en caso de presión alta o baja?
En casos de presión alta con valores elevados, es indispensable acudir a un centro de salud. “No se recomienda automedicarse. Cada paciente requiere una evaluación individual”, enfatiza Rojas.
En el caso de presión baja, recomienda acostar a la persona y elevarle las piernas para mejorar el flujo sanguíneo al cerebro. “Si está consciente, se le pueden ofrecer líquidos. Una vez estabilizada, debe consultar a un médico”.
Riesgos de la presión arterial descontrolada
Rojas advierte que los desbalances en la presión arterial pueden derivar en dos tipos de complicaciones: agudas y crónicas.
- Complicaciones agudas: se presentan cuando los valores alcanzan o superan los 180/120 mmHg. En estos casos puede producirse un derrame cerebral, un infarto o incluso la muerte súbita.
- Complicaciones crónicas: aparecen con valores sostenidos de 140/90 mmHg. Estas afectan órganos vitales como:
- Corazón: hipertrofia ventricular e insuficiencia cardíaca.
- Riñones: muerte progresiva de nefronas, que lleva a diálisis o trasplante renal.
- Cerebro: obstrucción de arterias cerebrales que provoca derrames isquémicos.
“El cuerpo intenta mantener el equilibrio —homeostasis—, pero si el daño se prolonga, ya no puede compensar más y aparecen las consecuencias”, concluye.

Un estilo de vida saludable puede reducir entre 20 y 25 mmHg sin necesidad de medicamentos destacan los expertos. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)