Un personaje sin novela de David Vela

Un personaje sin novela de David Vela

De manera que a mí no me cabe la duda en la que cae Menton sobre si, “Un personaje sin novela”, es novela o no… Para mí lo es –en primer lugar- desde el momento en que David (que hoy tendría alrededor de 125 años) tuvo la voluntad y el derecho –cobijado por Cela- de […]

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Resumen Automático

21/04/2025 08:59
Fuente: La Hora 

De manera que a mí no me cabe la duda en la que cae Menton sobre si, “Un personaje sin novela”, es novela o no…

Para mí lo es –en primer lugar- desde el momento en que David (que hoy tendría alrededor de 125 años) tuvo la voluntad y el derecho –cobijado por Cela- de poner bajo el acápite la palabra (que funciona como sustantivo y adjetivo) novela. Después y en diversos capítulos numerales hay que ver si la obra tiene valores literarios y estéticos o carece de ellos. Y, además, si entretiene al lector ¡que para mí es lo más importante de un relato! Y vaya si entretiene y deleita “Un personaje sin novela”.

Esta obra es entretenida, está bien escrita, goza de donaire y gracia. Es además crítica, irónica y también humorística con mucho humeur noir. Asimismo es pesimista y paradójicamente risueña. A veces reflexiva y otras puramente narrativa con un relato lineal. Por ello declaro que es un texto eminentemente literario, en clara confrontación por lo dicho al respecto por Seymour Menton, autor sin lugar a dudas de –en general- un excelente texto de análisis: la “Historia Crítica de la novela guatemalteca”, pero en cuya revisión realizada por el mismo Menton bastantes años después, alcanzó un trozo significativo con mi novela “Hogar, dulce hogar”, y otros de mi generación.

“Un personaje sin novela” tiene varias vertientes inspiradoras que fecundas caen sobre ella. Y revelan –por otra parte- la enorme capacidad erudita de David: lecturas inveteradas, conocimiento de las cosas y hechos más contradictorios y opuestos. Revela también la cala de decenas de escritores y sus influjos entre los que destacan (y que David leyó hasta sus últimos días con amor y admiración): Quevedo, Voltaire y Jonathan Swift. Entre otros, porque en la cabeza de David Vela cupieron bibliotecas enteras. Lo sé porque mientras él era el director de la Academia Guatemalteca de la Lengua yo era el secretario, cargos que desempeñamos por muchos años y que nos permitió viajar juntos con Luz por muchas tierras.

¿Pero de qué trata “Un personaje sin novela”? De todo y de nada. Como “La cosa” –del mismo autor- publicada en 1981. De todo y de nada como tratan todas las obras importantes de la literatura encabezadas por Michel de Montaigne, que por su capacidad de abstracción y simbolización se tragan el universo entero y son su enseña.

Pero hay que decir que David Vela cultiva tardíamente la novela o por lo menos la publica en su edad otoñal. Si hubiera comenzado a trabajarla en su juventud literaria seguramente lo hubiéramos tenido firmado algo por el camino criollista de Gallegos –en “Doña Bárbara”- o de “Cacao” de Jorge Amado.

Hacia los años 30 del siglo pasado (década por excelencia del criollismo narrativo) Vela escribe poesía concreta de la que es tal vez el más grande exponente en Guatemala. Pero más que todo se dedica a su obra erudita (como cuando a Goethe le dio por la biología y la teoría del color). Escribe sobre arqueología, Historia de Guatemala y Centroamérica, folklore e historia de la Literatura que trabajó en dos extensos tomos. Y desde luego hace con fiebre y acierto periodismo (ascendiendo hasta la cima del mismo) como talentoso director de El Imparcial, sitial que compartió con Clemente Marroquín Rojas. Éste, desde La Hora.

Se prende de la narrativa ya entrado en la vida, por sus cincuenta años y es por eso que, aunque fue coetáneo de los criollistas, no cultiva el criollismo y deja que lo hagan Flavio Herrera, Carlos Wyld Ospina, Clemente Marroquín Rojas (“En el corazón de la montaña”) y otros que vinieron poco después como Monteforte y Virgilio Rodríguez Macal ya bastante trasnochado. Aunque Monteforte va más por el criticismo social que reinaría después con la novela “de guerrilleros”, que se lanza a la escena con “Los compañeros” de Marco Antonio Flores, imitado por muchos de poca originalidad. Más adelante hablaré de “Los compañeros”, acaso con un enfoque psicoanalítico.

Continuaré aún con “Un personaje sin novela” de D. Vela.