Productos farmacéuticos y contaminación

Productos farmacéuticos y contaminación

En este país se toman medicamentos hasta para curar el mal de ojo. A pesar de ello, la información sobre el nivel exacto de contaminación por productos farmacéuticos en el medio ambiente de Guatemala (aguas, suelos, aire, etc.) a nivel nacional es inexistente en informes públicos o estudios académicos. Por ahí existe una tesis de […]

Enlace generado

Resumen Automático

09/12/2025 10:46
Fuente: La Hora 

En este país se toman medicamentos hasta para curar el mal de ojo. A pesar de ello, la información sobre el nivel exacto de contaminación por productos farmacéuticos en el medio ambiente de Guatemala (aguas, suelos, aire, etc.) a nivel nacional es inexistente en informes públicos o estudios académicos. Por ahí existe una tesis de la Usac de perdida. No hace mucho y en la barra del Michatoya pude ver cajas de material médico-quirúrgicos e incluso pastillas, jeringas arrastradas hasta ahí. A nivel mundial, los fármacos son considerados Contaminantes Emergentes (CE) y se han detectado residuos de varios tipos de medicamentos en diferentes compartimentos ambientales (aguas residuales, superficiales, profundas, suelo).

Para empezar el público debe tomar conciencia que la mayoría de los medicamentos que utilizamos se excretan por la orina y las heces sin modificaciones o como metabolitos, que a través de nuestras heces y orina finalmente terminan en el desagüe. Los residuos de los medicamentos pueden llegar a los cursos de agua y las aguas subterráneas a pesar de pasar por las plantas de tratamiento de aguas residuales, ya que las plantas de tratamiento actuales no están diseñadas para eliminarlos.

Los medicamentos y sus metabolitos afectan los procesos biológicos. A menudo, también están diseñados para resistir la degradación biológica y, por lo tanto, pueden permanecer en el medio ambiente durante mucho tiempo. Existen informes de efectos negativos en la vida y la salud de los peces, y de que las concentraciones medidas de antibióticos en las plantas de tratamiento de aguas residuales, pueden favorecer la resistencia a los antibióticos. Estamos hablando de efectos ecotoxicológicos.

Entonces debemos tener claro: Cuando una persona (o animal) ingiere un fármaco, o se aplica a un vegetal el cuerpo lo transforma (metaboliza) para hacerlo más fácil de excretar. El cuerpo produce metabolitos, que son químicamente diferentes del compuesto original. Son también compuestos químicos.

En un segundo paso se produce lo que se llama: Excreción al Medio Ambiente. Tanto el fármaco original (compuesto padre) como sus metabolitos se excretan, principalmente a través de la orina y las heces, incluso el sudor y terminan en los sistemas de aguas residuales, en los suelos y en el aire.

Finalmente, en el medio acuático, en los suelos, en el aire la luz solar (fotólisis), la oxidación, y los microorganismos pueden transformar tanto el compuesto original como sus metabolitos en nuevos productos de transformación (PTs) ambientales.

El problema crítico es que tanto los metabolitos excretados como los PTs producidos a veces tienen una mayor actividad biológica o ecotoxicidad que el compuesto farmacéutico original. Es decir, pueden ser más dañinos para la vida acuática, las plantas o, potencialmente, la salud humana.

Por consiguiente, las medidas previas, de evitar que los residuos farmacéuticos lleguen al medio ambiente, son fundamentales. En países europeos y Norteamérica, se han detectado algunos productos farmacéuticos en bajas concentraciones en el agua potable, lo que es una señal de advertencia de que la forma en que manejamos los productos farmacéuticos hoy, podría conducir a problemas de salud y ambientales en el futuro.

El acceso al agua potable es fundamental para la buena salud. Nuestro uso de sustancias farmacéuticas aumenta constantemente, lo que incrementa el riesgo de que regresen a nosotros a través de ciclos naturales a través del agua potable o los alimentos.

Hay algo en esto cierto: Tenemos un conocimiento limitado de los efectos a largo plazo de la exposición continua a trazas de productos farmacéuticos y otras sustancias químicas en nuestro desarrollo, nuestra capacidad para resistir enfermedades y nuestra salud en general. Si bien actualmente no existe evidencia científica de que los productos farmacéuticos presentes en la naturaleza puedan causar problemas de salud en los seres humanos, sería prudente reducir nuestra exposición a ellos tanto como sea posible, es decir, seguir el principio de precaución.

El principio de precaución, no presente en el Código del Medio Ambiente nuestro, establece que se pueden tomar medidas si existen motivos para sospechar que un producto o método de producción tiene efectos inaceptables para la salud humana, animal o vegetal, o para el medio ambiente, incluso si no existen pruebas científicas concluyentes de dichos efectos.

Ahora pasemos a un ejemplo de un producto de uso popular en nuestro medio que puede ser causa de gran contaminación. El Diclofenaco. De este sabemos que se degrada lentamente en el medio ambiente. Tiene un bajo potencial de bioacumulación y presenta una toxicidad crónica moderada.

