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Cocodes: sus enormes gastos necesitan clara explicación
La exagerada cifra de 23 mil millones de quetzales para Cocodes necesita claras explicaciones de cómo se utilizan.
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Las gigantescas cifras de dinero medidas por su cantidad anual, adquieren su verdadero significado cuando se les reduce al gasto por cantidades de tiempo entendibles para la mayoría de los ciudadanos, independientemente de su nivel educativo, su etnia, edad y demás. A veces se muestran en su cantidad verdadera, pero cuando se les mide de año a día o de días a horas, se comprenden mejor en su magnitud porque son cantidades provenientes del presupuesto nacional o de cualquiera de las entidades directas o indirectas del presupuesto nacional o de los ingresos personales ciudadanos. Los Cocodes, por ejemplo, no se ven lo mismo al recibir 23 mil millones de quetzales o cuando se les reduce a 63 millones por día o 2,626 millones por hora (cifras redondeadas).
La exagerada cifra de 23 mil millones de quetzales para Cocodes necesita claras explicaciones de cómo se utilizan.
Hay Cocodes o su equivalente en muchos países. En Guatemala del cien por ciento de dichos gastos sólo se ha ejecutado el 17%, (3.9 mil millones), con un 83% hundido en algún lugar del pantano político nacional. Pertenecen a la larga lista desconocida por la ciudadanía, se llaman Consejos Comunitarios de Desarrollo. Impresiona el listado de sus tareas: identifican las necesidades de la población en salud, educación, infraestructura y otros; las planifican, realizan y supervisan y fomentan la participación ciudadana; resuelven conflictos y fomentan el desarrollo sostenible con la labor de gobernadores, alcaldes, diputados y sector privado. Todo se arruina al meterse politiqueros, gente sin experiencia y/o malintencionada, aunque a veces sí se han realizado obras escogidas y realizadas por grupos de vecinos voluntarios.
Los Cocodes guatemaltecos deberían tener un porcentaje mucho mayor de ejecución, pero se complica la organización interna, está llena de trabas a pesar de relacionarse con entidades sobre todo europeas. Sin embargo, no parece haber un control suficiente de los fondos y los costos. El gobierno guatemalteco —este y los existentes desde cuando se fundaron— ha visto en su intromisión una fuente de ingresos fáciles y corruptos. La escogencia de las obras muchas veces se debe al deseo de los vecinos, pero en algunos casos el error y el fracaso o el temor de realizarlas a causa de la burocracia tienen como consecuencia dineros perdidos, sobre todo en las construcciones de caminos, escuelas y centros de salud. Pese a ello, las enormes sumas provocan sospechas.
La suma de 23 mil millones depende de la autorización del Congreso, es decir en la práctica aumentó. No puede dejar de darse cuenta en el interés de empresas constructoras reales y profesionales, o simples grupos inexpertos relacionados con los “curuleros” integrantes de la clica novenera encargada de decidir gastos innecesarios o de preparar nuevas leyes inútiles o simplemente con dedicatoria, sin contar la contratación de la parentela, casi siempre solo útil para aumentarse sus ingresos por no hacer casi nada. Un caso vergonzoso es el reciente autoaumento de sueldos, viáticos y viajes, primero rechazado por unos diputados, luego receptores como los demás. Es otro ejemplo de la desvergüenza y descaro de quienes son los mejor pagados del Istmo.
Los Cocodes se destacan en la lista de entidades gubernativas inútiles, donde se llega a no hacer nada y después se descansa. Las obras de las alcaldías se caracterizan por su lentitud, incluyendo las indispensables. Ejemplos: la calle Martí, el arreglo de los puentes de lo de Bran, y ahora el anuncio de la construcción de uno paralelo al Belice. De este último solo se saben sus dos pasos, pero no su forma ni cuándo comenzará y tardará, y no se conoce nada de la instalación de pasos a desnivel y semáforos. La capital antes de “cocodizarse” debe tener planos de obras de construcción rápida. El tiempo utilizado para transportarse la convierten en un laberinto y por eso de nada le sirve ser la ciudad más grande de Centroamérica, pero mal planificada y por ello inútil.