Rara avis: Mujica y la política decente

Rara avis: Mujica y la política decente

Mujica es un ejemplo de política ética con su rechazo a los privilegios del poder y su compromiso con el bien común.

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16/05/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

El término política se encuentra totalmente desprestigiado porque, en una época como la actual, se asocia a corrupción, negocios bajo la mesa, hipocresía, opacidad, clientelismo, represión, abuso de poder y manipulación de la opinión pública, entre otros. Hay una larga lista de nombres de dirigentes que están en la cárcel por haberse manchado las manos con la riqueza mal habida o con la sangre de sus víctimas, otros se amparan en la impunidad para no rendir cuentas a la justicia. Sin embargo, en medio de esa podredumbre emerge un nombre: Pepe Mujica, el recién fallecido referente de una política ética. “El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son”, solía decir. El expresidente uruguayo mostró un profundo sentido de servicio, lo cual se alinea con la visión kantiana de la vida: utilizar el poder no para instrumentalizar a otros, sino para tratarlos como seres humanos, como fines en sí mismos.

Mujica es un ejemplo de política ética con su rechazo a los privilegios del poder y su compromiso con el bien común.

En los claroscuros de su vida, el joven Mujica militó en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana de izquierda, cuya inspiración ideológica fue la Revolución cubana. Debido a esa vinculación, estuvo cuatro veces en la cárcel, donde sufrió constantes torturas. Pasó 13 años en prisión, la mayor parte durante la dictadura uruguaya (1973-85). Con el restablecimiento de la democracia, los tupamaros decidieron incorporarse al marco político legal poniendo fin a la lucha armada e integrándose en el Frente Amplio, una coalición de partidos y movimientos progresistas, socialistas y democratacristianos. Esta coalición llevó al poder a Tabaré Vásquez, en 2005, quien mejoró la economía del país y redujo la pobreza. Eso hizo posible que en 2009 llegara a la presidencia Mujica, representante del ala más progresista del Frente Amplio.

Durante su mandato, Mujica impulsó una política económica que logró un crecimiento promedio del PIB de 5% anual, mantuvo bajos la inflación y el desempleo. En los cinco años de su gobierno aumentó el salario mínimo en un 50% y logró que la pobreza descendiera de 26% a 9.6%, además de impulsar reformas que garantizaron los derechos sociales. Pero lo más trascendente fue su política de austeridad en su gestión y en su vida personal. Donó el 90% de su sueldo como presidente, no aceptó vehículos oficiales y él mismo conducía su viejo Volkswagen 1987. Rechazó el protocolo presidencial y se movilizaba sin escolta. Se alejó de la opulencia palaciega y vivió en su granja con una absoluta sencillez que asombró a quienes estaban acostumbrados a ver a los gobernantes despilfarrar los recursos públicos. Por eso llegó a ser conocido como el presidente más pobre del mundo, algo que le hacía mucha gracia: “No soy pobre, pobres son los que necesitan mucho para vivir”, dijo.

La vida de Mujica es vista como ejemplo de una política ética, en el sentido de la coherencia entre discurso y práctica, compromiso con el bien común y rechazo a los privilegios del poder. Fue una rara avis, alguien fuera de lo común, excepcional, que impulsó la ética de la responsabilidad y la ética de la coherencia personal. Llegó a decir: “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo; fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”. Así fue la congruencia de sus actos hasta el momento de su fallecimiento, ocurrido esta semana. Sobre Mujica, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó: “Será recordado no solo por su firme compromiso con la justicia social, la igualdad y la solidaridad, sino también por la forma profundamente humana en que encarnó esos valores, con sencillez y humildad”. Descanse en paz.

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