Tú eres Pedro

Tú eres Pedro

Su despedida ha sido un momento de profunda gratitud a un pastor entrañable.

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26/04/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Cuando el Domingo de Pascua tocaba su fin, en Guatemala recibimos con profunda conmoción la noticia del fallecimiento del Papa Francisco. Lo habíamos acompañado con nuestra oración durante su larga hospitalización, y su recuperación nos devolvió la esperanza. Fue conmovedor verlo retomar sus compromisos pastorales hasta el final: visitó encarcelados el Jueves Santo, el Domingo de Pascua apareció por última vez en el balcón de San Pedro y recorrió la plaza en el papamóvil. Partió trabajando hasta el último día, “con las botas puestas”, como se suele decir.

Su despedida ha sido un momento de profunda gratitud a un pastor entrañable.

La muerte de un Papa, sus funerales y la elección de su sucesor suelen captar la atención mediática durante largo tiempo. Sin embargo, lo que presenciamos en estos días resulta también inquietante: diversas figuras públicas y políticos que con frecuencia han sido ajenos, e incluso contrarios, al mensaje cristiano, exaltan ahora la figura del Papa fallecido. Algunos medios de comunicación y películas mediocres tienden a generalizar y a interpretar su legado en clave dialéctica, estableciendo una oposición forzada entre su pontificado y el de sus predecesores. Así, reducen la vida de la Iglesia a categorías propias del ámbito político: conservador o progresista, de derecha o de izquierda. Incluso dentro de ciertos sectores eclesiásticos se corre el riesgo de adoptar esta lógica mundana. Una visión así, reduccionista e impropia, no solo desfigura el misterio de la Iglesia, sino que alimenta divisiones innecesarias.

Cada Papa aporta a la Iglesia su Magisterio, es decir, su autoridad para enseñar y guiar en la fe, a través de documentos, palabras y gestos que orientan la vida cristiana. El Magisterio del Papa Francisco se ha centrado en la misericordia, la justicia social, el cuidado de la Creación y una Iglesia cercana a los pobres. En su última encíclica, Dilexit nos, dedicada al Amor del Corazón de Jesús, el Papa mismo afirmó en el número 217 que todo su Magisterio debe entenderse a la luz del amor de Dios manifestado en ese Corazón. Francisco advierte que documentos como Laudato si’ o Fratelli tutti no pueden leerse desde una ética meramente horizontal o bajo criterios de corrección política, sino desde la experiencia viva del encuentro con Cristo. Ese párrafo, en mi opinión, resume y corona su enseñanza y nos da una de las claves de continuidad entre él y los que lo precedieron.

La partida del Papa en plena Pascua, y su funeral celebrado en las vísperas del Domingo de la Divina Misericordia, son un signo elocuente de esperanza en la vida eterna. Su despedida ha sido un momento de profunda gratitud a un pastor entrañable, para reconocer los dones que Dios le confió y agradecer su generosa entrega a la Iglesia. Francisco será recordado como el Papa de los grandes gestos proféticos, especialmente hacia los más olvidados y vulnerables. Sus acciones no fueron meros gestos simbólicos, sino llamados apremiantes a poner a los últimos en el centro y a construir una Iglesia en salida, capaz de acoger a todos. Su legado no quedará solo en documentos, sino que permanecerá en los corazones de quienes fueron alcanzados por su ternura y valentía. Ahora podemos releer su legado con una mirada renovada, iluminada por el amor que marcó su misión.

Dentro de poco dará inicio el “enigmático” cónclave. Para los católicos, las quinielas sobran, porque desde ya renovamos nuestra fe en la acción del Espíritu Santo. Estamos llamados a acoger con fidelidad al nuevo sucesor de Pedro, más allá de su nombre o procedencia. A él, con la certeza de siempre, también le diremos: “Tú eres Pedro” (Mateo 16, 18).

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