Lecciones de la historia

Lecciones de la historia

Ojalá más personas de la trayectoria de quien hoy ocupa la atención de esta columna hagan vida política.

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Resumen Automático

22/10/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Tuve la oportunidad y el privilegio hace unos días de conversar con uno de los hacedores de historia en nuestro país. Me refiero a don Fernando Andrade Díaz-Durán, profesional, diplomático, empresario y hombre de familia con una trayectoria verdaderamente impactante. El evento era la presentación de sus memorias, que se encuentran contenidas en el libro titulado Andrade Díaz-Durán, pasaporte a mi historia. Los hechos a través de mis ojos. La conversación, precedida por sendos comentarios del reconocido periodista Mario Antonio Sandoval y el destacado empresario Emmanuel Seidner, transcurrió en un formato muy agradable, en el que tuvimos ocasión de adentrarnos en los detalles contados y no contados del texto presentado.


El testimonio de vida de este profesional tiene poca comparación con otros personajes de la vida pública en nuestro país. De las labores de logística que prestó siendo muy joven en las redes de quienes trabajaron activamente por la liberación en 1954, a la dirigencia estudiantil universitaria donde le tocó librar una batalla contra los radicales de filiación comunista que dominaban este campo desde hacía muchos años. De su rol facilitador de la comunicación entre sectores importantes del país en momentos de gran polarización, a su papel crucial en el relevo en la jefatura de Estado en 1983. De su trayectoria exitosa como rector de la diplomacia guatemalteca, en la que reposicionó al país en una época en la que sufría de un severo aislamiento, a su participación como candidato en dos ocasiones en la azarosa política. En todos estos episodios, Andrade Díaz-Durán jugó un papel crucial y en su libro nos comparte sus experiencias sin escatimar detalle.


Guatemala es un país donde se escribe poco la historia. Cuando se escribe, en ocasiones se suele hacer por meras referencias o por consignas ideológicas. Son pocas las veces que un testigo y actor de los eventos, como es el caso de Andrade Díaz-Durán, lo hace y además con gran propiedad. También su suele leer poco de historia. Estamos orillando a las nuevas generaciones a quedarse con resúmenes, grandes titulares o narrativas construidas por grupos de interés. Por ello, estos testimonios son tan necesarios como útiles para aportar nuevos y mejores datos.

Son pocas las veces que un testigo y actor de los eventos escribe con gran propiedad sobre los hechos vividos.


De esta presentación, aparte de los muy interesantes temas allí conversados con el autor, quedan muchas reflexiones sobre el quehacer de la historia. A quienes tienen el interés de profundizar sobre la vida política de nuestro país me atrevo a compartir algunas ideas que, creo, pueden serles de gran utilidad. Primero, es preciso, siempre que sea posible, atender las fuentes primarias. Es decir, leer a quienes han vivido y sido parte de los hechos. Luego, sospechen siempre de la uniformidad. Todo evento político tiene siempre matices. La uniformidad solo puede delatar agenda.


Tercero, procuren siempre seguir los hilos sueltos. En toda historia siempre hay testimonios olvidados, datos dispersos o voces aisladas que pueden tener una parte de la historia que no ha sido desarrollada. Por último, la tarea de investigación histórica nunca debe estar sujeta a moldes predeterminados o a esquemas que anticipen conclusiones. No hay peor historia que la que se escribe para hacerla calzar con fórceps en las preconcepciones ideológicas, desechando todo aquello que no se ajuste al dictado político.


Ojalá más personajes compartan sus memorias. Ojalá más personas de la trayectoria de quien hoy ocupa la atención de esta columna hagan vida política que luego puedan compartir a las generaciones venideras.

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