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Remontar el desaliento
Aficionados, equipos, medios de comunicación y autoridades deben fortalecer la fe en una idea colectiva.
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Hasta hace unos días, la relación entre los guatemaltecos y la selección nacional de futbol se movía entre la aspereza de los antecedentes históricos y el deseo de volver a vivir el emotivo anhelo colectivo de una senda triunfadora en la fase clasificatoria a un campeonato mundial de futbol. Tales sentimientos se analizaron a través de menciones y expresiones en redes sociales mediante la herramienta Datalab. El resultado mostraba escepticismo, desconfianza e incluso cierto enojo en la mayoría de opiniones; ello contrastaba con la alegría de al menos una de cada cuatro publicaciones, lo cual permitía entrever esperanza subyacente.
Sin embargo, el contundente triunfo 4-2 de la Bicolor frente a República Dominicana, que le abre paso a la siguiente ronda eliminatoria, es ya un generador de optimismo, ilusión y renacer de la confianza en el talento del balompié nacional. De hecho, no solo se dio un paso a la clasificación, sino que se logra con autoridad: 13 goles a favor y dos en contra, anotados por los dominicanos que, de hecho, estuvieron en ventaja. Tal remontada forma parte del júbilo.
Es una ocasión en la que el futbol, el deporte más popular del país, reconfigura el ánimo colectivo y permite atisbar que no hay imposibles. Las redes sociales se poblaron de celebraciones, banderas, comentarios positivos y llamados a seguir trabajando de cara a fuertes rivales en la siguiente ronda, en noviembre.
Sí, hay disciplinas deportivas y atletas que han dado gloria mundial y olímpica al país. No obstante, el futbol, como fenómeno social y juego de aporte colectivo, como dinámico espacio para las individualidades, pero con la fuerza del trabajo en equipo, abre la posibilidad de identificación, de visualizar una victoria trascendental y de sentirse parte de un grupo triunfador incluso desde los graderíos y a través de las pantallas. La victoria del viernes 6 de junio es metáfora de un ansia de éxito a base de esfuerzo y en justa lid.
Es innegable que cuando la selección bicolor responde a las expectativas, gana más que un partido: sus integrantes son esos héroes que abren una válvula emocional para liberar tensiones y también algarabías reprimidas por temor a revivir históricos reveses.
A la larga, el mayor triunfo en este momento, para los seleccionados, pero también para la afición, es unirse en una sensación de hermandad compartida, de alegría por el triunfo de otro. Se debe tener cuidado con el exceso de confianza, que ha sido un lastre sensible en previos procesos. Pero, a la vez, es necesario reconocer que toda gran alegría y todo gran sueño corre el “riesgo” de realizarse como una realidad permanente. En otras palabras, el equipo azul y blanco necesita seguir creyendo y queriendo triunfar.
A corto plazo, la Selección Nacional de Futbol necesita una visión de madurez, integridad y valentía que le permita integrar los talentos de jugadores, la visión del técnico y sus preparadores, el acondicionamiento físico y la actitud. A mediano y largo plazos, se necesita de más triunfos para inspirar un semillero de futuros talentos. Aficionados, equipos, medios de comunicación y autoridades deben fortalecer la fe en una idea colectiva, la de que Guatemala puede seguir creciendo y avanzando en lo futbolístico, pero también en educación, competitividad, institucionalidad y autoestima nacional.