TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN

¿Los celulares nos escuchan? Cómo los algoritmos “leen” nuestra mente
Aunque parece que nuestros celulares nos espían, en realidad los algoritmos solo necesitan nuestros datos para saber qué pensamos y qué haremos después.
Enlace generado
Resumen Automático
A todos nos ha pasado que, luego de una conversación con un amigo sobre cierto producto, minutos después el celular muestra un anuncio relacionado con lo que hablamos.
Esta experiencia, compartida por millones de usuarios, ha alimentado durante años una de las teorías más persistentes de la era digital: que nuestros dispositivos móviles nos escuchan constantemente.
Sin embargo, la realidad es más compleja, ya que los algoritmos no necesitan escuchar nuestras conversaciones para conocer nuestros pensamientos más íntimos.
Si bien pueden predecir nuestros deseos y necesidades, no lo hacen mediante espionaje auditivo, sino mediante el análisis de patrones de comportamiento que nosotros mismos alimentamos constantemente.
El mito del espionaje auditivo
“La respuesta es muy simple: no. Es difícil que nos estén escuchando sin que nosotros demos una autorización directa”, explica el doctor José Ramírez, del Instituto de Investigación de Operaciones de la Universidad Galileo. “Por lo menos los dispositivos más comunes, es bastante difícil que puedan tener acceso sin que lo notemos.”
Esta afirmación se respalda con evidencia científica. La firma de ciberseguridad Wandera realizó un experimento colocando dos teléfonos —un Samsung Android y un iPhone— en una habitación donde se reprodujo durante 30 minutos un anuncio sobre comida para mascotas, mientras que otros dos dispositivos idénticos permanecieron en silencio.
A pesar de mantener abiertas aplicaciones como Facebook, Instagram, Google Chrome y Amazon con permisos completos, no se encontró evidencia de que los teléfonos expuestos al sonido recibieran más anuncios relevantes.
James Mack, ingeniero de sistemas en Wandera, confirmó que “los datos obtenidos en nuestras pruebas son mucho menores que los de los asistentes virtuales, lo que sugiere que las grabaciones constantes de conversaciones y su posterior subida a la nube no sucede en ninguna de las apps analizadas”.

La ciencia de los patrones humanos
Entonces, si no nos escuchan, ¿cómo explican los algoritmos esa aparente capacidad de “leer” nuestros pensamientos? La respuesta radica en una característica fundamental del comportamiento humano: somos criaturas de patrones.
“Los seres humanos seguimos patrones muy específicos”, señala Ramírez. “Los modelos que utilizamos en ciencia de datos permiten identificar esos comportamientos y tratar de predecir qué haría una persona en el futuro.”
Esta predictibilidad se extiende a prácticamente todos los aspectos de nuestra vida digital.
Por ejemplo, cuando abrimos Waze o cualquier aplicación de navegación por las mañanas, estas sugieren automáticamente la ruta al trabajo. No es magia ni espionaje: es simple reconocimiento de patrones. Si consistentemente salimos de casa a las 5 horas de lunes a viernes hacia el mismo destino, el algoritmo puede predecir con casi 100% de certeza cuál será nuestro próximo movimiento.

Cómo construyen los algoritmos nuestro perfil
Los algoritmos no trabajan solo con nuestros datos individuales. Construyen perfiles basados en una red compleja de información que incluye:
Datos personales directos:
- Ubicaciones compartidas en redes sociales
- Historial de búsquedas
- Compras realizadas con tarjetas de crédito o débito
- Interacciones en aplicaciones
Datos de la red de contactos:
- Información compartida por amigos y familiares
- Lugares visitados por personas de nuestro círculo social
- Patrones de comportamiento de usuarios similares
Datos contextuales:
- Hora del día de las búsquedas
- Ubicación geográfica
- Época del año
- Tendencias generales del mercado
Este flujo de información permite a los algoritmos hacer predicciones sorprendentes. Ramírez explica que, si un algoritmo detecta que buscamos información sobre vehículos, comenzará a mostrarnos anuncios relacionados. Si compartimos esa información con un amigo, es probable que él también comience a recibir contenido similar, creando la ilusión de que el dispositivo “escuchó” nuestra conversación.

El fenómeno de la atención selectiva
La psicología humana también influye en esta percepción. Nuestro cerebro está diseñado para filtrar información irrelevante y enfocarse en lo que considera importante.
“Muchas veces nuestro cerebro omite cierta información que nosotros mismos hemos proporcionado”, explica el experto.
Este fenómeno, conocido como sesgo de confirmación, hace que prestemos más atención a las coincidencias que confirman nuestras sospechas, mientras ignoramos las muchas veces en que los anuncios no tienen relación alguna con nuestras conversaciones.
La evolución de los algoritmos predictivos
Los algoritmos modernos han alcanzado niveles de sofisticación impensables hace una década. Mientras que en los años sesenta los modelos de predicción eran rudimentarios, hoy los algoritmos procesan cantidades masivas de datos en tiempo real.
“Ahora tenemos la ventaja de que los algoritmos son mucho más eficientes y contamos con tecnología para que puedan procesar toda esta información de manera más precisa y rápida”, destaca Ramírez. “Esto permite que los pronósticos y las predicciones sean más acertados.”
Esta precisión creciente explica por qué la publicidad personalizada puede resultar tan inquietantemente certera. Los algoritmos no adivinan nuestros deseos: los calculan con base en patrones estadísticos derivados de nuestro comportamiento digital.
Cómo proteger nuestra privacidad
Aunque los dispositivos no nos escuchan sin autorización, sí recopilan una cantidad considerable de información que nosotros mismos proporcionamos. La clave para proteger la privacidad está en la configuración consciente de permisos y en la lectura crítica de los términos de servicio.
Ramírez recomienda estas medidas de prevención:
- Revisar permisos de aplicaciones: verificar qué aplicaciones tienen acceso a ubicación, contactos, fotos y micrófono.
- Configurar la ubicación selectiva: permitir el acceso solo cuando sea necesario.
- Limitar información personal: evitar completar todos los campos opcionales en redes sociales.
- Auditar configuraciones periódicamente: revisar qué información compartimos.
- Leer los términos de servicio: aunque tediosos, contienen datos clave sobre el uso de nuestra información.
La pregunta clave no es si los dispositivos nos escuchan, sino hasta qué punto estamos dispuestos a compartir información a cambio de servicios personalizados. Ramírez concluye: “Los algoritmos harán lo que nosotros les demos permiso de hacer, no lo que ellos quieran hacer.”