De la calma al reclamo: Cómo fue el sorpresivo giro de Trump en materia de aranceles

De la calma al reclamo: Cómo fue el sorpresivo giro de Trump en materia de aranceles

Durante la última semana, el presidente Donald Trump ha instado a la calma ante el caos financiero que él mismo creó y se ha resistido a los llamados para que reconsidere su estrategia.

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Resumen Automático

11/04/2025 00:10
Fuente: Prensa Libre 

“Sé lo que estoy haciendo”, dijo Donald Trump a los republicanos el martes, cuando los aranceles masivos que había impuesto hicieron que los mercados mundiales se desplomaran. “¡Tranquilos!”, dijo en una publicación en las redes sociales el miércoles por la mañana. “Todo va a salir bien”.

A las 9.37 horas del miércoles, el presidente se mantenía optimista sobre su política, como se constata en su publicación de Truth Social: “¡¡¡ES UN GRAN MOMENTO PARA COMPRAR!!!”.

Pero al final, fueron los mercados los que lo obligaron a dar marcha atrás.

La agitación económica, en particular el súbito aumento de los rendimientos de los bonos gubernamentales, hizo que Trump reconsiderara su postura el miércoles por la tarde y pusiera en pausa sus aranceles “recíprocos” para la mayoría de los países durante los próximos 90 días, según cuatro personas con conocimiento directo de la decisión del presidente.

Cuando se le pidió que explicara la decisión, Trump dijo a los periodistas: “Bueno, pensé que la gente estaba exagerando un poco. Se estaban poniendo un tanto chillones, ya sabes, se estaban poniendo un poco chillones, un poco asustados”.

Entre bastidores, altos cargos del equipo de Trump habían temido que el pánico financiero pudiera descontrolarse y posiblemente devastar la economía. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, y otros miembros del equipo del presidente, incluido el vicepresidente J. D. Vance, habían estado presionando para que se adoptara una estrategia más estructurada del conflicto comercial que se centrara en aislar a China como el peor actor, sin dejar de enviar un mensaje más amplio de que Trump se tomaba en serio acabar con los desequilibrios comerciales.

Luego de que reviró en las redes sociales, el equipo de Trump se vio en la poco envidiable situación de intentar hacer creer a los medios de comunicación que así había sido el plan desde el principio, una brillante estrategia sacada directamente de las páginas del éxito editorial del presidente, “El arte de la negociación”. Bessent llegó a negar que el mercado de bonos hubiera motivado el cambio.

Sin embargo, cuando Trump salió a explicar su decisión el miércoles, desestimó lo que dijeron Bessent y Karoline Leavitt, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, habló de la agitación del mercado y dijo que actuaba “instintivamente, más que nada”.

Bessent desempeñó un papel importante en la pausa declarada por el presidente. Pero los asesores de Trump admiten en privado que, el verdadero mérito debería ser para los mercados de bonos. La decisión de Trump se vio impulsada por el temor a que su apuesta arancelaria se convirtiera rápidamente en una crisis financiera. Y a diferencia de las dos crisis anteriores de los últimos 20 años (la crisis financiera mundial de 2008 y la pandemia de 2020), esta crisis habría sido directamente atribuible a un solo hombre.

El colapso del mercado

El día que Trump anunció su plan de imponer aranceles generalizados, prometió “hacer rico a Estados Unidos de nuevo”.

Pero los detalles del plan y sus objetivos seguían siendo confusos. En el periodo previo al anuncio de los aranceles la semana pasada, el equipo económico de Trump debatió hasta el último minuto sobre la forma que debían adoptar los aranceles, y tanto Bessent como el secretario de Comercio, Howard Lutnick, abogaron en privado por unos aranceles más limitados, según dos personas familiarizadas con los planes.

Peter Navarro, el asesor comercial de la Casa Blanca, fue el más agresivo de los asesores de Trump, al insistir en una estrategia arancelaria que, según él, crearía una revolución en la manufactura estadounidense. La Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos propuso su propia fórmula para calcular las tasas arancelarias de otros países, que se basaba en las tasas arancelarias más una estimación de otras barreras comerciales. Pero al final el presidente optó por una fórmula basada en el déficit comercial, dijeron dos personas familiarizadas con las conversaciones.

Cuando finalmente se anunciaron los aranceles el miércoles pasado, los mercados se desplomaron.

El domingo, Bessent decidió que necesitaba una audiencia privada con el presidente. En menos de 24 horas, los mercados volverían a abrir y los inversores pronosticaban un “lunes negro”.

Bessent viajó con Trump de regreso a Washington en el Air Force One. Durante el vuelo, Bessent aconsejó al presidente que se centrara en negociar con otros países, afirmando que Trump es el negociador más hábil que existe, dijeron cuatro personas informadas de la conversación. Pero también subrayó que Trump necesitaba articular el final de su plan porque los mercados necesitaban más certidumbre.

Según una de las personas informadas, Trump se opuso, haciendo hincapié en que el malestar sería “a corto plazo”. Pero Bessent respondió que eso podría significar muchos meses en términos de mercado.

En busca de Claridad

Los inversionistas, los ejecutivos de Wall Street y los principales donantes se convencieron a sí mismos de que Trump solo estaba fanfarroneando o de que lo convencerían para que abandonara sus propuestas arancelarias más agresivas. Algunos de sus asesores lo intentaron. Lutnick abogó casi de inmediato por exenciones para la industria automovilística. Otros querían exenciones para bienes cuya producción no es suficiente para abastecer al mercado estadounidense, como el café.

