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¿Está Guatemala preparada para enfrentar un sismo de alta intensidad? Expertos responden ante amenaza latente
Expertos de diversas instituciones advierten sobre los riesgos latentes en el país y recomiendan reforzar los planes de prevención y respuesta para minimizar los daños en futuros eventos sísmicos.
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Aunque los expertos prefieren no responder de forma directa, sus recomendaciones confirman que Guatemala no está preparada para enfrentar un sismo de alta intensidad, y sugieren fortalecer las normas de construcción, consolidar planes de respuesta familiar y fomentar la gestión de riesgo en centros educativos.
Durante un seminario en el que participaron expertos del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (Ceur) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) y la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), la subsecretaria de Gestión de Riesgo de esta última institución, María Ángela Leal Pineda, expuso la vulnerabilidad de la edificación urbana actual en Guatemala y subrayó que el cumplimiento de normas de construcción es clave para reducir el caos que generan los sismos.
Leal recordó que Guatemala se encuentra en un territorio altamente sísmico debido a la presencia de fallas activas como la del Motagua, Chixoy-Polochic, Jalpatagua y Jocotán-Chamelecón, todas en constante interacción con las placas tectónicas de Norteamérica, Caribe y Cocos. Ante este riesgo, dijo que la preparación no debe limitarse a las instituciones, sino que debe involucrar a cada familia con planes propios de evacuación y para saber qué hacer después del evento.
Resistencia
Leal Pineda dijo que, si ahora se habla de sismorresistencia en los edificios, es importante verificar cómo se desarrollan las obras, especialmente en centros urbanos donde se incrementa la construcción vertical, como la capital, Escuintla, Cobán y Quetzaltenango.
“En estos lugares debe revisarse qué normativas se aplican, qué materiales se utilizan y si los diseños contemplan espacios adecuados para la evacuación”, precisó.
Leal indicó que la Conred ha desarrollado cuatro normas junto con la Asociación Guatemalteca de Ingeniería Estructural y otras entidades, con el objetivo de garantizar que las edificaciones cumplan con estándares mínimos de seguridad. Entre ellas, se incluye la verificación de materiales y la incorporación de espacios de evacuación dentro de los proyectos.
“Si compro una casa, debo preguntar si implementan todas las normas para tener seguridad de que me dará tiempo de salir de esa edificación”, comentó, al recalcar que los desarrolladores deben incorporar estas medidas desde el diseño.
Presión
La delegada de la Conred reconoció que sobre esa institución existe presión por parte de las empresas constructoras, que en muchos casos reciben financiamiento y deben entregar los proyectos en plazos cortos.
“Nos vemos muy presionados, porque ahora se venden en planos las construcciones y el desarrollador obtiene un préstamo de una financiera para construir. Tiene una presión grande porque debe construir ya, pero debe hacerlo bajo normativas que aseguren que la construcción sea una inversión segura”, subrayó.
La subsecretaria insistió en que la supervisión no detiene el desarrollo del país, como le han reclamado algunos desarrolladores cuando se les recalcan los espacios de evacuación, sino que asegura la vida de las personas y protege las inversiones. Recordó que en otros países, como Chile, después de un terremoto se endurecieron las normas de construcción al punto de que ahora los edificios no solo son sismorresistentes, sino que cuentan con mecanismos para proteger a sus habitantes. En ese contexto, dijo que, en vez de recomendar salir a las calles, las autoridades chilenas aconsejan permanecer dentro de los inmuebles, ya que en la vía pública se genera caos.
“En Guatemala estamos lejos de llegar a ese nivel de preparación, pero debemos hacer conciencia de que se construya de manera diferente y se siga el ejemplo de esos países”, señaló. Para ello, dijo, las municipalidades deben asumir su rol como entidades rectoras del uso del suelo, asegurándose de conocer el tipo de terreno en cada localidad y de aplicar correctamente las normativas.
Atascos
Leal Pineda recordó que el caos registrado el pasado 8 de julio, cuando miles de personas salieron a las calles y congestionaron la movilidad para llegar a sus hogares, demuestra la falta de planes de respuesta.
“Generamos un caos porque no hay conciencia de que estamos en horario escolar; es quien debería tener los planes de respuesta, para saber que mi hijo o hija está bien resguardado y entonces tener tiempo de llegar por él”, explicó.
Agregó que muchos niños llegaron tarde a sus casas porque los buses escolares quedaron atrapados en el tránsito. En su opinión, un plan familiar debe incluir claridad sobre quién recogerá a los hijos en caso de emergencia, para evitar colapsos de movilidad que también impiden el trabajo de los cuerpos de socorro.
“Si los bomberos hubieran tenido que llevar a pacientes, nunca hubieran llegado”, lamentó.
Diego Castro, coordinador del área de Sismología del Insivumeh, explicó que, aunque no es competencia directa de esa entidad, consideran que si la población está preparada, los daños ocasionados por un sismo pueden ser mínimos o incluso nulos. En ese sentido, recomendó que todo sistema industrial cuente con controles automatizados para cortar el suministro de gas o electricidad durante un temblor, pues un cortocircuito puede provocar incendios.
Castro destacó que la estrategia más efectiva, tanto a nivel gubernamental como individual, es garantizar edificaciones seguras. “Podemos tener un sistema perfecto, el mejor sistema, pero la verdadera estrategia es construir de manera que los edificios resistan los eventos más fuertes”, puntualizó.
Kevin Nufio Martije, jefe del Centro de Desarrollo Seguro y Desastres de la USAC, considera que los simulacros y las sirenas de alerta son suficientes para prevenir daños ante los sismos, y que la gestión de prevención debe incluirse en la currícula de los centros educativos desde el nivel primario, ya que, en la mayoría de los casos, es hasta que los estudiantes llegan a la universidad cuando se les habla por primera vez de gestión de riesgo.
“Durante los simulacros, la gente sale riendo, y hasta es una actividad que les molesta y no genera necesidad en la gente, pero es porque hay gestión de riesgo muy baja”, señaló.
Mediante campañas y apoyo para efectuar simulacros, Nufio afirma que han tratado de mejorar los conocimientos en diversos estratos sociales y en apoyo a la Conred.