¿Qué dicen los que saben sobre su riesgo? «Los datos disponibles indican claramente que el diclofenaco presenta el mayor riesgo entre los AINE/analgésicos investigados… Desde el punto de vista del riesgo ambiental, se recomienda sustituir el diclofenaco por cualquiera de los otros AINE/analgésicos investigados». Esta información resumida proviene de Fass y el riesgo del informe de Goodpoint.

A continuación, veamos la información ambiental de Fass sobre los peligros y riesgos para Voltaren (diclofenaco) de Novartis, con un riesgo ambiental calculado a partir de los datos de ventas de 2018. También existe información ambiental de Fass de GlaxoSmithKline Consumer Healthcare (consultada el 20/10/2020), pero en este caso, el riesgo ambiental se calcula a partir de los datos de ventas de 2016. Estos son informes de evaluación comparativa del riesgo ambiental al usar diclofenaco, naproxeno, ibuprofeno, ketoprofeno, etoricoxib, celecoxib y paracetamol (Informe Goodpoint 2019). «Los datos disponibles indican claramente que el diclofenaco presenta el mayor riesgo de los AINE/analgésicos investigados. […] Desde la perspectiva del riesgo ambiental, se recomienda sustituir el diclofenaco por cualquiera de los otros AINE/analgésicos investigados”.

El paracetamol es una alternativa muy segura desde el punto de vista ambiental. Se considera que los demás también presentan un riesgo ambiental bajo, pero ligeramente mayor en el caso del ketoprofeno. Los perfiles de riesgo para ketoprofeno, naproxeno, ibuprofeno, celecoxib, etoricoxib y paracetamol no se consideran tan elevados como para recomendar su sustitución por otra sustancia. Se solicitan mediciones ambientales y estudios de efectos tanto del celecoxib como del etoricoxib».

Al estudiar estos fármacos, sobre todo el Diclofenaco, la toxicidad aguda para los organismos acuáticos se considera alta. Debido al riesgo de niveles ecotóxicos en el agua, el diclofenaco se ha monitorizado previamente en el marco de la legislación sobre aguas de la UE. Actualmente, existen datos suficientes para evaluar si el diclofenaco debería proponerse como sustancia prioritaria cuando el Parlamento Europeo y el Consejo propongan la próxima revisión de la denominada directiva sobre sustancias prioritarias. En Suecia, la Agencia Sueca de Gestión Marina y del Agua ha incluido el diclofenaco entre los contaminantes especiales (SFÄ) en su reglamento HVMFS 2013:19.

Estudios realizados en varias plantas de tratamiento de aguas residuales suecas han demostrado un bajo grado de purificación del diclofenaco, lo que significa que la mayor parte de la sustancia acaba en nuestras vías fluviales. En Suecia, el diclofenaco se encuentra en aguas superficiales en niveles que, según se ha informado, tienen efectos en los peces. Se ha encontrado diclofenaco en aguas residuales tratadas y aguas superficiales de la Región de Estocolmo.

En India y Pakistán, varias especies de buitres se encuentran en peligro de extinción debido al uso veterinario de diclofenaco, donde se abandonan vacas muertas para los buitres por motivos culturales. En los últimos años, también se han observado impactos en las águilas en estas regiones. Se sospechan impactos similares en buitres y águilas en África, y existe cierta preocupación en Europa, por ejemplo, en España, donde en algunas zonas se dejan restos de mataderos a disposición de animales salvajes.

Veamos un poco que sucede con nosotros. La naturaleza sin receta del diclofenaco ha sido cuestionada por razones tanto médicas como ambientales desde hace más de una década. En varios estudios, el diclofenaco se ha asociado con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares graves que otros inhibidores de la COX.

Sugerencias sobre cómo reducir las emisiones de diclofenaco

En estrecha colaboración, los grupos de expertos del mundo han elaborado propuestas concretas sobre cómo trabajar para reducir las emisiones de los productos farmacéuticos nocivos para el medio ambiente incluidos en listas. Y en Guatemala qué. Existe evidencia analítica por ejemplo, de la presencia del compuesto principal, el Diclofenaco Sódico, en cuerpos de agua importantes de la Ciudad de Guatemala. Una tesis de la Usac reporta la detección de Diclofenaco Sódico en muestras del río Las Vacas, uno de los principales afluentes de contaminación de la Ciudad. Esto confirma que el fármaco padre está llegando a los ecosistemas acuáticos.

Y ojo en esto: Las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) existentes en Guatemala, incluso en las cabeceras municipales a menudo solo tienen tratamientos primarios o secundarios básicos, los cuales no están diseñados para eliminar moléculas complejas y persistentes como los fármacos o sus productos de transformación. Por lo tanto, estos compuestos se vierten en el ambiente con un alto potencial de causar daño ecotoxicológico crónico.

El camino a seguir en Guatemala y otros lugares es la implementación de tecnologías de tratamiento terciario (como la oxidación avanzada o el carbón activado) para romper estas moléculas, minimizando la liberación de PTs tóxicos.