Defensores de la libertad

Defensores de la libertad

Defender la libre emisión del pensamiento no es solo un derecho, es una responsabilidad cívica.

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Resumen Automático

25/05/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

La enseñanza más valiosa me la dejó mi padre a los 15 años: “El bien más preciado que tienes es tu libertad”, me dijo. En ese momento no tenía idea de que años más tarde estaría hombro a hombro, junto a otros ciudadanos, procurando y defendiendo la libertad de los guatemaltecos. Con el tiempo logré darme cuenta de que las consecuencias de no hacerlo implican un alto costo para nuestras vidas y nuestro futuro.


Dentro de todas las formas de ser libres se encuentra la libertad de emisión del pensamiento, que, aunque no la notemos, la ejercemos todos los días en nuestro entorno. Ya sea en nuestro trabajo, en círculos sociales o con la llegada de las redes sociales, que no han sido la excepción. Quienes tenemos la oportunidad de expresarnos públicamente, por cualquier medio de difusión, la valoramos cada día más. Esto también implica conocer los riesgos que existen si se atenta contra ella y procurar no exceder los límites que conlleva ejercerla.


La Constitución Política de la República es clara en el artículo 35: “Es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna”. Por tanto, es nuestra responsabilidad como ciudadanos velar por el respeto a las diferentes formas de expresión, que no solo son deseadas, sino también están respaldadas por la ley.

La República no se sostiene con ciudadanos bajo la censura, sino con ciudadanos despiertos.


Por otra parte, en el ejercicio del poder público las personas que de manera voluntaria han accedido a cargos en la administración pública se exponen al escrutinio de los ciudadanos. Esto exige que sean más tolerantes a la libertad de expresión, ya que el interés público siempre generará debate sobre sus acciones. La crítica, en este contexto, es una forma legítima de ejercer presión ciudadana.
La intolerancia de los funcionarios ante las críticas y opiniones ciudadanas es el primer síntoma de una actitud autoritaria. Un presidente, un diputado, un alcalde o cualquier servidor público que censure, exponga, limite, restrinja o menoscabe la honra de las personas por sus pensamientos y expresiones debilita nuestro sistema republicano.


A lo largo de nuestra historia, las voces disidentes han sido censuradas por diferentes medios, algunos más violentos que otros, pero igual de letales para la libertad de expresión. En la actualidad, las redes sociales juegan un papel fundamental en la construcción de un debate robusto sobre el actuar de la administración pública. Sin embargo, este espacio también se ve afectado por ataques contra la honra de quienes ejercen su libertad de expresión. Estos intentos maliciosos de silenciar a quienes opinan, critican y cuestionan constantemente al poder público provoca que muchos ciudadanos eviten ejercer su derecho por temor a represalias.


Tener esta oportunidad de expresarme por este medio me permite invitar a los ciudadanos a defender la libre emisión del pensamiento. No es solo un derecho, es una responsabilidad cívica. Porque quien no se informa, se conforma; y quien no opina, se somete. La República no se sostiene con ciudadanos bajo la censura, sino con ciudadanos despiertos. Y para eso hay que pensar, hay que decir y hay que actuar. No solo debemos defender a toda costa nuestra libertad de expresión, sino tolerar la de otros.