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¿Adiós a la Ética? La Universidad entre el Mercado y la Política
En mi último artículo, reflexioné sobre la universidad y sus miembros como semillero del cambio social. Un lector me contactó para señalarme la poca posibilidad que existe de que eso sea realidad en nuestro medio, argumentando que la enseñanza ética y moral en las universidades está mal enfocada o simplemente ausente. Por consiguiente, entender y […]
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En mi último artículo, reflexioné sobre la universidad y sus miembros como semillero del cambio social. Un lector me contactó para señalarme la poca posibilidad que existe de que eso sea realidad en nuestro medio, argumentando que la enseñanza ética y moral en las universidades está mal enfocada o simplemente ausente.
Por consiguiente, entender y analizar este dilema se convierte en una obligación ineludible para la Universidad. A continuación, exploraremos la opinión de dos influyentes educadores norteamericanos; en un próximo artículo, analizaremos las posturas de pensadores europeos y latinoamericanos.
Harold Bloom (1930-2019): La Traición a lo Estético y la Pérdida de la Sabiduría. El educador y crítico literario estadounidense Harold Bloom fue conocido por su feroz defensa del canon occidental y su dura crítica al estado de las humanidades en las universidades modernas. Su pensamiento central sobre la educación universitaria puede resumirse en estos puntos:
Bloom reprochaba que las humanidades desaparecieran de los currículos. Para él, las obras de carácter universal debían juzgarse por su mérito estético y su fuerza literaria, y no por criterios políticos, sociales o morales.
Sostenía que la función de la lectura profunda de clásicos y pensadores es enriquecer y aumentar el «yo interior» del lector, ayudándole a enfrentarse a su propia soledad y vida diaria. La lectura, afirmaba, no tiene como propósito convertir a nadie en un mejor ciudadano o promover el bien común. Aseguraba que la literatura nunca debería estar motivada por el activismo social y político, sino por el arte, la belleza y la verdad que podía extraerse de ella.
Sostenía que ciertas ideologías, y el modo en que se gestionaban, deslegitimaban el valor real del pensamiento de los grandes autores. Bloom aseguraba que la academia había sustituido la búsqueda de la sabiduría –la comprensión profunda del alma humana, la ética y la moral que ofrecen los grandes temas– por la simple acumulación de información, reduciendo el arte a un panfleto social.
En esencia, en lugar de reflexionar sobre la condición humana a través de la literatura y el ensayo, el estudiante se consume dentro de la cultura popular (muchas veces con ideas preconcebidas) o de lo que lee solo saca teorías abstractas. Con ello, se pierde la formación ética y moral que solo da la inmersión en la buena lectura. Bloom creía que la universidad estaba matando el arte por la política y reemplazando la verdadera enseñanza (sabiduría y ética) con activismo y datos superficiales.
Una posición igualmente destacada, pero con un enfoque diferente sobre la moral y la ética, se encuentra en el trabajo de la filósofa norteamericana Martha C. Nussbaum (Universidad de Chicago).
Su postura es una firme crítica al modelo mercantilista de la educación superior, que prioriza la rentabilidad económica sobre la formación ciudadana y ética (Realidad de la que no escapan nuestras universidades). En tal sentido, Nussbaum defiende que la enseñanza universitaria no debe tener como único fin la producción de profesionales eficientes para el mercado, sino la formación de ciudadanos críticos y responsables para una democracia global. La universidad debe «cultivar la humanidad» en el estudiante.
En su obra El cultivo de la humanidad, Nussbaum argumenta que la formación ética y moral debe desarrollarse a través de tres habilidades esenciales que la educación superior debe fomentar: 1º El Examen Crítico de Uno Mismo (Habilidad Socrática): La enseñanza de la moralidad no debe ser la mera transmisión de reglas, sino el desarrollo de la capacidad de razonar, argumentar y cuestionar las propias tradiciones, creencias y prejuicios. 2º La Ética Crítica: La ética se aprende desafiando el statu quo y evaluando si las instituciones y prácticas sociales, económicas y políticas son realmente justas. 3º El Ideal del Ciudadano del Mundo (Cosmopolitismo): La formación ética debe trascender las fronteras nacionales. Los estudiantes deben aprender a verse como parte de una comunidad mayor y a comprender y respetar la pluralidad de formas en las que se manifiesta la dignidad humana.
¡Qué lejos están nuestras universidades de todo ello! La politiquería y el comercio las están asfixiando.