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Realidades del comercio exterior
Las remesas permiten importar más que el doble de lo que se exporta.
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Las estadísticas son elocuentes; en 2024 las exportaciones de Guatemala alcanzaron US$14.6 mil millones y las importaciones fueron de US$32.5 mil millones. El país importó más que el doble de lo que exportó y al solo tomar en cuenta estos datos, se esperaría ver una devaluación del quetzal. Sin embargo, lo que financia los dólares para el marcado exceso de importaciones sobre exportaciones son las remesas de US$21.5 mil millones en 2024. Otra manera de apreciar estos datos es que US$14.6 mil millones de exportaciones, más US$21.5 mil millones de remesas, suman US$36.1 mil millones que ingresaron al país, contra US$32.5 mil millones egresados por importaciones, que deja todavía a la economía guatemalteca con un “colchón” de dólares ingresados vs. egresados, empoderando al Banco de Guatemala a realizar acrobacias monetarias y cambiarias para mantener el tipo de cambio relativamente estable.
Será difícil que Guatemala pueda evitar el arancel de 10%.
Las exportaciones de Guatemala a EE. UU. en 2024 fueron US$4.6 mil millones, mientras que las importaciones de ese país fueron US$10.5 mil millones; Guatemala le vendió menos de la mitad de lo que le compró. EE. UU. tiene una balanza comercial fuertemente favorable con Guatemala y bajo la lógica de Trump no justificaría aplicar un arancel de 10% a las exportaciones guatemaltecas. Hay por lo menos dos factores a tomar en cuenta. Uno es que Guatemala recibió remesas por US$21.5 mil millones. El otro es que, si bien Guatemala aplica aranceles relativamente bajos, cobra, además, IVA de 12% a las importaciones, que en teoría no es un arancel, pero en la práctica es un impuesto por ingresar bienes del exterior.
El pasado domingo, en conferencia de prensa, Trump y Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, anunciaron un marco de acuerdo comercial entre la Unión Europea y EE. UU. Un aspecto que resalta es que las exportaciones de la Unión Europea (UE) a EE. UU. pagarán en general un arancel de 15%, mientras que las exportaciones estadounidenses a la UE tendrán arancel de 0%. A primera vista, parecería que Trump le metió un golazo a la UE, cobrando 15%, por lo que les compra y pagando 0% por lo que les vende. Pero la circunstancia es similar a la de Guatemala. Los países miembros de la UE tienen altas tasas de IVA que aplican a las importaciones; Francia 20%, Alemania 19%, Italia 22%, Holanda y España 21%, Suecia y Dinamarca 25%. Además, países como Alemania exoneran o acreditan a sus exportadores; a un fabricante que pagó IVA en Alemania por los bienes y servicios que compró para producir un automóvil que exporta, el gobierno le reembolsará esos impuestos. EE. UU. no tiene IVA y no exonera de impuestos domésticos a sus exportadores.
Otro aspecto del acuerdo comercial es que la Unión Europea comprará más petróleo y gas a EE. UU. y buscará eliminar por completo su importación de hidrocarburos rusos. Esto viene después de la reciente armoniosa negociación con países miembros de la OTAN y del convenio comercial entre Japón y EE. UU. la semana pasada; todo apenas días antes de que venciera el plazo del 1 de agosto anunciado por Trump para aplicar altos aranceles. Estos hechos en rápida sucesión despejan mucha incertidumbre y brindarán estabilidad a los mercados financieros internacionales. Falta el nudo más espinoso; un acuerdo comercial entre EE. UU. y China.
Será difícil que Guatemala pueda evitar el arancel de 10%, aun cuando a primera vista EE. UU. tiene una balanza comercial altamente favorable. Solo podría lograrse con algún tipo de dispensa especial porque EE. UU. viera a Guatemala como un socio estratégico que quisiera favorecer de manera especial.