Mientras tanto, los economistas advertían que unos aranceles estrictos, al elevar los precios de los productos importados, socavarían gravemente otra promesa electoral: que Trump reduciría la inflación.

Pero Trump tiene su propia teoría arancelaria, que se ha endurecido a lo largo de 40 años, una teoría que se ha congelado y que se resiste a los datos que entran en conflicto con su instinto. A lo largo de muchos años, cuando le han presentado estadísticas que no concuerdan con su instinto, exige que le encuentren información alternativa que respalde sus creencias.

Así que siguió adelante, incluso mientras sus asesores se esforzaban por comunicar al público una política que no entendían del todo. Los asistentes organizaron varias reuniones entre Trump y sus asesores principales para tratar de encontrar la manera de convencer al público de que las sanciones económicas eran una buena idea.

Durante un tiempo, los aranceles crearon una dinámica que Trump disfruta mucho: los líderes mundiales acuden a él y, como dijo el martes por la noche, “me besan el trasero” en busca de acuerdos. Funcionarios del gobierno dijeron que más de 75 países habían buscado un acercamiento.

Pero las señales de advertencia se volvieron demasiado graves para ignorarlas.

El cambio de rumbo

El miércoles por la mañana, Trump animó a los estadounidenses a comprar acciones e instó a las empresas a instalarse en Estados Unidos. Hasta este momento, nadie sabía que horas después cambiaría radicalmente de rumbo y pondría en pausa muchos de los aranceles durante 90 días. Los mercados financieros se dispararon luego de que revirtió el curso, lo cual hizo cuestionarse si la anterior recomendación de Trump de una oportunidad de compra equivalía a una señal que algunos inversores podrían haber utilizado para sacar provecho de la fuerte subida de los precios de las acciones.

Pero poco después de que Trump publicó su misiva en las redes sociales, se reunió en el Despacho Oval con Bessent, Lutnick y Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional. Discutieron con el presidente el rendimiento del Tesoro a 10 años, haciendo hincapié en la preocupación por la salud del sistema financiero estadounidense en general. Trump, en particular, comprendió lo que el aumento del rendimiento de los bonos significaría para los bancos y sus préstamos a largo plazo, un tema que conoce íntimamente por sus años al frente de una empresa inmobiliaria.

Los aranceles habían desencadenado una fuerte liquidación en los mercados de bonos estadounidenses y del dólar, que los inversores suelen considerar activos refugio en tiempos de agitación. Después de que Trump anunció los nuevos aranceles la semana pasada, los economistas de Wall Street no tardaron en elevar sus previsiones de inflación ni en reducir las de crecimiento, con muchas advertencias sobre una recesión. Miles de millones de dólares de valor bursátil se desvanecieron en cuestión de días.

A las 13.18 horas del miércoles, Trump anunció en Truth Social que daría marcha atrás a los aranceles “recíprocos” durante 90 días, mientras que aumentaría los aranceles a China hasta el 125 por ciento. La pausa, junto con el mantenimiento de una tasa arancelaria del 10 por ciento para la mayoría de los países, era una versión de lo que varias personas habían instado a Trump a poner en marcha durante días.

Cuando hablaron con los periodistas poco después de que Trump anunció que daría marcha atrás, tanto Bessent como Leavitt intentaron dar la impresión de que se trataba de la culminación de un plan cuidadosamente trazado: aislar a China como principal culpable de infligir malestar a los trabajadores estadounidenses.

“Esta era su estrategia desde el principio”, dijo Bessent.

Leavitt intentó enmarcar la marcha atrás de la política como la obra de un genio de la negociación.

“Muchos de ustedes en los medios de comunicación claramente no han entendido el ‘El arte de la negociación’. Es evidente que no vieron lo que el presidente Trump está haciendo aquí”, dijo. “Trataron de decir que el resto del mundo se acercaría a China, cuando en realidad hemos visto el efecto contrario. El mundo entero está llamando a Estados Unidos de América, no a China, porque necesitan nuestros mercados, necesitan a nuestros consumidores y necesitan que este presidente en el Despacho Oval hable con ellos, y ese es exactamente el motivo por el que han llamado más de 75 países”.

El asesor principal de Trump, Stephen Miller, llevó el giro de 180 grados a otro nivel en la plataforma social X: “Han sido testigos de la mayor estrategia económica maestra de un presidente estadounidense en la historia”.

Bessent dijo que el presidente había decidido pausar los aranceles porque su gobierno había recibido muchas peticiones de negociar, y cada negociación sería “a medida” y, por tanto, “llevaría algún tiempo”.

El secretario del Tesoro no respondió directamente a una pregunta sobre por qué los inversionistas confiarían en que esta era la última palabra de Trump después de tantos cambios.

Las medidas de Trump solo abarcan los próximos 90 días. En cuanto a cualquier exención arancelaria adicional, el presidente se negó a dar la claridad que buscan muchos inversionistas.

Al preguntársele el miércoles cómo decidiría sobre nuevas exenciones, Trump dijo: “Instintivamente, sobre todo. Es decir, esto es algo que no se puede poner por escrito. Es más bien un instinto, creo, que otra cosa”.