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Otro día negro de pillaje decidido en el Congreso
El presupuesto nacional es el más alto de la historia.
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El martes, con la presencia de 150 de los 160 diputados, es decir el 94%, el Congreso tomó en medio de la nocturnidad tres decisiones abominables porque los ciudadanos no tienen idea de cómo se gastará y despilfarrarán los impuestos. El porcentaje de asistentes demuestra por elemental deducción la existencia de contubernios entre los integrantes de los dizque-pseudo-partidos, y explica el ansia de crear más deshonra al poder del Estado teóricamente de mayor importancia política, lo cual en este país es un chiste de mal gusto y humor negro. Es pillaje. Equivale a hurto (robo), despojo (robar con violencia) y saqueo (tomar dinero en forma ilegítima) aunque se esconda detrás de legalidades contrarias y contradictorias con la ética y moral mínimas.
Nuevamente, el Congreso demostró la irresponsable piñata de una abrumadora mayoría de sus integrantes.
Las noticias del miércoles señalaban la piñata: la horda de la 9ª avenida aprobó Q6,300 millones para los Consejos Departamentales de Desarrollo, decididos a última hora con el obvio objetivo de quedar bien con los alcaldes y otros funcionarios en año pre electoral. Cuando se habla de esas enormes cantidades por año, se debe calcular su significado en días y horas, para compararlo con sueldos de ciudadanos comunes y corrientes. Los fondos para los Codedes equivalen a Q525 millones mensuales y a Q17.260,274 por día (Q719,178 por hora). Causa asco y rabia cómo los padrastros de la patria se recetaron gasto de Q1,347 millones para el Congreso incluyendo ¡un aumento de sueldo! Equivalen a Q3,690 millones diarios, suficientes para pagar a 820 mil maestros.
El presupuesto nacional es el más alto de la historia; Q163,469 millones, de urgencia nacional y en la madrugada, Q15 mil millones superior al de este año, y casi 40 mil millones al de los años 2024 y 2025. La poca capacidad matemática de los diputados, salvo cuando suman beneficios adicionales —claro— les impide tener la menor idea del significado de estas sumas. Y si bien en muchos de los casos las justificaciones para gastar más tienen la apariencia de ser ciertas y adecuadas, a causa del mal trabajo gubernativo hay fondos disponibles por no haberse utilizado como estaba en los planes. Esta es la verdadera razón de tragedias como la falta de mantenimiento de las carreras, hospitales, escuelas. Este estancamiento constituye un claro e innegable retroceso en todos los sentidos y tiene efectos sociales, económicos y políticos, invisibles pero dañinos.
Financiar con endeudamiento el presupuesto cuando este depende de ingresos aun no recaudados equivale en términos ciudadanos a usar tarjetas de crédito para compras o pagos de deudas anteriores. El gobierno pedirá prestado 1,350 millones de dólares (unos diez mil millones de dólares) y no toma en cuenta reducciones de ingresos a causa de factores externos, como la reducción de las remesas. Los intereses son una suma alta, sobre todo cuando las urgentes necesidades del país van en otro sentido, percibido y derivado de la lógica más elemental. Por aparte, una cosa es presupuestar algo, es decir basarse en supuestos, en este caso económicos, y otra tenerlos en caja. Hubo un silencio ensordecedor para explicar los criterios, supuestamente técnicos, en la realidad producto de otras intenciones y ello impide ser explicados con aumentar el creciente aumento de personas desalentadas por haber votado a favor.
Las alcaldías aumentaron la ambición de gente popular pero sin experiencia a causa de los posibles 18 mil millones. El presidente de la Asociación de Municipalidades, Sebastián Siero, de Santa Catarina Pinula, a sus 35 años tendrá mucha influencia, en espera de cumplir 40 para ser candidato presidencial. Entidades con experiencia económica ya califican este presupuesto de “insostenible y ajeno a las realidades del país”. Al calificarlo como “señal de fortaleza y de trabajo” demuestra un entusiasmo delirante porque hay solo 34 días para prepararlo. En otras palabras, se permitirán cálculos y tiempos imposibles de cumplir, si ni siquiera los encargados trabajan en ello todos los días calendario, olvidándose de las festividades de Navidad y de año nuevo.