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¿Qué están enseñando los maestros?
Los maestros que siguen atendiendo sus aulas están dando una lección de integridad, de respeto a la misión magisterial y de sensata valoración del más preciado tesoro guatemalteco.
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Los maestros que continúan prestando día con día servicio y cumpliendo con su deber en escuelas rurales y urbanas de todo el país están enseñando a niños y jóvenes a pensar críticamente, a reflexionar, a actuar correctamente, a cumplir metas y a usar su inteligencia. En cambio, los seguidores del jovielismo que desde ayer decidieron bloquear avenidas con su plantón improcedente para tratar de forzar un inviable y lesivo pacto colectivo —plagado de inconstitucionalidades— únicamente están enseñando los extremos a los que llega un caudillismo despótico que se hace sordo a las grandes necesidades nacionales y que cierra los ojos a las exigencias de la competitividad actual y futura en nombre de una ambición obtusa y desfasada.
En las calificaciones escolares los buenos maestros suelen colocar observaciones sobre la conducta de estudiantes en el entorno escolar, si colabora con los compañeros, si muestra empatía hacia las necesidades de otros, si respeta la autoridad del docente y si cumple con sus tareas de manera satisfactoria. Si con esa escala tan elemental se midiera el plantón del grupo ocupante de la Plaza de la Constitución, tendría que reportarse la falta de empatía hacia los conciudadanos, la agresividad hacia la prensa y el afán de forzar una aprobación —del pacto colectivo— sin reunir los requisitos ni someterse a las evaluaciones objetivas de la autoridad ministerial.
Al sumar más holgantes en la ocupación de la Plaza y bloquear calles aledañas —complicando aún más el ya de por sí crítico tránsito vehicular de la zona 1—, los integrantes del sindicato de Joviel Acevedo no están demostrando fortaleza, están proyectando debilidad y falta de argumentos lógicos, legales y cívicos respecto de su pretensión secretista.
Por cierto, la Corte de Constitucionalidad sigue sin resolver los recursos de inconstitucionalidad interpuestos el 7 de mayo por la Procuraduría General de la Nación en nombre del Estado de Guatemala, en relación con ciertos estamentos del Pacto cuya firma ahora pretenden conminar los jovielistas. Y ya que estamos a menos de un año del relevo de magistrados titulares y suplentes, la CC debe comenzar a pensar si dentro de su legado habrá un fallo oportuno que dignifique al estudiantado o un silencio que prolongue la debacle de dos décadas patrocinadas por un sindicato sin renovación de liderazgos, sin propuestas visionarias y sin objetivos de bien común.
Ante los resultados estériles de las semanas previas de campamento improvisado, es probable que la nueva táctica de los holgantes busque forzar un desalojo para alegar ser víctimas de represión y así tener una baza extra para el empecinamiento. Pero con esto también están enseñando que la desesperación es mala consejera y que el sometimiento acrítico —por temor o conveniencia— a un dirigente hepático no es digno de ninguna persona ni gremio, mucho menos de un maestro.
Cuando hay más de 300 mil estudiantes sin recibir clases, debido a una ambición obsoleta, los causantes de tal ruptura del proceso de aprendizaje denotan que no les interesa el futuro de esas vidas guatemaltecas. En contraste, los maestros que siguen atendiendo sus aulas están enseñando que con esmero, dedicación y profesionalismo se pueden contrarrestar las bravuconadas y las amenazas de represalias; están enseñando que la dignidad se defiende de cara a la niñez y no negociando oscuras concesiones; están dando una lección de integridad, de respeto a la misión magisterial y de sensata valoración del más preciado tesoro guatemalteco.