Orillados a la repetitividad

Orillados a la repetitividad

Yo, personalmente, ya estoy harto de escribir de Trump.

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Resumen Automático

15/06/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

Escuché alguna vez que una columna de opinión debe contener ideas hasta cierto grado impredecibles para mantenerse vigente en el tiempo. Que es indispensable evitar que lo que se transmite en su espacio sea previsible. En teoría, esto podría sonar elemental, pero en la práctica conduce a una complicación difícil de superar. Cada autor tiene inclinaciones personales, sus muy propias formas de entender el mundo; idearios robustos que no cambian fácilmente y que al sentirse amenazados, se defienden de una forma tal, que esa exigencia de renovación parece imposible. Quien lea la prensa diariamente sabe que en estos espacios hay una repetitividad no siempre deseada. Y, aunque hay ideas reiteradas necesarias, pues se cree esencial dejar clara una postura, a veces la insistencia se excede. Esto provoca que el lector podrá anticipar el mensaje sin siquiera haber leído el artículo. Palabras predecibles; cosa nefasta en esta labor. ¿Para qué tomarse el tiempo de leer algo cuyo contenido se puede adivinar, con tan solo leer el título?

Yo, personalmente, ya estoy harto de escribir de Trump.

Existen recursos para evitar esto indeseado y mantener viva la llama de lo interesante. Aunque una columna sea temática (por ejemplo, una sobre economía, sobre la justicia o, en este caso, la migración), se puede -y quizás se debe- sorprender ocasionalmente con hipótesis centrales escapadas de la rigidez. Otra materia, un personaje, o incluso una anécdota personal, que den más contexto al lector. Que le ayude a entender el qué y el porqué del universo de entendimiento del escritor. Recursos para mantener la lectura entretenida, desde la forma.

Pero hay también recursos para mantener el interés desde el fondo. Por ejemplo, retar uno mismo sus propias interpretaciones y ponerse -aunque sea por un momento- en un lugar distinto del espectro del debate. Apelar a que uno mismo someta sus propios ideales al necesario cuestionamiento. Evitar caer en enormes olas de la ideologización polarizada, que impiden el pensamiento crítico y la sincera reflexión personal. Acompañar al lector al fascinante mundo del debate de las ideas.

El Rincón de Petul es una columna dedicada a la migración chapina en EE.UU.. Una que, mayoritariamente, está indocumentada. La postura central de la columna es que esta es valiosa para ambos lados de la frontera. Este espacio busca ser humano. Busca enfocarse en el mérito de la gente atrapada en este inmenso problema generacional. Se ha defendido la causa nacional; la los nuestros. Pero se han buscado puentes, entendiendo a quienes se sienten invadidos. Contrarios a la robotización de la pluma, se ha evitado la uniformidad de lo que se escribe.

La columna política atraviesa un momento difícil. Pues, ¿cuál es el fin de este género? Una respuesta sería: incidir, principalmente, influyendo en el pensamiento colectivo. Pero, si lo que se escribe no se renueva, quizás no interese. Y si no interesa, el colectivo ya no leerá. Y si no se lee, la incidencia deseada no se produce. Las páginas editoriales se vuelven obsoletas y una forma de pensamiento crítico dejaría de existir. Pero la renovación de textos, evitando la repetitividad, es difícil actualmente. Lo entiendo. Personalmente, yo estoy harto de escribir de Trump. Me repugnan los videos de sus agentes de ICE, enmascarados, como escuadrones de muerte, destruyendo la vida de familias que se entregaron a una nación que no las apreció. Me da asco el abuso de poder; su desparpajo que, con éxito, aniquila siglos de construcción de la república democrática. Ese soy yo y eso es lo que pienso. No lo escribo todas las semanas evitando la reiteración. Pero pasan muchas cosas a las que quisiera reaccionar. Estos son tiempos que nos orillan a ser repetitivos. Ojalá, los ideales, sean suficientemente grandes para evitarles aburrir.